9 - Decisiones.

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9 – Decisiones.

Eran veintidós los días exactos desde que la epidemia se había descontrolado y azotó al mundo entero.

Muchos consiguieron sobrevivir, otros simplemente no lo lograron, el mundo ahora un lugar dominado completamente por los muertos, el caos, la destrucción y la ley del más fuerte, los débiles no estaban hechos para un mundo de tal manera, no estaban preparados para algo como esto.

 Tres eran los días que faltaban para que empezase la navidad, la primera navidad bajo el manto de la muerte y desolación, una navidad muy diferentes a las anteriores para cualquier persona.

Aun así hay cosas que no cambian del todo, hay cosas que siguen siendo las mismas que fueron hace unos años y actualmente se siguen manteniendo. Las decisiones, toda la vida se basa en decisiones, muchas estúpidas otras insignificantes y otras cruciales. Y es que cuando Bree Weston cumplió su mayoría de edad fue cuando su vida empezó a torcerse por completo, todos los planes que habían tenido sus padres con ella, la carrera que querían que tuviese se fueron al garete cuando ella decidió apartarse de su familia, decidió tomar un camino mucho más fácil, un camino que no tenía retorno y que una vez que lo tomó jamás pudo volver a ser la misma que fue en su día.    Decidió casarse, casarse con un hombre que le triplicaba la edad pero que le ofrecía todo lo que sus padres jamás le podrían ofrecer, le ofrecía una vida llena de lujos, llena de comodidades y es que ella prefirió vender su cuerpo aquel señor mayor antes de esforzarse hacer nada más, estudiar se le deba a de lujo pero llegó tal momento en que se acostumbró a que le diesen todo hecho que parte de sus habilidades las fue perdiendo y se convirtió en lo que es en hoy en día, una inútil, ella lo sabe, sus padres lo supieron y desde aquel entonces Bree Weston murió para sus padres.   

Pero a pesar de que su familia enterró el recuerdo de la rubia hacía mucho tiempo ella todavía seguía con vida en los actuales días, por suerte o por desgracia así era.

Abrió los ojos poco a poco y su vista se fue aclarando, sus últimos recuerdos eran algo confusos, sabía que alguien le había golpeado, por la espalda, mientras Buzz estaba al borde de la muerte.

Todo lo que veía era negro, oscuridad, estaba en una habitación oscura, encerrada, no estaba atada pero como si lo estuviese pues no veía ni un carajo. El lugar era estrecho y rápidamente se percató que no estaba allí sola, alguien más le acompañaba. Se asustó, no sabía dónde estaba ni que había ocurrido, además la preocupación de que Buzz no lo hubiese conseguido o que aquellas personas que le atacaron le hubiesen hecho algo le aterraba demasiado.  Tanteó las paredes buscando un lugar por donde salir, la presencia que había en aquella pequeña salita junto a ella cada vez parecía más evidente.

Las luces se encendieron de repente y Bree pudo comprobar quien era su acompañante.

Un hombre alto, muy alto, negro de piel y pelo excesivamente corto, casi rapado, expresión seria en su rostro y ropa bastante descuidada, era musculoso y su presencia imponía bastante, tenía dos enormes ojos oscuros y barba de tres días. Bree se arrinconó en la pequeña habitación que por lo que había podido ver al encenderse las luces parecía una habitación donde se guardaban las escobas, las bolsas de basuras  y demás utensilios de limpieza.

—Debo suponer que eres el mismo cobarde que me atacó por la espalda.

—El mismo. James Dawson pero todo el mundo me conoce por J.D — Se acercó a ella, ofreciéndole su mano para estrecharla pero Bree se negó agitando la cabeza, JD suspiró y volvió sobre sus pasos dejando espacio a la rubia.

— ¿Por qué lo hiciste? ¿Dónde estoy? ¿Qué es lo que quieres?

El moreno hizo un gesto con sus manos, intentando calmarla.

Donde habita la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora