8 - Congelados hasta morir.

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8 – Congelados hasta morir.

No podían ni debían quedarse en la estación de servicio.

Buzz estuvo de acuerdo en poner rumbo hacia lo más profundo del bosque, buscar a otra gente, buscar un buen lugar donde refugiarse y tener algo para llevarse a la boca, no habían comido demasiado bien en las ultimas hora, aquellos cacahuetes rancios se acabaron la noche anterior

 La nieve parecía que cada vez se extendía más, el frio aumentaba y se hacía más difícil aun avanzar entre la maleza. El pequeño tenia cada vez peor su pierna y Bree era consciente de aquello, si no acaban encontrando los elementos suficientes para curarle iba acabar con una infección de caballo, aquella pierna les iba a traer problemas y ella lo sabía pero no quería preocupar al chiquillo, no todavía. 

Se encontraron con un par de pequeños grupos en lo más profundo del bosque, ninguno parecía estar de acuerdo con recibir a nuevas personas; no se fiaban y es que razones no les faltaban. El mundo se había ido a la mierda hacía pocos días y ya había personas que aprovechaban aquella oportunidad para hacer de las suyas, para convertirse en auténticos saqueadores sin escrúpulos, para convertirse en monstruos como Hassen, nadie podía fiarse de nadie. Suerte tuvieron que aceptaron darles de comer y dejarles dormir una noche en sus  respectivos campamentos, después de eso debía partir.

 ¿Partir hacia donde se preguntaban? No lo sabían, simplemente caminaban y caminaban sin rumbo fijo.

Al cuarto tercer día de haber dejado el coche atrás encontraron una cabaña. Ambos se alegraron de hacerlo ya que solo habían visto árboles, nieve y más árboles en esos últimos días. Juntos se aseguraron de que el lugar era seguro; estaba completamente vacío, nadie había entrado a saquearlo y parecía que la cabaña no había sido usado desde hacía unos cuantos años. Tenían comida, algo caducada pero no era como para ponerse exigentes, tenían una chimenea, un par de camas y lo más importante de todo es que tenían un lugar donde refugiarse de las fuertes ventiscas y nevadas que solían producirse todas las noches. Estaban de enhorabuena.

La semana pasó más rápida de lo normal. No tuvieron muchos problemas con los caminantes pues excepto un par de ellos que se acercaron y fueron eliminados no encontraron ninguna amenaza más de ese tipo. Una tarde mientras Bree salía a el bosque a cortar algo de leña para la chimenea se topó con un riachuelo, era lo único que les faltaba, ahora tenían agua, cuando se les gastara el par de botellas que todavía conservaban de las reservas que les habían dado los otros grupos ya tendrían un lugar donde acudir para rellenar sus envases de agua.

Casi todas las noches ambos solían reunirse frente la chimenea, tapados hasta el cuello con una manta que compartían. No se hablaban mucho pero Buzz empezaba a tomarle confianza a aquella mujer rubia, hacía tiempo que alguien no le trataba tan bien como lo estaba haciendo Bree, es cierto que su fallecida hermana siempre había sido como una madre para él pero en los últimos meses no habían habido muchas muestras de cariño por parte de Kelly, el trabajo le atosigaba demasiado.

En una de las noches Buzz no podía dormir y su compañera seguía despierta, frente la chimenea, sosteniendo algo entre sus manos que había sacado de uno de sus bolsillos. Buzz somnoliento se acercó y se sentó a su lado. Ella seguía con la mirada fija en aquel objeto que el pequeño pudo ver de que se trataba; una pequeña caja de música rota pues por mucho que Bree le diese cuerda aquello no sonaba. La forma con que trataba el objeto era totalmente descriptiva pues para el muchacho no fue difícil ver que le tenia bastante cariño. Una bella cajita de musicacon una muñeca en su interior que de funcionar seguro que daría vueltas.

Donde habita la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora