Conforme fueron pasando las horas, Candy fue bajando la guardia poco a poco. Ella podía sentir la mirada penetrante de Terry sobre todo su cuerpo, además se dio cuenta de la manera tan descarada en que él le coqueteaba.
Ambos bailaron juntos casi toda la noche y hubo momentos en que sus cuerpos estuvieron muy cerca el uno del otro. La rubia podía respirar el olor del perfume de su acompañante, que para su sorpresa, era una de sus fragancias favoritas de Hugo Boss.
Pese a lo que hubiera podido imaginar en un principio, ella se la estaba pasando muy bien con él.
Cuando Candy checó la hora en su celular, se asustó al darse cuenta de que casi eran las 5 de la mañana y supo que ya era tiempo de llevar su cansado trasero a casa. Terry se ofreció acompañarla hasta su departamento, pero la rubia se negó, ya que lo que menos quería era que él supiera en donde vivía. El castaño la acompañó hasta la avenida para que tomara su taxi y antes de que ella se marchara, se despidió, dándole un beso en la mejilla.
La joven llego al departamento casi media hora después y lo único que hizo al entrar a su habitación, fue dejarse caer sobre su cama. Ella estaba muy cansada y por si eso no fuera poco, sentía un dolor punzante en los pies. Su única satisfacción, era que no tendría que ir a trabajar más tarde.
Justo cuando dieron las nueve de la mañana en el reloj de la sala, Candy escuchó que alguien tocaba el timbre con mucha insistencia. Ella se levantó como zombie de la cama y caminó, todavía dormida, hacia la entrada para ver quién era. Al abrir la puerta, se encontró con el sonriente rostro de Albert.
- Buenos días chaparrita, he venido a raptarte por un día, así que ponte bonita porque hoy nos vamos a la playa – Le dijo su novio, mientras le ponía en la cabeza un bonito sombrero que acababa de comprarle.
El joven empresario tenía una propiedad en Los Hamptons, a casi dos horas de distancia de Nueva York. Él solía vacacionar ahí todos los veranos y esa mañana, al despertar, pensó que sería una buena idea llevar a su novia de visita y regresar hasta el otro día.
Candy se sentía muy cansada, pero si de algo estaba segura, es que no iba a desaprovechar la oportunidad de ir a conocer la casa de playa de su novio. Stear le había contado maravillas de esa residencia, que para su fortuna se encontraba a orilla del mar. Así que la rubia hizo a un lado su flojera y en menos de media hora estuvo lista para irse de paseo.
La rubia salió del cuarto vistiendo un hermoso vestido tipo campesino corto y con estampado de flores, y unas sandalias blancas que hacían juego con su sombrero. Albert pensó que su novia lucía adorable y no pudo resistirse al deseo de darle un beso. Los dos subieron a la camioneta de él y en el camino pasaron por algo de comida rápida para desayunar.
Candy se durmió casi todo el trayecto y cuando por fin despertó, ya casi estaban llegando a su destino. Una vez que bajaron del auto, Albert le mostró toda la casa, ella estaba maravillada, ya que a decir verdad, la residencia era mucho más bonita de lo que se había imaginado. Minutos después de terminar el recorrido, ambos salieron a la al área de alberca y se acostaron sobre unos camastros.
La rubia tenía ganas de broncearse un poco, así que ni siquiera se tomó la molestia de ponerse bloqueador solar; pues su piel estaba demasiado pálida, al grado de parecerse a la de un vampiro.
- En una semana será el cumpleaños de Stear - Le comentó Candy a su novio.
- Oh, sí, es verdad.
- Pensé en organizarle una pequeña fiesta sorpresa, aunque todavía no he decidido el lugar donde la haré. Estoy segura que si la hago en nuestro departamento, él se dará cuenta inmediatamente de mis planes.
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Si no te hubiera conocido
Fanfiction¿Qué pasaría si llegaras tarde a la vida del amor de tu vida? ¿Lucharías por el o te darías por vencida? Candice se dará cuenta que la vida no siempre es color de rosa, que el amor no siempre trae felicidad y que en algunas ocasiones, desearía no ha...