-Fin de los tiempos: Dios de la Muerte-

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-¡Alguien ayúdenos!¡Hay una persona en labor de parto!- gritaba el joven Hipo en la puerta de aquella prisión, pero nadie les hacía caso, solo para los soldados bajo el hechizo de Judal eran unos simples prisioneros.

El joven Hamada solo intentaba controlar sus gemidos de dolor, tomando la mano de su mejor amigo Kubo. Leo le hacía sus chequeos médicos para poder preparar el nacimiento del Omega. Había un problema que le hacía impedir avanzar con el parto, no tenía suficientes elementos para que el pequeño llegará en buenas condiciones.

-Maldición...-quejaba el joven asiático.

-Tranquilo Hiro, debes esperar necesitamos que estés en un lugar mucho mejor.

-Aún está e labor aún no esta preparado para que el pequeño salga.-comentó Leo, mientras acomodaba mejor a Hiro para que el dolor no fuera tan intenso, pero, solo sería por un momento. Los estruendos de la batalla de los jóvenes hechiceros estaban siendo más y más fuertes, Hipo estaba preocupado de que su pareja los pudiera ayudar en estos momentos, ahora dependía de él ayudar a los chicos.

Busco en su bolsa algo que les ayudara, pero, solo encontraba los libros de hechizos de Jack o algunos frutos que traían para el viaje junto con una pequeña botella de agua.Se acercó y le entrego el agua para el joven Hamada, necesitaba que mantenerse hidratado, pues aquella habitación era algo caliente.

-Por el amor de Alá espero que esto acabe...-habló Kubo quién estaba triste pero la mano de su esposo en su mejilla le hizo sentirse algo tranquilo. Ahora dependía de que por un milagro la ayuda llegara.

Sin embargo no muy lejos de allí, en el reino de Hikari , el rey de la calamidad y Desireé junto con sus hombres de batalla pisaban los suelos del palacio. Gael estaba sorprendido por aquella inesperada visita, uno de sus sirvientes entró corriendo para darle aviso de que sus visitas yacían en la entrada de su trono. Sin esperar las puertas se abrieron de inmediato dejando pasar a aquél rey que algunos temían, el príncipe estaba apunto de hacer una señal para atacar, pero notó la presencia de la mujer que lo acompañaba.

-Qué grata visita...-habló el joven rubio- No recibí ningún mensaje de su visita.

-No envíe ninguno para esto que vengo a pedirte Gael.- respondió el rey con su seriedad que muchos conocían.

-Supongo que es algo muy urgente para venir hasta aquí...

-Sí. Pero está vez no me corresponde decírtelo- señaló a la Omega adivina que estaba a su lado.- Ella, es Desireé. Es adivina y vidente del futuro, presente y del pasado de los tiempos.

-¿Una adivina?- río un poco- No soy creyente de estás cosas mi rey...

-Usted no lo es porqué tuvo un gran problema con uno de los farsantes que osan llevar ese título- habló la adivina, está vez debía ser directa a lo que tenía que hacer, el tiempo se estaba acabando. Ya había tenido una visión sobre el joven Hamada, tenían una gran posibilidad de cambiarlo si se daban prisa, si no, la muerte tomaría rienda de lo que ya había escrito.

-Cómo...

-Lo siento mi señor, pero, si gusta oír como sabía de ello se lo diré. Pero el tiempo esta avanzando muy rápido dejando que nuestras probabilidades sean aciertas...pero Abtule, el reino dónde está Hiro...necesita de su fuerza.

Gael abrió sus ojos con sorpresa al oír el nombre del Omega que había robado su corazón y dejó que el destino le diera su felicidad. Miró al rey la Calamidad quién asintió con su cabeza para que creyera la palabra de la bella mujer. El joven rubio tomó aire y alzó su mano para dar la señal de preparación de sus mejores hombres, el capitán de su ejercitó de inmediato dio la orden para formar su pelotón.

Oasis (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora