Capítulo 10

1.9K 150 32
                                    


                 La mañana había llegado, se sentía extrañamente feliz y descansado como no lo había estado en años, aunque con un ligero adormecimiento en el brazo izquierdo, pero era lo de menos, se sentía completo como no lo había estado en nunca quizá, intento moverse pero un ligero peso en su pecho lo detuvo, de pronto percibió un delicioso aroma a rosas, si, aquel aroma que amaba, de pronto tomo conciencia, abrió los ojos y frente a el apareció la imagen más hermosa que sus bellos ojos podían contemplar, era ella, oh por todos los cielos hace cuanto había renunciado a soñar con ella, a permitirse imaginársela a su lado y ahora allí estaba dormida en su cama, con su cabeza sobre su pecho abrazada a él, con su hermoso cabello rubio con sus rebeldes y preciosos rizos desperdigados a lo largo de su hombro y brazo, podía sentir su cálida respiración sobre su pecho, existía acaso felicidad más grande, bueno que ella despertara y lo dejara amarla sin límites, pero eso era un sueño aún más grande y por ahora se sentía más que complacido con la dulce realidad que tenía frente a él, no quería ni moverse para no perturbar su sueño, pero no podía evitar que al contacto de su suave cuerpo tan cerca del suyo hiciera estragos en sus instintos, no podía negar que la amaba con la misma fuerza que la deseaba, pero no quería asustarla, suficiente tenía la pobre con todo lo que había pasado, además había prometido respetarla, que difícil tarea, es como decirle a un hambriento que solo puede ver la comida pero no puede tocarla, y así en medio de la deliciosa tortura de la que era objeto y a la que ni loco quería renunciar unos golpes en la puerta llegaron a interrumpir tan bello despertar, pues con el ruido la rubia abrió sus ojos posando sus bellas esmeraldas en sus ojos un tanto avergonzada por despertar en semejante posición a lo que Terry le dio su pícara sonrisa y la saludo

—buenos días pecosa

Candy ruborizada hasta las orejas se separó un poco de él y le dio un golpe en el brazo —Terry deja de llamarme pecosa, y buenos días le dijo todavía un poco apenada

los golpes en la puerta seguían por lo que a regañadientes Terry se levantó y fue a ver quién interrumpía su tan bello despertar al medio abrir la puerta para atender, la persona que estaba al otro lado la abrió ingresando sin siquiera haber sido invitada

—buen día Terry, le saludo melosa la gusana (nah hoy se lo merece así que así se queda jajaja)

—con qué derecho entras a mi habitación sin ser invitada y mi nombre Terrence, Susana ya te he dicho que mi nombre es Terrence

—solo venía a traerte para que bajemos a desayunar responde Susana sin inmutarse por el reclamo de Terry

—Susana de qué manera tengo que recordarte que no me gusta que interrumpan mi privacidad y si no recuerdas no estoy solo estoy con mi 'esposa' y nos estas interrumpiendo le dijo molesto el castaño, en ese momento gusi se percató que en efecto había una mujer en la cama pero no tuvo ni tiempo de ver a Candy, pues ya Terry la había tomado del brazo y la había sacado de la habitación, —te recuerdo que te he dicho claramente que solo somos compañeros de trabajo y no me gusta que te tomes ningún tipo de confianza conmigo, le dijo antes de cerrar la puerta en su cara

Al cerrar la puerta y volver la vista buscando a Candy, está ya se encontraba de pie colocándose una bata sobre su camisón, inmediatamente noto que estaba incomoda pero antes que él pudiera preguntarle nada ella le hablo

—disculpa por todas las incomodidades y problemas que te estoy ocasionando Terry, dijo con una expresión un tanto extraña

—ya hemos hablado anoche, no estas causándome ninguna molestia, a que viene eso pecosa

—bueno es que no quisiera que por mi culpa tuvieras problema con tu 'amiga' Susana

—primero que nada Susana no es mi amiga, y no voy a tener ningún problema con ella ni con nadie, porque el comentario

perdonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora