-Veneno-

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En las afueras del palacio de Abtule se encontraba el joven sirviente caminando en círculos, parecía que algo le tenía incómodo, asustado y lleno de preocupación. Había momentos en el que miraba a la deriva para ver si al menos se podía ver su joven amo, pero no había ninguna señal.

-Kubo...- dijo Leo saliendo también de la puerta principal, estaba algo preocupado al ver a su Omega totalmente desesperado.

-Mi paciencia se está terminando...cómo deseo que mi señor llegue...-se detuvo y miró al Alfa que le miraba con algo de tristeza- ¿Cómo se encuentra?

-Débil...no encuentro ninguna cura para lo que le pasa. Cada vez esta peor...

-Alá...¿Porqué nos dejaste así?, sabía que algo sucedería si los príncipes se iban...¿Pero has checado todo cierto?.

-Si lo he hecho, pero no funciona nada con lo que suministro en su cuerpo. Nunca había visto tales reacciones...

-Ya casi amanece, la Sultana no tardará en preguntar por sus hijos...Asra no ha dejado ni un momento esa habitación.

De pronto, algunos lejanos trotes de caballos se podían percibir. Los jóvenes miraron hacía delante y pudo ver unas cuántas sombras que se dirigían hacia ellos. Eran nada más y menos que los jóvenes príncipes que habían llegado antes de que los gallos cantasen. Kubo miró con una leve sonrisa, sin embargo, su ansiedad le estaba pidiendo a gritos decirle lo que había sucedido.

- ¡Mi señor!¡ Le agradezco Alá que los acompañó todo el camino!¡Hiro!- cuándo el asiático bajó del caballo éste corrió para abrazarle con fuerza- Te encuentras bien...me alegro demasiado.

- Lamento el haberte preocupado Kubo- dijo éste para mirarle, pero notó algo extraño en su amigo Omega.-¿Qué pasa Kubo?.

-Mis señores...es el Sultán...

-¿Mi padre? ¿Qué le pasó?- dijo Miguel también bajando del caballo, Marco también se acercó al oír que su padre le había ocurrido algo en su ausencia

-Miguel, Marco- respondió Leo- el Sultán comenzó a presentar algunos síntomas extraños...sangre que proviene de sus labios, su piel se ha puesto pálida...y sus latidos han bajado considerablemente.

-¡¿Qué?! ¡¿Pero qué tiene?!- respondió Marco exaltándose un poco.

-Aún no lo sé, he estado haciendo lo posible pero no he podido hacer nada más. Su madre no tardará en buscarlos...rápido entren- dijo Leo volviendo al palacio, todos los jóvenes incluyendo ahora al Omega Héctor, entraron al lugar. Miguel y Marco se quitaron sus vestimentas para colocarse las de príncipe nuevamente, ambos corrieron a la habitación del Sultán. Al entrar vieron cómo su Padres junto a su Madre y el temible consejero a un lado de la cama.

-Miguel...Marco- se levantó la Sultana para acercarse a ellos y abrazarles, se notaba una gran tristeza en ella, pensaba que no tardaría mucho su esposo en comenzar a estar en una etapa final que les dolería a todos.

-¿Qué ocurrió?- preguntó el príncipe Miguel mirando a su Madre.

-Su Padre...comenzó a desangrar por su boca, su piel...se ha puesto pálida y no ha podido ni siquiera abrir sus ojos...Leo hizo todo lo que ha hecho, pero ahora solo está durmiendo en un profundo sueño.

-Tranquila mi señora, encontraremos la solución- dijo Marco quién tomó una de sus manos y la beso tiernamente. Sin embargo, Asra se acercó a ellos con un semblante tranquilo cómo si no le afectará en absoluto.

-Debo decirles que tal vez esto no haya solución, el joven médico ha hecho de todo y no ha podido ni siquiera abrir los ojos. Tal vez debamos prepararnos a lo que nos ...encomienda Alá.

Oasis (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora