La caída

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Candy salió de la cocina a las 2:00 de la tarde y se fue directamente a los vestidores para cambiarse de ropa. Ella todavía tenía que esperar a que el transporte de personal que la llevaría de regreso a casa, saliera del hotel, porque a pesar de tener carro, nunca le había gustado llevarlo al trabajo.

La joven sacó su celular del locker para ver si alguien le había escrito.

- 10 mensajes nuevos, de 4 conversaciones" - decía la pantalla.

- Vaya, hoy sí que estoy muy solicitada – Pensó, al tiempo que desbloqueaba su teléfono.

La rubia fue a sentarse a una de las muchas bancas que estaban distribuidas en todo el vestidor, con el fin de revisar sus mensajes con calma. Al mirar su reloj, vio que aún faltaban 20 minutos para la salida del autobús, por lo que pensó que aún tenía tiempo suficiente para leerlos.

El primer mensaje que abrió fue el de su novio.

"Chaparrita, hoy me tomé el día libre, paso por ti en la tarde para dar la vuelta. T.Q.M."

Había pasado casi una semana desde la última vez que ella había visto a Albert, el afortunado hombre con quien llevaba poco más de cinco meses de adorable relación. Stear, primo y socio del feliz novio, se había encargado de presentarlos en su última fiesta de cumpleaños.

Albert Andrew, un hombre alto, de cabello rubio y ojos color azul cielo, era dueño de una sólida y reconocida cadena de restaurantes y pasaba gran parte de su día trabajando. El ocupado caballero solía salir de trabajar cerca de la medianoche, justo cuando su novia ya estaba profundamente dormida, por lo que rara vez coincidían.

Él era 5 años más grande que ella y solía ser catalogado como una persona muy amable, caballerosa y optimista a morir. Albert, al igual que Candy, siempre tenía una sonrisa muy grande dibujada en su rostro y si había algo que la rubia adoraba de su novio, eran sus ojos tan expresivos, así como su dulce y cálida voz.

- "Pasa por mí a las 9 de la noche, mañana descanso y tengo ganas de salir a divertirme" - Le escribió la joven, mientras planeaba su itinerario.

- Sí, creo que a las 9 está bien – Se dijo, a sí misma, calculando el tiempo que le llevaría dormir una siesta y sumándole las dos horas que tardaría en arreglarse. Una vez que terminó de hacer sus cálculos, le envío el mensaje.

Hacía mucho tiempo que Candy no salía a divertirse, con el horario que ella tenía, le era imposible hacerlo y cuando por fin llegaba su descanso, la rubia prefería quedarse en casa durmiendo hasta muy tarde. Pero esa noche Candy aprovecharía que el chef le había dado el día libre, para poder celebrar su reciente ascenso.

El novio llegó puntual a las 9:00 en punto y tocó el claxon tres veces para hacerse notar. Luego esperar algunos minutos afuera, fue recibido por Stear, ya que la rubia todavía no estaba lista y parecía que no iba a estarlo durante los próximos 20 minutos.

Albert entró al departamento y esperó pacientemente en la sala, mientras platicaba de cosas banales con su primo.

- ¡Ya estoy lista! – Anunció Candy y salió del cuarto luciendo completamente deslumbrante.

Ella llevaba un corto y entallado vestido azul, se había soltado su largo cabello rizado y su maquillaje resaltaba sus hermosos y grandes ojos verdes; además se había puesto unas zapatillas bastante altas, ya que odiaba verse chaparra cuando salía con el empresario.

La joven saludó a su novio con un beso en la boca, luego tomó su abrigo y se despidió de su mejor amigo, pensando en que esa iba a ser una gran noche.

Si no te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora