=Reino de Hikari part. 2=

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-Bienvenido seas al palacio de Hikari- dijo el joven Alfa de ojos de rubíes, abriendo las puertas principales del lugar. Hiro caminaba callado y veía a todo su alrededor, este palacio era más elegante, lleno de telas de buena calidad, más objetos de oros, pinturas y demás. Las flores no podían faltar, cada pasillo estaba adornado de las más bellas flores que la familia del Hamada había cultivado.Todos los sirvientes los podías encontrar en todo tu camino, dispuestos ya a obedecer cualquier orden del Príncipe.

Unas jóvenes sirvientas hicieron una leve reverencia a los jóvenes príncipes y los guiaron hasta llegar a una gran habitación, dentro de ella estaba adornada con los mejores lujos, ropas, cama, mesa para desayunar, una pequeña biblioteca, y una gran vista hacía a la ciudad de Hikari. El Omega veía con detenimiento todo el lugar, no era cómo en Abtule, quién ya se había acostumbrado a lo que había en su aposentos​, la presencia de Mochi era inevitable extrañarle. Pero lo que más hacía la diferencia es que no estaba su gran amado joven Alfa.

-Si necesitas algo no olvides pedírselo a los sirvientes, ellos lo harán. Más tarde organizaré una gran fiesta por tu búsqueda y ahora tu presencia ya aquí en Hikari. -pero el.joven príncipe Gael bo.obtenía respuesta del Omega-¿Te encuentras bien?.

-Si...sólo que aún no estoy digiriendo todo esto.- se acercó a la ventana dónde ya se podía ver la noche estrellada.

-Tranquilo y discúlpame si todo esto es muy repentino.-se acerca a él y coloca su mano en su hombro.- Verás que todo volverá a ser normal y volveremos a nuestro compromiso. Si gustas podemos ir la siguiente semana a tu reino, lo más seguro tu familia está muy preocupada.

-Si eso creo...gracias  mi señor.

-Ya te he dicho que me llames por mi nombre...pero dejaré que descanses un poco.-se alejó de él para regresar a sus actividades- Descansa mi querido Hiro.- las puertas se cerraron dejando al asiático completamente sólo. En su rostro comenzaban a bajar leves lágrimas, su tristeza ya no la podía ocultar más.

-Te necesito...Miguel...Alá....por favor que haya visto mi collar....-dirigió su mirada a aquél oscuro cielo, pedía que su joven Príncipe pudiera ver su señal que dejó, lo que no sabía que él y sus amigos ya estaban llegando a las afueras del reino.

La ciudad era muy movida aún que fuera de noche, había gente de aquí y allá cómo si sus actividades debían ser en la oscuridad. Pero no sólo las actividades normales se hacían presente, se lograba ver acompañantes Omegas esperando que un Alfa llegase por ellos, al menos para que pasarán una noche cómo se debe. Hombres ebrios, apuestas, venta y compras de oro, era una «magnífica» vista si eras por primera vez visitante, sin embargo, nuestros jóvenes caminaban con mucho sigilo por las calles aún qué extrañas miradas no se hicieron esperar.

-Iug...y yo pensaba que Abtule tenía lo suyo- mencionó Marco, viendo a su alrededor mientras​ caminaban.

-Esperemos que encontremos un camino para llegar al palacio- dijo el Alfa Miguel intentando guiarse, pero las calles iban siendo confusas, además de que cada calle tenía sus viles negocios a la vista.

-Miguel, ¿Estás seguro que debemos venir por aquí?- preguntó el Hamada mayor quién se acercó un poco al príncipe.

-Te seré sincero...jamás...había estado aquí.

-Estamos perdidos- dijo Kyle llevando una mano a su cien.

-Oye, no hemos salido para estos rumbos, además es más extraño caminando por las noches.-dijo Marco quién seguía buscando alguna ruta, pero era inútil, seguían caminando hasta llegar al centro de la ciudad, todo estaba tan solitario excepto de algunos bares de la ciudad, que la música, bailes, etc daban vida a esa zona. Los cuatro jóvenes se dispusieron a descansar un poco, pues el viaje fue largo y cansado, aún que sus ganas eran más fuertes por encontrar al Omega. Miguel se veía decaído y triste, aún en su mente pasaban miles de ideas que lo inundaban, dándole impotencia y necesidad de encontrarle. Pero ahora, lo que más importaba era el cómo llegarían al palacio y entrar sin necesidad de delatar sus identidades.

Oasis (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora