2 - Más allá de los cómics.

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2-  Más allá de los cómics.

Un, dos, tres.

Sus pequeños pies se hundían en la tímida nieve de primeros de Diciembre. Regresaba a casa cabizbajo y como siempre hacía este particular viaje de regreso de la escuela en solitario, siempre solo.  El incidente en los vestuarios no hacía ni dos horas que había ocurrido. No, no se encontraba bien ¿Pero eso a quien le importaba? No parecía ser importancia de nadie a decir verdad, eso sí, el chisme seguramente ya había recorrido todo el pueblo al igual que los vídeos y las fotos que le tomaron.

Vivía en Lewiston, un pequeño pueblo al norte de Idaho. Eran aquellos típicos pueblos donde todos se conocían, esos pueblos donde los chismes no tardaban más de un par de horas en llegar de un vecindario a otro. ¿Quién no conocía a Tyler Jones? Después de tener ese enorme historial a sus espaldas gracias al borracho de su padre era imposible que alguien no hubiese oído hablar de aquel marginal muchacho. Los niños dicen que vive en una familia de locos y en parte tienen razón. Su padre prefiere compartir buenos momentos con sus “colegas del bar” en vez de pasar buenos momentos con sus hijos. La noche anterior este mismo llegó borracho a casa. Buzz bajó desde su habitación hasta la cocina pues la sed le atormentaba demasiado y al encontrarse con su padre este no tuvo otra cosa que hacer que desquitarse con el joven a base de golpes.

Si todo el incidente de los vestuarios fue frenado de alguna manera fue gracias a Anna. Esa alta mujer de cabello rojizo y rizado, de unos cuarenta años de edad,  era la asistenta social que se encargaba de llevar el caso de Tyler, es decir, de Buzz. Por suerte ella estuvo en los alrededores cuando todo ocurrió y las risas y gritos eran fáciles de ser escuchados, no tardó ni un segundo en echar a todos los alumnos de aquel baño para acercarse a Buzz e intentar consolarle pero de poco sirvió, ya estaba destrozado. Le prometió que a todos aquellos les iba a caer un buen castigo, a Billy Jenkins, a Kevin Gardener, a Steve Echols y a los demás.

Como si eso fuese hacerle sentir mejor…

Ya hacia algunos años que esta asistenta social iba de vez en cuando a la escuela para charlar con Tyler, porque sí, aquel era su real nombre, Buzz no era más que un apodo el cual se había acostumbrado a portar desde bien pequeño. Se reunían en una de las aulas vacías y esta solía preguntarle cómo iban las cosas por casa “todo bien” solía responder pero ella sabía que las cosas no iban para nada bien. Antes solían reunirse en casa, claro, antes de que su padre después de una fuerte discusión la echara prácticamente a patadas de allí, obvio Anna no volvió por el lugar y bien que hacía.

Y fue un claxon a sus espaldas lo que hizo que su mente se despejase repentinamente de todas aquellas ideas.

Se dio media vuelta y la vio metida en su coche. Era ella, morena a diferencia del rubio cabello de Buzz. De rasgos marcados y serios, era ella…Kelly, su hermana mayor. Quizás la única persona que le entendía en aquel cruel mundo.

— ¿Dónde estabas? — Preguntó Kelly a medida que Buzz entraba en el interior del coche.

—Camino a casa.

—Oh, claro, puedo ver eso pero tú sabes a lo que me refiero — Obviamente su hermana estaba informada de lo que había ocurrido.

—Te llamarón varias veces y al ver que no venias me dejaron ir — Buzz dejó caer la mochila entre sus piernas, su actitud seguía derrotista y con su cabeza cabizbaja casi todo el tiempo — Anna intentó llamarte pero no dabas señales de vida.

—Sí, he estado hablando con ella — Respondió Kelly. El coche estaba en marcha otra vez —  No he podido ir antes por el curro…ya sabes como de gilipollas se pone mi jefe cuando le pido algo, no podía dejar el restaurante, ojala hubiese podido, créeme hermanito, ojala hubiese podido.

Donde habita la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora