Capítulo 17

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Anthony seguía acompañando a Lucia y ayudándole en todo lo que podía, a pesar de que la chica era bastante independiente el sentía el deber de protegerla, pues a veces a pesar de su carácter podía pecar de ingenua y sentía que se arriesgaba demasiado, sentía mucha confianza con ella, ese día en especial el rubio menor se encontraba más cabizbajo de lo normal, por lo que Lucia preocupada le pregunto qué pasaba y él le comento lo que había platicado con la tía abuela sobre los últimos hallazgos del señor Watson, ella trataba de darle ánimos, le dolía ver tan triste al rubio menor.

Si estás cansado y muy solo

Y no tienes con quien hablar

Si te hace falta alguna ayuda

No lo pienses más

Te podre alcanzar

Estés donde estés.

Llámame, llámame,

Si me necesitas

Llámame, llámame,

Si me necesitas

Tu llámame yo estaré

Así el rubio pasaba sus días con el corazón en un hilo preguntándose en donde estaría Candy, pensando si algo malo le había sucedido, sintiéndose culpable por todo lo ocurrido, pero decidido a no darse por vencido hasta saber que ella estaba bien.

En otro lugar después del desayuno la compañía tomo el tren para ir a la próxima ciudad y en un compartimento privado como siempre los dos rubios acompañados de los castaños de su corazón compartían amenamente el viaje, todos se desvivían mimando la rubia que no podía con tanta felicidad, aunque no era en la forma que lo soñó, la vida le estaba regalando una maravillosa oportunidad, Terry le demostraba a cada instante cuanto la amaba y ahora podía darse el lujo de soñar con la familia que siempre quiso, una como la que ella necesito de niña y que ahora podría tener, no podía estar más agradecida por ello.

Al llegar al hotel Terry se apuró en que Candy descansara en la habitación y es que no había mentido cuando dijo que la sobreprotegería, claro que aprovechaba a acostarse a su lado y prodigarle muchos mimos y cariños, le hablaba a la pancita llenando de ternura a la rubia

—creo que tendremos que ir de compras pecosa

—que necesitas comprar Terry

—para mi nada, eres tú la que ya necesita un nuevo guardarropa, aunque para tener ya 4 meses déjeme decirle señora mía que no se le nota nada, decía mientras acariciaba su pancita que aún no se notaba

—pero amor, como tú dices, aún no se me nota y podemos esperar para comprar ropa

—mmmm te he dicho lo mucho que amo que me llames así, dijo mientras tomaba su rostro besaba sus labios sin prisa disfrutando de la suave boca de su pecosa que le respondía amorosamente, poco a poco fue cortando el beso dando pequeños y cortos besos

—y no pecosa no podemos esperar, como crees que voy a arriesgarme a que mi pecosita ande toda apretadita allí dentro, le decía acariciando la pancita

—eres tan dulce Terry

Tan bello momento fue interrumpido por la gusana, digo Susana (la costumbre disculpen jaja) que toco la puerta de la pareja y un castaño con cara de pocos amigos le había abierto y preguntaba que quería

—solo venía a recordarte que hoy ensayaremos más temprano Terry, digo Terrence, corrigió al ver la expresión de disgusto del castaño

—gracias Susana pero no soy un niño y no necesito recaderos, ya Robert nos había avisado a todos recuerdas, ahora si me disculpas estamos ocupados, respondió molesto el castaño y cerró la puerta

perdonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora