Una triste historia

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Terry había intentado hablar con Candy desde la misma noche en que Annie lo dejó en evidencia, pero cuando él regresó de arreglar la cámara de refrigeración, Archie le dijo que ella ya se había ido. El castaño salió corriendo hacia los vestidores, pero ya no pudo alcanzarla, así que se cambió de prisa para ir a buscarla a su departamento.

El joven salió a la calle para tomar un taxi y en el camino se encontró con Annie, a quien esquivó como si fuera la peste; ya que no pensaba volver a dirigirle la palabra nunca más en su vida.

Una vez en el auto, Terry intentó marcarle a la rubia varias veces, sin éxito. Cuando por fin llegó a su departamento, tocó la puerta en repetidas ocasiones, pero nadie le abrió. Aun así, él no se dio por vencido y se sentó a esperar por ella en el pasillo, hasta que un par de horas más tarde, vio llegar a Stear de la mano de Paty.

- Terry, ¿qué estás haciendo aquí? – Le preguntó ella.

– Paty, por favor, necesito hablar con Candy, ¿podrías decirle que la estoy esperando aquí afuera?

Stear no pudo ocultar la molestia que le causaba la presencia del castaño y se metió al departamento sin decir una sola palabra. Paty entro detrás de él, para buscar a la rubia. Algunos minutos después, el pelinegro salió de nuevo.

- Candy no ha llegado y no sé a qué hora lo hará; tengo entendido que hoy llegaba su novio, así que lo más seguro es que esté con él.

Terry recordó que ella le había comentado que iría a casa de Albert para terminar con su relación.

- ¿Podrías decirle que me marque en cuanto llegue? - Le pidió el joven cocinero, con angustia, pero Stear ni siquiera se dignó en contestar, solo se dio la vuelta y cerró la puerta.

El castaño se fue al departamento de su amigo, en Brooklyn; lo que menos quería era llegar a su casa, porque estaba seguro de que Susana estaría muy molesta y no tenía ganas de pelear con ella.

Al llegar a ese lugar, el joven trató de dormirse, pero por más que dio de vueltas en la cama, no pudo conciliar el sueño. Mientras estaba recostado, comenzó a recordar aquella época de su vida, cuando llegó a Nueva York, 7 años atrás. En aquel tiempo, él acababa de cumplir 20 años y estaba lleno de ilusiones.

En ese entonces, Terry recorrió varios negocios en busca de trabajo, pero debido a su falta de experiencia, solo lo aceptaron en un pequeño restaurante donde se encargaría de la limpieza del lugar.

La primera persona con quién hizo amistad, fue una de las meseras, llamada Susana Marlow. Ella parecía ser una chica muy linda e inteligente, razón por la cual congeniaron inmediatamente. Conforme pasaron las semanas, los dos jóvenes se gustaron y comenzaron a salir. Esa era la primera relación seria de Terry y en algún momento de su noviazgo, él creyó estar enamorado.

Tres meses después de iniciar su romance, Susana se embarazó. La primera reacción de Terry fue pedirle que abortara, ya que él no creía que ese fuera el mejor momento para tener un hijo, pero ella se negó a hacerlo, argumentando que venía de una familia muy religiosa y que eso iba en contra de sus principios morales.

Cuando los papás de Susana se enteraron, casi la matan. Ellos estaban conscientes de que ella era menor de edad y sabían que un bebé iba a afectar sus planes a futuro. Los señores Marlow le exigieron a Terry que se casara con su hija, para resarcir el daño y él aceptó, pensando que hacía lo correcto. Pero la única verdad, es que ninguno de los dos estaba listo para el matrimonio y mucho menos para ser padres.

- Nunca debí haberme casado con ella – Murmuró el joven, antes de quedarse dormido.

Terry se despertó pocas horas después, cuando los rayos del sol comenzaron a entrar en la habitación. El joven se dio una ducha rápida y se fue a buscar a Candy de nuevo; él sabía que ese era su día de descanso y no quería que ella se le escapara de nuevo. Media hora después llegó a su departamento y volvió a tocar, con la esperanza de que fuera Candy quien le abriera la puerta. Para su mala suerte, fue Stear quien salió a recibirlo.

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