Capítulo 14

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Capítulo 14


Karen se encontraba terminando de arreglarse, siempre fue vanidosa, pero ahora el verse bella se había convertido en casi una obsesión, todo desde que cierto rubio de ojos azul como el cielo aparecieran en su vida dándole vueltas a su mundo, nunca se consideró una mujer tímida, todo lo contrario ella siempre mostro su fuerte carácter que casi rallaba en la arrogancia, pero ese carácter quedaba totalmente reducido al ver los bellos ojos del rubio mayor y entonces se convertía en una joven como cualquier otra, llena de nervios y la necesidad no solo de verse bien, si no de ser la más bella ante esos ojos que sin que ella aun lo haya determinado de comprender solo la miran a ella.

Pues de igual forma Albert no puede evitar toda la nube de sensaciones que se le vienen encima como avalancha al estar cerca de Karen y el no tenerla cerca es peor, pues se le activa otro huracán de sentimientos que lo funden en la obscuridad al no sentirla cerca, el poder verla, conversar o sentir su mano tomar su brazo casualmente cuando le acompaña a cualquier lado es todo lo que hace que su día brille con una fuerza deslumbrante, pero aun a pesar de todo ese sentimiento que en una forma sincera y decidida ya se había instalado en su pecho el rubio mayor no se atrevía a cortejarla y prácticamente se obligaba a sí mismo a no avanzar más allá de una fraterna amistad, era fácil con Candy, amaba la rubia, como no hacerlo si ella se apodera fácilmente del corazón de quienes la conocen y estaba seguro que al recuperar su memoria vería que su amor por ella es todavía más fuerte que el que siente actualmente, pero la diferencia es que a Candy la amaba si pero como a una hermana y eso era tan puro y sincero que no tenía inconveniente en demostrarlo; pero a Karen no.

Claro que no, Karen llenaba su corazón pero de una forma muy diferente, a ella la veía como una mujer, no solo como una mujer, si no como la mujer con la que quería estar el resto de sus días, pero... si solo pero y si al recobrar la memoria descubre que ya tiene familia esperándole, como saber si no está casado, o tiene a alguien ya esperándole, hijos tal vez, no tenía forma de saberlo y no quería lastimar a Karen si eso pasaba, ella no lo merecía, ahhh si tan solo hacerlo fuera tan fácil como pensarlo, y es que si seguía así no iba a poder seguir conteniendo las poderosas ganas por probar sus labios y perderse en ellos terminando de olvidar toda precaución tomada.

Terry le ayudaba a Candy a ponerse la peluca, desde un inicio se dio cuenta que era impráctico estar molestando a Karen con esos detalles que el fácilmente podía hacer, así que con unas cuantas instrucciones de su colega aprendió en forma veloz a ponerle y quitarle la peluca a la rubia, incluso había aprendido a acomodar su cabello de forma que no se notara bajo la peluca, le ayudaba también a colocar el sombrero el cual siempre llevaba un velo de tul que cubría sus ojos así cuando algún reportero les tomara fotografías su rostro y ojos quedaban cubiertos levemente evitando que fuese fácilmente descubierta.

Candy no se quedaba atrás, como ya era su costumbre siempre procuraba ayudarle a colocarse el chaleco y el saco, hasta en más de alguna ocasión lo sorprendió ayudándole a peinar su cabello y aunque en un inicio se sintió apenado por sus atenciones y su orgullo le decía que él podía hacer esas cosas por sí mismo y que no era un bebe, la verdad es que amaba esa intimidad a que habían llegado, esa confianza que sentían el uno con el otro, así que poco a poco quedo la costumbre de que fuera ella quien le peinara el cabello a Terry, mientras él le ayudaba con el de ella a la rubia, y es que acaso podía ser de otra manera, no definitivamente no, disfrutar del cálido toque de sus manos ya sea a través del peine o cuando tocaba directamente su cabeza y cabello al peinarlo era un maravilloso sueño, cada roce inocente con sus maravillosos dedos, ya sea cuando le acomodaba la ropa o el cabello y era suficiente para subir su nivel de felicidad a grados insuperables, eso sin contar las descargas eléctricas que su cuerpo sufría, realmente existía la felicidad y apenas la estaba comenzando a saborear.

perdonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora