3 - Después del silencio.

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3 - Después del silencio. 

Los veranos, cuando su madre aún estaba entre ellos solían hinchar una de aquellas enormes piscinas de goma en el jardín trasero. Kelly y Buzz  pasaban casi todo el día allí, les encantaba aquellos chapuzones donde las ahogadillas estaban presentes en cualquier despiste de uno de los dos. De alguna manera escapaban de la realidad, de la cruda realidad que era su vida. Olvidaban las palizas que este le daba a su madre, las discusiones, las continuas vejaciones por su parte y ese infierno que cuando él no estaba en casa siempre se desvanecía y el mundo se convertía en un lugar agradable y feliz, ellos tres lo eran.

El verano anterior a que su madre desapareciese la piscina acabó pinchada, el agua se desparramo por todo el jardín y por poco llegó a inundar el interior de la casa. Hacía ya casi una década desde que la habían comprado. Buzz lloraba desconsoladamente, Kelly intentó arreglarla durante todo el día, puso parches, trozos de tela e incluso intentó cerrar el orificio roto con un trozo de cuerda; fue en vano.

Se ha roto mamá, se ha roto.

Le decía el pequeño a su madre entre lágrimas cuando esta llegó del trabajo. Su hermana le explicó lo que había ocurrido y que no había encontrado forma de arreglarlo, la piscina estaba rota y tendrían que comprar otra. La situación económica por aquel entonces no era realmente buena. Nunca lo había sido pero en aquellos tiempos era más lamentable incluso, su madre trabaja casi más de doce horas diarias mientras su marido se largaba, había noches que ni regresaba, se fundía el dinero en sus vicios, cuando llegaba de mal humor y de alcohol hasta el culo se dedicaba a amargarles la existencia a los tres. Más que nunca en aquella época tenían que mendigar, pedir dinero prestado, vivir de la caridad de los benevolentes.

Todo tiene arreglo en esta vida hijo, todo menos la muerte, lo arreglaremos.

Y era cierto. Consiguió arreglarla, pasaron unos días hasta que pudo comprar uno de aquellos parches que vendían en la vieja tienda de la Señora Palm donde podías encontrar cualquier tipo de cachivache a un módico precio.

Gritó y saltó de alegría, su encantadora piscina volvía a estar rebosante de agua, volvían a estar felices, él y su hermana podrían seguir pasando las largas y aburridas tardes de verano allí. Todo se lo debían a su madre, Buzz comprendió que todo tenia arreglo en esta vida.

Lo comprendió, nuevamente lo hizo.

Los segundos parecían minutos, su hermana estaba cada vez más cerca de alcanzar una de sus piernas y trocearla en mil bocados. Al recordar lo que su madre hacia unos años le dijo entendió que no podía hacer nada por su hermana; ella estaba muerta. Él en cambio no, seguía vivo, debía sobrevivir, no podía permitirse rendirse tan fácilmente y echar a llorar como hacía en antaño cuando algo se estropeaba.

Todo va a salir bien se dijo a si mismo. De un veloz movimiento esquivó a lo que quedaba de su hermana que intentó poner sus garras sobre él, se apartó y con alguna que otra dificultad se puso en pie, lo hizo. Rápidamente miró a su alrededor, buscando una salida. Quedarse en la cocina no era una opción viable, el cadáver reanimado de Kelly estaba consiguiendo acecharle de nuevo  y no dudaría ni por un momento en atacarle.

Las cosas en el exterior parecía que tampoco iban del todo bien pues un montón de gritos, sirenas y ruidos extraños podían llegar a las orejas de Buzz. Subir al piso de arriba tampoco era una posibilidad, Kelly le atraparía, debía ir hacia el sótano, allí estaría seguro, definitivamente lo iba a estar ahí abajo.

Esquivó el nuevo intento de atraparle que hizo Kelly, llegó hasta la puerta del sótano que estaba justo en la esquina donde nacían los escalones que conducían a la planta superior. La puerta tenía un sistema de cerrojo desde dentro. Buzz se encerró allí, su hermana lo había puesto precisamente por si alguna vez las cosas se ponían feas con su padre, era violento, era realmente peligroso.

Donde habita la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora