perdonar

Capítulo 21

El elegante, guapo, imponente, he dicho precioso, bueno también recontrarequete apuesto actor Terrence Graham caminaba a paso firme saliendo de la estación de trenes, acompañado por supuesto de su bellísima esposa la señora Dulce Graham, la compañía de teatro había llegado a New York, pero nadie parecía llamar tanto la atención como la pareja de esposos Graham, cada periodista quería una foto de ellos, todos disparaban preguntas unas tras otras.

Terrence como siempre no cambiaba su expresión seria e inmutable, Candy en cambio no paraba de enamorar a la prensa con su preciosa sonrisa, antes de subir al vehículo la pareja se detuvo un momento y Terrence se dirigió a los periodistas

—señores agradecemos el recibimiento, pero ha sido una gira larga y necesitamos descansar, hasta otra ocasión

Ya que él siempre era tan escueto en sus expresiones para con la prensa, los periodistas se dieron por satisfechos de al menos haber recibido unas palabras del actor y las fotos que le tomaron a la rubia, por lo que ya habiéndose retirado el matrimonio se dispusieron a buscar a los demás miembros de la compañía, pero con toda la atención que obtuvo el matrimonio Graham, nadie se percató de que el Duque, sus hijos, Eleonor, Albert y Karen se adelantaban a tomar sus vehículos, todo había sido planeado así, para que no hubiera que dar explicaciones extra y es que aparte de Robert nadie sabía que Terrence era un Grandchester, hijo del Duque de Grandchester y además su heredero, aunque en esto él no estaba muy de acuerdo.

Todos llegaron a la mansión de Eleonor, los hermanos de Terry se quedarían allí también, Karen se dirigió a su casa mientras que Albert decidió pasear por los jardines de la mansión esperando a que la pareja se instalara pues Terry debía llevarlo al departamento, Eleonor había dispuesto para ellos una amplia habitación un tanto alejada del resto que les daba la privacidad que un joven matrimonio necesita y valla que sí que lo necesitaban.

Y como las costumbres no se pierden los consentidores padres de Terry mandaron a descansar a Candy nada más la vieron que mostro un leve signo de cansancio, ya habría tiempo más tarde o mañana de hacer otras cosas pero lo primero era cuidarla, así que muy mimada y apapachada por su castaño la rubia subió a descansar en la habitación de la pareja, Terry aprovecho a que ella dormiría un rato para llevar a Albert a su departamento y dejarlo instalado, le mostro la zona e indico todo lo que debía saber para orientarse en el lugar, después de conversar un poco y hablar sobre lo que harían en los próximos días se despidieron y Terry partió hacia la mansión de Eleonor.

De camino a la mansión de Eleonor no pudo evitar pasar a una tienda, se había enamorado de una prenda que vio en la vitrina, también paso a una florería y llevo tres ramos, uno pequeño para su hermana, uno grande para su madre y otro formado solo por rosas y narcisos para su amada esposa, las tres damas estaban alagadas por el detalle del castaño, en especial la rubia menor al despertar de su siesta y encontrarse con el hermoso arreglo, pero si las flores la emocionaron, la caja que estaba a su lado la hizo llorar, al abrir la caja se encontró con un hermoso vestidito rosado con su gorrito y zapatitos, Candy volvió la vista hacia Terry quien la miraba enamorado

—estaba en una vitrina y no me pude resistir, al solo verlo sabía que era para nuestra pecosita

—ohh Terry, fue lo único que pudo decir su rubia pecosa antes de abrazar fuertemente al castaño

— ¿qué pasa Candy?, ¿acaso no te gusta?, ¿porque lloras?

—no, no es eso amor, es que soy tan feliz

—yo también mi pecosa, me haces muy feliz

Y así sin decir más sus labios se buscaron demostrándose su amor nuevamente, las palabras al igual que la ropa comenzaban a sobrar, mientras que afuera de la habitación colgaba un rotulo que casualmente había desaparecido del ultimo hotel donde se hospedo la pareja, provocando que cualquier curioso se alejara al solo leerlo.