17 – Lo que ella hizo.
Todavía seguían consternados por lo que había pasado la anterior noche. Pocos de ellos o casi ninguno habían conseguido conciliar medianamente bien el sueño. Los mellizos estuvieron llorando hasta altas horas de la madrugada donde el grupo se volcó en ofrecerles todo el cariño posible, incluida Regina la cual no había derramado lágrima pero todos eran conscientes que el dolor lo procesaba en silencio.
Había nevado aquella noche. El frío era palpable una vez que ponías un pie en el exterior y estar prácticamente en medio de la intemperie con aquellos altos arboles rodeando el campamento improvisado a un lado no era que ayudasen a crear un ambiente más cálido en el lugar. Pero no era solo el frio causado por la nieve y la temperatura lo que hacía que el lugar no fuese del todo cálido y acogedor pues a primera hora de la mañana, al despertar, pocos cruzaron palabra, no querían hacerlo, no tenían nada que decir, seguían consternados por lo ocurrido con Alma hacía unas cuantas horas atrás. Estaban tristes, estaban congelados por dentro, era verdaderamente un día muy triste.
No se escuchaban pájaros cantar. El cielo era grisáceo, la nieve estaba más espesa de lo que normalmente era. Parecía como si aquella mañana el mismo día se hubiese teñido de luto en un día como aquel.
Los primeros en levantarse fueron Linda y Buzz. Ella le pidió al muchacho si le podía ayudar a recolectar unas cuantas flores para ponerlas sobre el cadáver de su madre una vez que la enterrasen, quería que oliese bien, quería que a pesar de haberse convertido en una de esos seres estuviese rodeada de cosas bonitas como eran las flores.
Buzz aceptó, obviamente. Ambos fueron juntos de la mano a recolectar algunas bonitas flores.
Los demás se iban despertando. Se reunían frente las ascuas de lo que fue la hoguera principal la noche anterior. Se iban preparando lo que podían para desayunar mientras iban charlando con las palabras justas y necesarias lo que iban hacer. Todos estaban de acuerdo en que debían darle sepultura a Alma y eso es lo que harían una vez todos estuviesen despiertos.
Los dos pequeños volvían agarrados de la mano. Linda le apretaba la mano más fuerte de lo que normalmente solía hacerlo, estaba asustada, Buzz lo sabía. Lo sabía porque él solía hacer lo mismo cuando su padre le infundía el suficiente miedo como para que el pequeño no quisiese apartarse en ningún momento de su hermana mayor Kelly a la cual la agarraba para que no le dejase solo ante el monstruo de Terry.
El pequeño la guió hasta donde se encontraba el cadáver de su madre envuelto en una gran y oscura manta. Buzz la miró a los ojos y pudo comprobar que todavía seguían bañados en lágrimas y es que a pesar de que el pequeño había intentado animar a su amiga de todas las formas posibles no lo había conseguido, ella no había dicho palabra alguna, tampoco iba a seguir intentando que estuviese mejor, era un día triste para Linda y Buzz era consciente de ello.
Le ayudó a dejar aquel pequeño ramo de margaritas y otras flores que habían podido encontrar en medio de toda aquella nieve sobre el cuerpo envuelto de Alma. Linda en aquel momento volvió apretar la mano de Buzz, el muchacho pudo sentir como se ponía algo nerviosa y estallaba nuevamente a llorar. No se lo pensó ni una sola vez y la volvió abrazar, apoyando su cabellera rubia sobre el hombro de Linda, observando como los demás miembros del grupo (a excepción de Jerry y Peterson que seguían todavía atados. Sherry tampoco estaba, nadie la había visto) se iban acercando para celebrar el que iba a ser el funeral de Alma Greengrass.
Buzz avisó a Linda de que todos los demás estaban llegando, el abrazó terminó pero la muchacha seguía teniendo su mano entrelazada con la del pequeño rubio. No iba a soltarle, no quería, él le daba seguridad y necesitaba tenerle a su lado. Quizás en un momento como aquel debía estar al lado de su mellizo y su abuela, pero no quería, no quería tener que compartir lloros con ellos dos, quería estar con Buzz, simplemente eso.
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Donde habita la muerte
HorrorEl mundo está apunto de cambiar. El joven Buzz, de once años de edad después de haber vivido toda su vida bajo maltratos y humillaciones no tiene ni idea de que su vida está apunto de dar un giro monumental. Los que creían que estaban muertos ahora...