~Fiesta en el palacio~

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El joven sirviente caminaba a dirección a la cocina para preparar ya el desayuno de la familia. Mientras pasaba por el altar del palacio, sus ojos se abrieron de golpe al ver al par de amantes entregando su amor. Kubo no podía imaginarse a aquella pareja, una leve sonrisa se formó en el rostro del Omega al ver que después de todas estas calamidades, había un espacio para las nuevas vidas llenas de amor.

Tomó lentamente la puerta del altar y lo cerró para que nadie más le volviera a interrumpiendo. Sin embargo, al cerrar hizo un leve sonido que hizo que Marco y Kyle se sorprendieran, pero para suerte del sirviente ya se había retirado.

-Lamento esto ...yo- habló Kyle alejándose un poco del príncipe.

-Oye..Kyle...no digas eso, ahora nos hemos dado cuenta que nuestros sentimientos son mutuos. No tienes que culparte.

-Marco, yo no soy nadie para poderme casar con un príncipe...si hubiera sido yo el elegido al trono ...yo...

-No, me importa si eres o no el rey de tu tierra- el joven Omega se sorprendió a la respuesta del Alfa- ni tampoco me interesa si nuestra edad es distinta, yo quiero estar a tu lado.

-Pero yo debo de seguir las órdenes de mi familia.- dijo Kyle mirándolo un poco triste, Marco soltó un leve suspiro y tomó la mano del mayor.

-Eso ya no será problema. Desde ahora, ya no serás de la familia Hamada.

-¿Eh?,¿De qué demonios estás hablando?.

-Ya no serás un miembro de los Hamada porqué...te voy a desposar.-respondío el príncipe con una sonrisa segura, Kyle se quedó desconcertado a lo que le estaba platicando, estaba a punto de negarle pero su corazón lo había traicionado. Leves lágrimas comenzaron a bajar de sus mejillas, por primera es una leve sonrisa se presentó en su rostro, sus mejillas ya se habían tornado en un leve color carmín.

Su garganta no podía responder, pero con leve movimiento de su cabeza aceptó la propuesta del joven Alfa. El príncipe Marco sonrió con gran emoción y dejó llevar sus labios de vuelta a los de su amante, sus caricias y su necesidad de estar cerca del Omega comenzaron a desbordarse. Kyle se sorprendió sobre lo que estuvo a punto de hacer pero rápidamente tomó la oreja del Alfa menor, haciendo que este comenzará a quejarse de dolor.

-Maldito mocoso con las hormonas alborotadas...¿Qué pretendes hacer?.

- Au, au...pues sabes bien a qué me refiero...au au- decía el joven príncipe intentando safar se del agarre.

- Qué haya aceptado no significa que ya vayas a marcarme de inmediato.- exclamó Kyle soltando su agarre.

- Pero ¿qué no estás oliendo tus feromonas?...-lo miró sonrojado -si sabes que ambos lo estamos pidiendo...- sonrió ladinamente, pero la respuesta del Omega volvió a ser sería. Un minuto de silencio se inundó en aquél lugar, Marco aún frotando su oído, soltó un leve suspiro al entender las reglas que le estaba imponiendo su pareja. Sabía que era muy difícil de convencer, pero del tiempo que llevaba de conocer al Hamada mayor, es de que él era de personalidad reservada y culta. Probablemente si había aceptado sus sentimientos de alguna forma, Marco debía de bajar y transformar su personalidad rebelde y acatar con las peticiones del asiático.

-Bien...entiendo, lo haremos a tu forma.- dijo Marco evadiendo mirarle, ya que en sus mejillas ya se habían tornado rosadas. Kyle miró con sorpresa la última decisión del menor, sonrió aliviado de que en esa fachada rebelde y caprichosa, había un joven culto y de buen valor.- pero...no te salvarás en nuestra noche de bodas.- respondió el joven príncipe mirándole coquetamente.

El rostro del Omega se tornó roja a la última "amenaza" de ahora su futuro concubino, sabía que sí este joven era capaz de todo, sabría que de eso no saldría vivo.

Oasis (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora