5 - Hambriento de ayuda.
Posiblemente fue una reacción inapropiada y poco pensada. Podría estar poniéndose a sí mismo en peligro, anunciándose de aquella manera a aquellos extraños que cada vez estaban más cerca era una locura, sí, pero el simple hecho de ver otra gente, viva, le emocionaba demasiado y eso que toda su vida siempre se había basado en evitar a la gente, evitar cualquier contacto con ellos y ahora…ahora se emocionaba de ver a otros. Aquel montón de días encerrado en el sótano le habían afectado demasiado, necesitaba relacionarse con otra gente, de cualquier manera posible.
Alzaba los brazos, de un lado a otro con velocidad, haciendo señas y es que por si aquello fuese ya demasiado arriesgado también se puso a gritar.
— ¡Aquí! ¡Estoy aquí arriba! ¡Estoy vivo! — Su vitalidad era radiante y tal vez las chocolatinas y tener el estómago lleno de nuevo tenían que ver en tal cosa — ¡Tenéis que ayudarme, por favor, he estado solo por días! ¡Necesito ayuda!
Las luces al igual que quienes estaban tras ellas quedaron completamente inmóviles. Deslumbrando al muchacho con sus linternas, no hubo respuesta, no hasta que aquel enorme camión apareció acercándose a los hombres que estaban en plena calle.
De lo poco que podía ver Buzz desde lo alto del techo de su casa podía ver claramente que se trataba de un camión militar, sí, era igual que aquellos que aparecían en las películas de guerra que tanto fascinaban a su padre. Del vehículo bajaron más de ellos, eran militares y ahora que sus ojos empezaban acostumbrarse a la destellante luz también pudo afirmar que los que había en medio de la carretera eran militares al igual que los recién llegados.
— ¡Tenéis que ayudarme! ¡Sois militares! Ayudáis a la gente ¿Verdad? Pues debéis ayudarme, debéis llevarme algún lugar seguro o algo — Y su insistencia parecía que nunca acababa —¡Solo tengo once años! ¡Por favor!
— ¡Cierra esa puta boca niñato, vas atraer a todos los caníbales de la puta zona con tus gritos! — Era un hombre bastante robusto quien hablaba, con una gran calva y poco cabello alrededor, un bigote sobresaliendo bajo su nariz y su rostro lo decía todo; no era amigable y parecía que era el líder de aquel grupo.
—Lo siento…solo…solo necesito ayuda — La voz de Buzz bajo considerablemente.
—Y te ayudaremos, claro que lo haremos, somos militares como tú has dicho, ayudamos a la gente. Haremos que dejes de sufrir, ya no sufrirás más, es nuestro deber salvarte — Volvía hablar el hombre del bigote, ahora con un tono mucho más tranquilizador.
Buzz sonrió y con una rapidez apabullante agarró su mochila, colocándola a su espalda, tenía su bate de beisbol, su gorro de lana colocado en su cabellera rubia. Se giró listo para indicarles por donde bajaría cuando ocurrió lo inesperado para el pequeño.
Aquel bigotudo hizo un claro y conciso gesto con su mano, dando la pistoletada de salida a la ráfaga de disparos que aquellos militares desde sus rifles y AK 47 hacía el tejado donde se encontraba el muchacho. Con un solo objeto, eliminar a Buzz, exterminarlo.
Fue tan el temblor que aquellas vigas del tejado crearon a causa de los disparos que salvaron la vida de Buzz. Este cayó despaldas, rodando tejado abajo. Pudo haberse agarrado e impedir la caída que estaba a punto de ocurrir pero si lo hacía aquella ráfaga de disparos le iba alcanzar sin duda alguna, iba a morir allí arriba, los que parecían que iban a ser sus salvadores se habían convertido en sus cazadores. Le iban a matar.
Gracias a la reciente nevada que había tenido lugar aquella misma noche la caída desde lo alto del tejado no fue mortal. Cayó sobre un montón de nieve que hizo que el impacto de la caída no fuese para nada grave, solo un buen golpe que sería olvidado en pocos minutos.
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Donde habita la muerte
TerrorEl mundo está apunto de cambiar. El joven Buzz, de once años de edad después de haber vivido toda su vida bajo maltratos y humillaciones no tiene ni idea de que su vida está apunto de dar un giro monumental. Los que creían que estaban muertos ahora...