Susana

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Una vez que Annie salió de la cocina, todos se quedaron en completo silencio. Candy, por su parte, estaba petrificada y la palabra "esposa" se repetía en su mente, una y otra vez.

La rubia trató de convencerse de que todo era un invento de Annie para molestarla, pero cayó en la cuenta de que eso era imposible, ya que ella había sostenido su versión con mucha seguridad, enfrente de todos sus compañeros. Además, Terry no había hecho nada para desmentirla, así que con mucho dolor, tuvo que admitir que todo lo que la pelinegra había dicho era cierto.

Ella siguió explicando el menú, como si nada hubiera pasado. Paty y Archie se quedaron viendo con cara de incredulidad, ya que ninguno de los dos sabía que Terry estaba casado. El castaño se quedó en silencio, pensando en la manera tan cobarde en que Annie se había vengado de él.

Después de terminar de hablar, Candy se fue al baño a tomar un poco de aire y aprovechó para echarse agua en la cara, con el fin de relajarse un poco. Ella aún no se hacía a la idea de que lo que había escuchado era verdad.

Los jóvenes amantes permanecieron en silencio por el resto de la tarde. Terry no se atrevió a acercarse a la rubia por temor a ser rechazado públicamente. Él estaba convencido de que ellos tenían que hablar, pero sabía que tenían que hacerlo a solas; lo único que el cocinero deseaba en ese momento, era que ella pudiera entender sus motivos.

Al final del turno, Candy mandó al castaño a limpiar la cámara de refrigeración, con la finalidad de hacer tiempo para poder escaparse de él. Terry le había pedido que hablaran saliendo del hotel, pero ella no quería hablar con él, ni esa noche, ni nunca.

- Archie, ¿será que puedas ayudarme con el pedido de almacén? No me siento muy bien y me gustaría irme a mi casa temprano – Le Dijo Candy a su subordinado, quién aceptó sin decir una sola palabra. Él sabía muy bien cuál era la verdadera razón por la que Candy quería irse temprano, no tenía que ser muy inteligente, para darse cuenta de que las palabras de Annie la habían calado de manera profunda.

Veinte minutos antes de las once, la rubia se fue a cambiar de prisa a los vestidores y cinco minutos más tarde, salió del hotel rumbo a la casa de Albert, donde tenía la intención de concluir, de una vez por todas, esa plática pendiente.

En el camino, la joven recordó la conversación que había tenido con Annie en el comedor, así como las palabras que Anthony le había dicho en el bar; también vinieron a su mente las llamadas que vio en el celular y la charla extraña que había escuchado en el departamento de Terry. Ella no entendía cómo había sido tan tonta para no darse cuenta de todas esas señales.

Al llegar a su destino, Candy tocó la puerta un par de veces y fue el mismo Albert quien le abrió y la recibió con un gran abrazo – Chaparrita, no tienes idea de lo mucho que te extrañé, no sabes cuánto deseaba volver a verte, para abrazarte y besarte – Le dijo él, uniendo sus labios tiernamente con los de ella; pero Candy no le correspondió su beso - ¿Qué te pasa? – Le preguntó él, confundido.

- Albert yo.... – La joven comenzó a llorar y no pudo continuar hablando. El hecho de ver a su novio, le hacía recordar todo lo que había ocurrido con Terry.

El rubio estaba desconcertado, no sabía por qué razón su novia estaba llorando de esa forma. La única razón lógica que encontró, fue porque lo había extrañado mucho, así que la abrazó con más fuerza, en un intento por hacerla sonreír.

- No te voy a mentir, había pensado en qué saliéramos hoy a una fiesta de caridad; Va a ser una cena con fines políticos y aunque no me gusta ir, en esas reuniones suelo conseguir buenos clientes para el restaurante. Pero creo que lo mejor será que nos quedemos en casa, es tarde y tú no pareces estar de buen humor.

Si no te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora