Brooklyn para dos

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La vida de Terry nunca había sido fácil. Él era el mayor de tres hermanos, su madre era ama de casa y su padre trabajaba en una constructora. Su papá era alcohólico y desde que Terry tenía uso de razón, había sufrido maltrato físico de su parte.

Ellos vivían en una casa humilde a las orillas de la ciudad de Milwaukee. Y el castaño aprendió, desde muy pequeño, lo que era tener que trabajar para poder ganarse el pan que se llevaba a la boca. Poco después de terminar la preparatoria, el joven huyó de su casa, ya que no soportaba seguir viviendo de esa manera.

Terry creció lleno de resentimiento hacia su padre, quien no hacía otra cosa que maltratar y humillar a su familia; pero él también sentía un gran rencor hacia su madre, quien permitía todos esos abusos.

Fue por esas razones, que el castaño siempre fue un niño solitario y nunca permitió que ninguna persona se acercara lo suficiente, como para que tuviera el poder de lastimarlo. Cuando él creció, se convirtió en un adolescente conflictivo y era muy común que se encontrara metido en algún problema. Desde ese entonces, el joven solía tener mucha suerte con las mujeres, pero él nunca tomó a ninguna en serio, y es que él estaba convencido de que el amor era una pérdida de tiempo y por lo mismo, siempre evitó enamorarse.

- ¿Terry? ¿En qué piensas?

- Disculpa, estaba recordando mi niñez... Yo nací en la ciudad de Madison, pero cuando cumplí dos años, mi familia se mudó a Milwaukee.

- ¿Tienes hermanos?

- Sí, tengo una hermana de 20 años, que hace poco se casó y un hermano de 17, que aún vive con mis padres.

- ¿Cómo fue que llegaste a Nueva York?

- A los 18 años, me fui de mi casa porque quería conocer el mundo y vagué por varias ciudades del país durante dos años, hasta que por fin llegué a Nueva York. Cuando recién llegué, estuve trabajando de auxiliar de limpieza en un pequeño restaurante, pero poco tiempo después, encontré trabajo de lavaplatos en el hotel y me di cuenta de lo apasionante que era trabajar en una cocina. Tuve que esforzarme mucho para ir subiendo de puesto, pero valió la pena - Dijo Terry, con algo de orgullo.

A Candy le parecía muy interesante todo lo que el castaño le había contado, pero ella se moría por saber sobre su vida sentimental – ¿Con cuántas chicas saliste, durante todo ese tiempo que vagaste por el mundo?

- No podría darte una cifra exacta, porque sinceramente nunca he llevado la cuenta.

- ¿Has tenido alguna novia formal?

- No soy de los que tiene compromisos formales, me gusta vivir el momento y si las cosas se dan, bien... Y si no, también.

¿Te has enamorado?

- Para ser honesto, no creo mucho en eso del amor.

Candy se incorporó de golpe, ya que no le había agradado mucho la respuesta de su acompañante. ¿Cómo podría salir con alguien que no creía en el amor? Si ella era una fiel creyente del amor a primera vista y de las almas gemelas.

- ¿Por qué no vamos a caminar? Ya me cansé de estar aquí – Le dijo la rubia, quién lo único que quería en ese momento, era sacar de su mente lo que acaba de escuchar.

Los dos caminaron un buen rato tomados de la mano, mientras platicaban de cosas triviales. Ellos estaban enfrascados en una discusión sobre técnicas de cocina, cuando se toparon de frente con Anthony, quién también estaba en el parque, paseando a su bebé.

Candy se sorprendió mucho al verlo, el rubio se sorprendió aún más al ver quién la estaba acompañando. Él le lanzó una mirada de decepción a Candy y ella soltó rápidamente la mano de su acompañante. Anthony volteó su rostro hacia el castaño y lo miró con desapruebo; Terry bajó la mirada, en el fondo, sabía por qué lo estaban mirando así.

Si no te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora