Cap 33: Traidor

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—¡Mas te vale tener una buena excusa! — Vociferó la veloz coneja logrando llegar hasta su compañero sin siquiera jadear.

—Zanahorias. No estoy de humor para hablar de esto ahora.

—¡¿Qué no estás de humor?! ¡Bogo te acaba de retirar del caso y ni siquiera me informa del porqué! ¡¿Crees que yo estoy de humor para ver como quitan de en medio a mi compañero así sin más?!

—Coneja, las cosas no son siempre como uno quiere. —Respondió Nick resentido de aquello.

—¿Y por qué no quieres contarme lo que ocurre Nick? Siempre hemos confiado el uno del otro

—Es... Esto es distinto coneja. No es algo que pueda enseñar, así como así. Y te pediría que lo olvidaras.

Ella se fijó en la carpeta que Nick sostenía en su brazo izquierdo. Parecía que no confiaba en ella para revelar su contenido o lo que había ocurrido. Pero señalándola con la pata insistió.

—¿Qué hay en la carpeta?

Nick, que no se lo tomó nada bien, le contestó con brusquedad. —¡¿Es que tú no tienes secretos coneja?!

—¿¡Y por qué tu secreto ha hecho que te retiren del caso!?

—¡No lo entiendes! ¡No es por el caso sino...! ¡Por haberme metido en los archivos sin consentimiento ninguno usando tus credenciales!

—¡Encima! ¡Gracias por haberme hecho quedar como una tonta!

—¿¡Qué!? ¿Eso es todo lo que te importa? Parece mentira.

—¡Nick esto es serio! ¡No puedo protegerte ni hacer nada por ti si no me dices que está ocurriendo!

—¿¡Y quién ha dicho que necesite que me protejas Judy!? — Gritó el pelirrojo enfurecido. — ¡Lo que realmente necesito es que me den mi espacio! ¡No puedes obligarme a decir o hacer todo lo que quieras por tener un cargo más elevado que el mío!

La coneja se sintió realmente frustrada. Su amigo no confiaba en ella como llegó a pensar. Un impulso de rabia la obligó a llorar. Amargada por aquella odiosa conversación que la gente empezaba a mirar por casualidad. Nick, al verla así trató de calmarse y recalcar de mejor forma lo que pensaba.

—Es vergonzoso. ¿Vale? Ni siquiera puedo contárselo a un psicólogo por mucha profesionalidad que tenga. Deseo enterrarlo y olvidarlo. Eso es todo.

El autobús empezaba a acercarse. Wilde alzó la mano para llamarlo y se apresuró a despedirse.

—Tranquila Zanahorias. Mañana hablaremos esto con más calma. Pero no te pongas así, odio cuando discutimos por tonterías como estas. Centrémonos en encontrar a esos terroristas y ver qué fue del profesor.

—¡¿Cómo?! ¡Te han retirado del caso Nick! ¡¿Sigues sin entenderlo?!

—Lo sé perfectamente. —Le confirmo mientras las puertas del bus abrían, dejando salir un olor a sudor espeso. —Pero una cosa es que me aparten del caso y otra muy distinta, es "tomar un café". Si es que tú quieres que así sea. Adiós Zanahorias. Nos veremos mañana.

Acto seguido, Nick entró al autobús y este se alejó en dirección a la avenida por donde encontraría su siguiente parada. Pero ella seguía emperrada con saber por qué actuaba de esa manera.

Regresó a comisaría pasando de la rabia a la frustración y de la frustración a la pena. Se dejó caer con desánimo en el asiento de su pecera y hundió su cabeza entre sus patas sobre la mesa.

Zootrópolis. La Amenaza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora