De regreso a la realidad

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Después de platicar con Susana, Annie se fue al departamento de su novio, en donde ambos cenaron juntos y donde al cabo de una hora casi en completo silencio, se fueron a acostar. Archie se durmió enseguida debido a que se sentía muy cansado, pues al no estar Candy ni Terry en el restaurante, el joven se había quedado a cargo de todas las responsabilidades y ese era un trabajo bastante agotador para alguien inexperto como él.

Annie, en cambio, comenzó a dar de vueltas en la cama, al no poder dejar de pensar en la bajeza que había cometido un par de horas antes. Muy en el fondo, la hostess sabía que se había excedido al dejarse llevar por el resentimiento que aún tenía hacia Terry. Después de todo, él siempre le restregaba en la cara lo feliz que era con "su Candy" y eso era algo que la pelinegra no podía seguir soportando.

Esa noche, la joven no solo le había contado a Susana acerca de la relación que su ex amante mantenía con la rubia, sino que además, le había dado la dirección de su departamento y le había descrito perfectamente la apariencia de su rival, no sin antes asegurarle que la pecosa sabía perfectamente del estado civil del castaño.

En ese momento Annie se había sentido muy satisfecha con su fechoría, pues confiaba en que Susana le daría un buen escarmiento a Candy; pero conforme fueron pasando las horas, la culpa comenzó a atormentarla cada vez más; sobre todo cuando recordó que ella alguna vez había estado en esa misma situación.

– ¿Cómo pude haber hecho eso? – Se preguntó a sí misma mientras se llevaba las manos a la cabeza - ¿Y si esa psicópata le hace algo a Terry? – Pensó y el temor se apoderó de ella rápidamente.

El castaño le había contado alguna vez que Susana estaba realmente loca y que cuando se molestaba podía llegar a ser bastante violenta. El hecho de que esa mujer pudiera lastimar al objeto de sus más profundos deseos, en un arranque de celos, hacía que se le detuviera el corazón.

– No, no quiero que le pase nada malo a Terry, tengo que advertirle – Murmuró y se levantó de la cama velozmente.

Annie no sabía que Terry había cambiado el número de su celular, así que marcó varias veces, sin ningún éxito. Ella trató de mandarle un WhatsApp, pero al hacerlo, descubrió que la cuenta ya no existía. Por último, la joven intentó mandarle un mensaje de texto, pero este nunca pudo enviarse.

– ¡Maldita sea! – Gruñó molesta y se sentó en el sillón tratando de pensar en un plan B.

Un par de minutos más tarde, pasó por su mente el nombre de Candy y llegó a la conclusión de que lo más probable era que Terry estuviera con ella; el único problema era que la pelinegra no tenía su número y no quería despertar a Archie para pedírselo. Annie sabía que si lo hacía, tendría que contarle todo lo que había hecho y eso era algo que le daba mucha vergüenza.

Después de mucho meditarlo, la joven tomó a escondidas el celular de su novio y se lo llevó a un lugar apartado para hurgar en el artefacto; para su buena suerte el teléfono no estaba bloqueado, así que copió el nombre de la rubia y le marcó varias veces, pero nadie contestó. Resignada, regresó a la cama y comenzó a rezar por Terry, pidiéndole a Dios porque nada malo le ocurriera al castaño. Y es que aunque se negaba a aceptarlo, en el fondo ella seguía enamorada de él.

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Mientras tanto, en El Paso, Angie fue a despertar a Candy al mediodía, ya que la familia de la novia iba a hacer una comida en su casa y los habían invitado. Todos saldrían del hotel en hora y media para acudir a dicho evento.

Sobra decir que la pareja tenían una cruda espantosa y por un momento pensaron en rechazar la invitación, pero al final decidieron ir, pues ese era su último día de vacaciones antes de regresar a Nueva York y querían disfrutarlo al máximo.

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