La verdad siempre sale a la luz

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Annie regresó al bar con el corazón hecho pedazos. La joven estaba completamente desconsolada y aunque lo intentaba, no podía dejar de llorar. Fue por esa razón que ella comenzó a beber en exceso, en un intento por olvidar todo lo que había ocurrido con Terry y como era de esperarse, ella terminó ahogada en alcohol.

Elisa tuvo que marcarle al chofer de su padre para que fuera a recogerlas, ya que su prima no podía ponerse en pie y mucho menos podía caminar sola. La pelirroja llevó a Annie hasta su departamento y la dejó dormida en su cama; ella se fue a su casa una hora después, rogándole a Dios para que nada malo le sucediera a su inconsciente prima.

La pelinegra se despertó a la una de la tarde, con un horrible dolor de cabeza. Ni siquiera fue capaz de pensar en todo lo que había ocurrido la noche anterior, porque la resaca la estaba matando. La joven se levantó a tomar un vaso con agua y mientras caminaba hacia la cocina, los recuerdos comenzaron a llegar de golpe.

Al regresar a su habitación, Annie se sentó frente a su tocador y se miró fijamente al espejo; ella se dio cuenta de que tenía los ojos hinchados de tanto llorar y unas enormes ojeras, causadas por la trasnochada del día anterior.

- Terry – Dijo en un murmuro y sintió como su corazón se estrujaba al pronunciar esa simple palabra. Para su mala suerte, le dolía demasiado recordar el nombre de aquel hombre que le había roto el corazón.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y en un arranque de ira, golpeo la superficie del tocador. Annie esperaba que el castaño mostrara un poco de compasión hacía ella; después de todo, la joven lo había adorado como si fuera su Dios, por todo un año.

- No puedo creer que me haya cambiado por esa estúpida pecosa – Pensó la pelinegra, mientras los celos la consumían por dentro. Y es que a su parecer, ella era más bonita qué Candy, también era más alta, tenía mejor cuerpo y además, no tenía la cara llena pecas.

La joven recordó las palabras de su prima: "Annie, deja de llorar por ese idiota, porque tienes que admitir que es un reverendo idiota, al preferir irse con esa zorra, que quedarse contigo. Lo que tienes que hacer es vengarte de ese imbécil, que sufra lo mismo que tú estás sufriendo".

Pero las cosas no eran tan fáciles cómo parecían, ella amaba demasiado a Terry y lo que menos deseaba era hacerle daño.

Annie se metió a bañar y se arregló para ir al trabajo, luego se maquilló más que de costumbre, tratando de borrar los rastros de su mala noche. Antes de irse al hotel, intentó comer algo, pero las ganas de vomitar la hicieron desistir de su idea, así que tomó sus cosas y salió del departamento, luchando contra todos esos malos pensamientos que rondaban su cabeza.

Para su mala suerte, cuando la joven entró a los vestidores, se encontró de frente con Candy. Él solo hecho de imaginar que la pecosa había dormido con Terry, hizo que se le retorciera el estómago.

Candy se dio cuenta de que Annie estaba detrás de ella y quiso hablarle, pero creyó que no sería lo más adecuado, debido a su situación. La rubia trató de cambiarse lo más rápido posible, ya que Annie la miraba con mucha insistencia y eso la hacía sentir muy incómoda. La joven metió sus cosas a su locker y se levantó de la banca, con la intención de huir de ahí.

- Eres una hipócrita, ¿lo sabías? – Le dijo la pelinegra, al no poder contener su furia.

Candy prefirió quedarse callada, en el fondo entendía lo que Annie estaba sintiendo, así que la ignoró y caminó hacia la puerta.

- Me doy cuenta que todo lo que Eliza me contó de ti es cierto. Eres una zorra que lo único que buscaba era quitarme a Terry.

- Yo no te quité nada. ¿Por qué no entiendes que Terry nunca fue tuyo? Si él de verdad te hubiera querido, jamás se habría fijado en mí. Ya es momento de que aceptes las cosas como son y actúes como una persona madura – Le contestó la rubia.

Si no te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora