Cap 12 Los canes de negro

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Sólo habían pasado dos días desde que se inició el caso de Edward Bright y en ese tiempo ya tenían una desaparición, un cadáver, un hurto y un presunto asesino. La tensión por tantas cosas en un periodo de tiempo tan pequeño era suficiente para que Judy no estuviera como siempre, y mejor no hablemos de Nick. Richard por el contrario se le veía tranquilo y serio, esperando apoyado en la pared con la pata derecha en la misma y los brazos cruzados a que Nick y Judy terminen de "hablar" con el sospechoso.

Tras esa visita nada oportuna el alce miraba al trío detectivesco con una cara de arrogancia y una tranquilidad la cual ponía más nerviosa a Judy.

Judy no pudo aguantar más la tensión cuando el alce sonrió ligeramente con burla, se acercó aún más a la puerta de la celda y le gritó.


—¿Se puede saber por qué estás tan contento? ¿Tienes idea de donde estás?

—Sé dónde estoy agente. He estado aquí muchas más veces que usted. Y aunque esta vez no estoy de visita, se que saldré en breve pues no tenéis nada otra vez.

El alce se puso cómodo reclinándose hacia atrás y cruzando las piernas. Nick observaba detenidamente a Judy que cada vez que la miraba su expresión se volvía más seria.

Se hizo un pequeño silencio el cual Judy rompió de manera amenazante.


—¿¡Eso crees?! ¡Tenemos un cuerpo! ¡Un arma! ¡Huellas! ¡Vas a ir a prisión a compartir celda vete a saber con quien! ¿¡Y estás tan tranquilo!?

Nick al ver a Judy tan alterada se acercó a ella y le susurró.

— Zanahorias, ponerte desquiciada no solventará nada, tranquilizate...

Sin embargo, no sirvió de nada. Judy ni le escuchó, seguía mirando al alce sin apenas pestañear.

El presunto asesino miraba con indiferencia a la coneja y se mofaba de ella aprovechando la situación.


—Veo que mi tranquilidad la incómoda agente. ¿Por qué no mejor se va a descansar? Habrá sido un dia duro para usted y su equipo zurresco...

Este comentario despertó un poco la curiosidad de Richard, se asomó a la celda a ver el panorama. Observaba a un impasible alce con los brazos cruzados y mirada fija en Judy, a su compañera histérica a punto de un ataque al corazón y a un Nick lleno de ira, con los dientes afuera y la mirada llena de odio. El panorama estaba bastante caldeado y Richard no quería intervenir.

Nick no aguantó más y gritó con todas sus fuerzas.


—¡Cierra ese morro amigo! ¡Te has metido en una buena! Así que reza lo que sepas. ¡No te vas a librar hagas lo que hagas!


El alce descruzo los brazos y apuntó hacia Nick con su pezuña.

—Ambos sabemos lo que va a pasar, ¡Yo saldré de aquí mientras vosotros no tendréis nada! Saldré de la misma forma en la que yo saqué a vuestro querido cadáver. ¡Ja ja ja!


—¡Esa arrogancia te hará caer más pronto de lo que crees! —Señaló Richard, cansado de un idiota semejante.


—¡No lo creo zorro! Si fuerais buenos detectives sabrías por qué lo digo. Pero viendo que no fuisteis capaces de impedir que sacara a mi cliente creo que no lo sois. Si me disculpan, tengo asuntos más importantes que atender.


El alce se despidió con una sonrisa peculiarmente maligna. Los otros tres, decidieron retirarse dejándolo solo hasta el día siguiente, donde daría lugar un interrogatorio para averiguar por qué mató a Matías.

Una vez en el ascensor, Judy enfurecida paleteó con rabia el suelo, mientras Nick y Richard, sólo asimilaron de diferente forma la actitud de aquel animal.
El ascensor llegó a la planta de las oficinas y Judy salió disparada seguida de estos dos mientras blasfemaba una y otra vez contra aquel Alce.

Zootrópolis. La Amenaza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora