Capítulo 12

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El camino avanzaba mucho más rápido, las ruedas se deslizaban sobre los rieles cual si fueran nubes, vivir en una fantasía no era bueno, sin embargo, vivir una fantasía, se quedaba corto en comparación con lo que él estaba disfrutando ahora

El viaje en el tren nunca había sido tan placentero, no es que dejara de ser incomodo o cansado, pero en ninguna ocasión anterior había tenido tan buena compañía, si bien es cierto tenia ciertas preocupaciones al respecto, esas eran lo de menos, llevaba consigo su mayor tesoro, un sueño al que había renunciado hacia tanto tiempo, había logrado conseguir un camarote privado en el tren, el cual compartía con Karen y Albert, jamás había sido del tipo precisamente sociable, pero conversar con Albert siempre se le había dado en forma natural desde que se conocieron y aun con amnesia Albert seguía teniendo el mismo carácter y la misma forma de ser que le hacía entrar en confianza, Karen, bueno era la única que lo toleraba tal cual era, quizá porque se parecían tanto, había llegado a apreciarla sinceramente, más ahora que se había vuelto su aliada y Candy, bueno ella era otra cosa, solo estar cerca de ella hacia que su mundo girara, tenía el poder de convertir el día más gris en un soleado día de verano con tan solo mirarlo, y ni decir el poder arrollador que tenía una sola de sus preciosas sonrisas, estaba feliz, que más daba que faltaran meses para acabar la gira, en la compañía de ella podía ir al fin del mundo con una sonrisa de oreja a oreja.

Logro también acomodar a los guardaespaldas justo a la par de ellos, así su seguridad estaba garantizada, le había agradado la forma tan discreta de trabajar de ellos, eran muy eficaces en cuanto a su trabajo, lo que le daba tranquilidad

Había hablado con Robert y este había quedado encantado con la idea de que Candy fuera la enfermera oficial de la compañía durante el viaje, Terry no quería que se sintiera obligado a pagar, pues el solo quería que Candy se sintiera útil, pero Robert se negó, él le dijo que de hecho le ayudaba mucho pues la gira era larga y ya había pensado en cómo conseguir ayuda médica para cualquier emergencia, ahora con Candy trabajando para ellos se quitaba un peso de encima y encantado le pagaba un sueldo a la rubia

También habían aprovechado la reunión de la compañía antes de salir de Chicago para presentar a Candy oficialmente con todos los miembros de la compañía como la esposa de Terry, la señora Dulce Graham, explicaron también el porqué de sus disfraces y a nadie le sorprendió que el actor quisiera mantener anónima la verdadera identidad de su esposa, conociéndolo sabían que no era muy dado a que nadie se entrometiera en su vida privada, solo le quedo un poco de inquietud al distinguir la presencia de Niel en la estación antes de partir de Chicago, este no lo había visto, pues parecía no querer ser visto, no logro ver bien con quien se besaba apasionadamente, al menos Candy ya estaba segura en el camarote y resguardada por Albert y los guardaespaldas por lo que no lo vio, esperaba que solo se tratase de una desafortunada coincidencia, eso sumado al hecho que casi no había visto a Susana, por alguna razón la había visto hasta cuando llevaban casi la mitad del recorrido, eso era un alivio.

A pesar de todo no podía evitar un poco de preocupación, se alegraba interiormente el haber sido siempre tan buen previsor, él nunca había sido dado a gastar más de lo necesario, y al saber que llevaría a Albert con él había comenzado a ahorrar desde tiempo atrás, sin imaginarse que además se llevaría a la rubia de sus sueños también, no es que eso lo dejara en la ruina, pero agradecía tener un fondo de ahorro pues ahora tanto Albert como Candy dependían de él, y eso lo preocupaba un poco pues desde que conoció a Candy pudo observar el lujo en sus vestidos, seguramente el famoso tío abuelo la quería mucho, pues por más que se quejara Eliza o quizá por eso se quejaba, la rubia siempre tenía en su guardarropa los más finos vestidos con sus respectivos zapatos y sombreros, bolsos, todo lo que necesitara una chica ella lo tenía (no es que él se fijara en esas cosas, pero tratándose de su pecosa, pues...) y todo de la mejor calidad, por lo tanto los más costosos

perdonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora