1- Antes de que la función empiece.
Buzz es humillado, de nuevo.
Dolía, aquel maldito ojo hinchado le dolía más aun por culpa del cloro.
Mantenerse en lo más profundo de la piscina le alejaba de aquel lugar llamado mundo por unos instantes. Si hubiese sido uno de aquellos chicos atletas, esos que juegan en el equipo escolar de lacrosse o de los que se cruzan la piscina de lado a lado con una facilidad apabullante podría pasarse minutos, largos minutos ahí abajo. Le hubiese encantado ser uno de ellos a decir verdad.
¿Por qué no iba a desear Buzz permanecer en una burbuja totalmente inquebrantable que lo alejase de la crueldad que el mundo le propinaba día sí y día también? Estar en el fondo de la piscina no era ni mucho menos aquella burbuja que el muchacho de once años imaginaba, ni tan siquiera se le parecía pero al menos, al menos por unos míseros y tristes segundos podía sumergirse, desaparecer y a veces, en su interior, deseaba que aquella agua le tragase, que algo fuese mal y él quedara atrapado ahí abajo, que poco a poco fuese perdiendo el aire y luego la oscuridad reinase para siempre en las retinas de sus azules ojos. Que fuesen aquellos los que le habían convertido en el mono de feria de la escuela los que se lamentasen cuando sacasen su cuerpo inerte de vida de aquella enorme piscina. Ellos serían los culpables, bueno, ellos y Terry pero ya había asumido que su padre jamás iba a llorar su perdida.
¿Llorarían en cambio aquellos gilipollas? Buzz no lo tenía del todo claro pero al menos ya no tendría que sufrir más, ya no.
Aquella enorme ola de oxigeno impactó de lleno en su rostro, su cabeza estaba fuera del agua y el mantener la respiración ya no era un problema. Utilizó el dorso de su mano derecha para restregarse ambos ojos con cuidado, sobretodo el hinchado, era ya costumbre, el cloro que utilizaban en la escuela era tan fuerte que le costaba algo así como un minuto para que sus sensibles ojos pudiesen recuperar la vista sin escozor alguno.
La primera figura que se presentó frente a él era la de Billy Jenkins, aquel niño gafotas y pecoso con el cual (por alguna razón que él desconocía, pues nunca nadie se había interesado en hablar con Buzz) había estado charlando en las últimas horas, un par de horas de que la clase de gimnasia diese inicio. Ya en ciencias se le había acercado.
Estaba sentado en una de las banquillas de descanso situadas a un lado del gimnasio, más bien espatarrado pues sus delgaduchas y blanquecinas piernas se dejaban caer como si fuesen dos enormes palos los cuales daban una extraña sensación que podían romperse en dos en cualquier momento.
No sabía muy bien cuanto tiempo llevaba en la piscina pero ya hacía un buen rato que la clase había terminado, ellos dos eran los únicos que quedaban en el gimnasio o al menos era eso lo que Buzz creía en aquel preciso instante. La clase para variar había vuelto a ser un montón de esfuerzo físico que en ningún momento el pequeño rubio pudo ser capaz de hacer y por lo tanto sus compañeros se zafaron con él. No era gordo, más bien se mantenía en un peso normal, no era bajo para su edad y no era tonto, era inteligente, probablemente más que todos aquellos mocosos "fuertcuhos" con ese sagrado don para los deportes que Buzz nunca llego a tener.
Jugaron a waterpolo prácticamente toda la dichosa clase. El señor King, aquel profesor rubiales que se las daba de erudito se pasaba toda la clase tocándose los huevos, sentados con su diario mientras mandaba a los alumnos hacer esto y lo otro, ni tan siquiera se fijaba si hacían bien sus cosas y por supuesto aquel Viernes no iba a ser diferente. Aquel día ni se preocupó en los balonazos que los demás chicos propinaron contra la cabeza de Buzz durante el partido, entre carcajadas y mientras la bola surcaba los aires para caer frente uno de ellos el pequeño trataba de mantenerse apartado, deseando que la pelota no cayese frente sus narices, aquello sería demasiado compromiso para él pues fallaría en su tiro, eso estaba claro.
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Donde habita la muerte
HororEl mundo está apunto de cambiar. El joven Buzz, de once años de edad después de haber vivido toda su vida bajo maltratos y humillaciones no tiene ni idea de que su vida está apunto de dar un giro monumental. Los que creían que estaban muertos ahora...