Antes de subir al carro, Candy le mandó un mensaje a su novio para avisarle que iba a salir con sus compañeros de trabajo, ya que no quería que él fuera a buscarla al departamento y se preocupara al no encontrarla.
Durante el trayecto hacia el club, el celular de Terry sonó varias veces.
- ¿Por qué no contestas? – Le preguntó la rubia.
- Porque no quiero...
- ¿Es tu novia?
- No, es Annie.
- Ah, ya veo, no quieres que tu novia te haga una escena de celos...
El joven no pudo evitar reírse, al escuchar el comentario sarcástico de su acompañante.
- No es lo que tú crees, es solo que estoy 100% seguro de que Annie quiere que salgamos esta noche, pero por obvias razones no puedo salir con ella.
-¿Por qué no la invitas? A mí no me molesta que venga con nosotros.
- A ti no, pero créeme que a ella no le va a hacer ninguna gracia que tú me acompañes – Le respondió el castaño y sin decir más, apagó su celular.
Cuando llegaron al sitio escogido por Candy, Terry pudo ver un enorme letrero multicolor que decía "Copacabana", además de una enorme fila de gente esperando para entrar.
- No creo que nos dejen pasar, ¿ya viste la cantidad de personas que están esperando? – Dijo el joven algo irritado, ya que la paciencia no era una de sus virtudes.
- No te preocupes, yo tengo mis contactos – Le contestó la pecosa, guiñándole el ojo.
Stear llevó a Candy al Copacabana por primera vez, un par de meses después de conocerse. En ese entonces ambos tomaban clases de salsa y les habían recomendado ese lugar para que fueran a practicar lo aprendido en el aula.
No pasó mucho tiempo antes de que se hicieran clientes frecuentes del club. Anthony los acompañó en varias ocasiones y a pesar de que él nunca aprendió a bailar, disfrutaba del buen ambiente que tenía el lugar.
Candy se acercó hasta la entrada y le hizo una seña a Tomás, el cadenero. Él era uno de los mejores amigos de Stear y para su buena suerte acababan de encontrarse en la fiesta de cumpleaños de su amigo, por lo que estaba segura de que no sería un problema que los dejaran pasar.
-¡Candy! Dichosos los ojos que te ven, hacía mucho tiempo que no te dignabas a visitar a este simple mortal – Le reclamó Tomás, hablando en español.
- He estado bastante ocupada, Tom.
- Si no mal recuerdo, tiene más de un año que viniste por última vez.
- Y por lo que veo les ha ido bien, ahora viene mucha más gente que antes... Por cierto, ¿crees que tengas problemas si nos dejas pasar? - Murmuró la rubia.
- Por supuesto que no. Sabes bien que ni tú, ni tus amigos necesitan hacer fila para entrar.
Terry trató de seguir el hilo de la conversación, pero por más que intentaba procesar las palabras que entraban por sus oídos, no podía comprender nada de lo que ellos estaban diciendo. Por un instante, le pareció que ambos estaban hablando español.
Luego de un par de minutos, Tomás quitó la cadena que atajaba la entrada y los dejó entrar.
- ¡Que se diviertan mucho, chicos! – Les dijo al momento en que los dos jóvenes pasaron a su lado- No sabía que hablabas español – Masculló Terry, bastante sorprendido.
- Hay muchas que no sabes de mi – Le respondió Candy, mostrándole una sonrisa coqueta.
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Si no te hubiera conocido
Fanfic¿Qué pasaría si llegaras tarde a la vida del amor de tu vida? ¿Lucharías por el o te darías por vencida? Candice se dará cuenta que la vida no siempre es color de rosa, que el amor no siempre trae felicidad y que en algunas ocasiones, desearía no ha...