10 - La otra cara de la ira.

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10 – La otra cara de la ira.

Había amanecido. Devin y su melliza Linda cruzaban uno de los pasillos de la quinta planta del hospital de Twin Falls. Ella iba de la mano del hermano pues a pesar de siempre portar su bastón a todos lados le costaba demasiado orientarse, tampoco es que llevasen mucho tiempo entre aquellas paredes, era normal. Devin portaba en su espalda la pesada guitarra de su hermana, ella le había pedido que por favor la llevase y es que el chico no solía cuestionar mucho las decisiones de su hermana melliza pues desde bien pequeños habían estado juntos y de algún modo u otro Linda nació con el don de saber lo que era correcto hacer en cada momento, a pesar de su corta edad era bastante madura.

Nacer con una deficiencia en la vista no fue fácil para nadie, ni para su madre, ni para su abuela, ni su difunto padre, ni su propio hermano mellizo y obviamente no fue fácil para ella misma. Y es que aunque nunca haya podido ver lo bello que solía ser el mundo antes de que los tiempos oscuros empezasen ella sigue con ganas de vivir, siempre ha sido una niña llena de vida y parte de aquella vida se la debe a su hermano, que, sin duda siempre ha cuidado de ella, en el colegio cuando ninguna niña quería estar con la niña pues no querían tener la carga de cuidar de una chica sin vista, sí, así era Devin un pequeño valiente chico de catorce años, era sin duda los ojos que nunca le funcionaron a Linda. Era lo menos que podía hacer, desde bien pequeñito creció sabiendo que en parte su hermana nació con aquel problema por su culpa, ambos en la barriga de su madre él consumió mucha más energía de lo que hizo su hermana, se formó antes y de algún modo le quitó la vista a su hermana, estará siempre en deuda con ella, siempre le ayudará pues es lo menos que puede hacer por su otra mitad.

Linda le había pedido que la llevara hasta la habitación donde estaba el chico nuevo. Devin sabía dónde se encontraba Buzz, antes de acostarse la pasada noche estuvo ojeando como era el chico y es que no había cosa que hiciera más feliz a Devin que tener otro niño en el grupo, todos eran adultos exceptos ellos dos y Bobby, pero él era un bebé de dos años, poco podían hacer con el hijo de Ethan.

—Ya estamos —Anunció el mellizo abriendo la puerta de la habitación, llevando todavía a su hermana hasta una butaca cercana que había cerca de la cama donde aun seguía inconsciente Buzz.

—La guitarra — Pidió ella.

—¿De verdad crees que esto funcionará? Quiero decir, no creo que te escuche.

—No importa, simplemente quiero hacerlo, no quiero que se sienta solo, no le conozco, ni si quiera he escuchado su voz pero quiero que se recupere, algo me dice que es una buena persona y ya sabes que nunca me suelo equivocar hermanito — Sonrió Linda apartándose unos cuantos mechones del rostro mientras le pedía la guitarra a su hermano con las manos.

Su hermano bajó la pesada guitarra de su hombro y se la entregó a su hermana mientras él de pie esperaba a que empezase a tocar. A ella le encantaba hacerlo, antes solía ir a clases de guitarra, también sabe cantar pero no se le da tan bien como tocar aquel instrumento, simplemente lo hace genial y Devin admira enormemente a su hermana por eso, bueno, cuando estaban en casa y no le dejaba dormir por que estaba a todas horas tocando no pero en el fondo de su ser sabe que no se le puede culpar a su hermanita por hacer algo como aquello, demasiado ha sufrido ya.

Linda posó sus pequeños dedos sobre las cuerdas del instrumento y como si como si sus dedos se moviesen por si solos empezó a tocar. Su hermano rápidamente reconoció de que canción se trataba, ya la había tocado otras veces y sin duda era de sus favoritas: Thinking of you de Greg Holden, preciosa canción para los hermanos Greengrass a más no poder.

Donde habita la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora