Ya era noche cerrada en la ciudad. Los puestos nocturnos como pubs y discotecas abrían a su hora. Justo antes de medianoche. Por suerte, o por desgracia para Nick algo cansado y somnoliento, la comisaría había cerrado sus puertas de cara al público, pero no al personal, puesto que la comisaría contaba con un horario de 24h para alguna emergencia.
A Judy no se le pensaba por la cabeza dormir. Se sentía una vez más con una oportunidad. ¿Cómo pudo ser tan despistada de olvidar las cámaras? ¡Esa era la respuesta al misterio! Si averiguara la procedencia de la extraña furgoneta del depósito, encontraría una pista sobre Banks y todo el embrollo en el que andaba metido. Pero Judy esta vez no se confiaba demasiado. Este caso tan molesto para ella había terminado en lo personal. Era ella y encontrar al profesor desaparecido o la locura.
Al fin, tras un par de tirones más para espabilar al adormilado zorro, llegó a su pecera y encendió el ordenador.
—Zanahorias. ¿Seguro que esto no podía esperar a mañana? —Discutió Nick entre bostezos sentado a su lado.
—No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy zorro. —Respondió ella. —Además, si esta misma noche, logramos encontrar una pista que nos ayude a identificar a los secuestradores de Banks, seguro que merecerá la pena.
Nick entonces, se apoyo como pudo en la silla iluminado por la luz del monitor mientras su compañera teclea a y buscaba con el ratón.
No le costó mucho acceder a las cámaras. Seleccionó la más cercana a la residencia de Banks y ajustó la hora en la que se produjo. No tardó ni cinco minutos cuando por fín gritó:
— ¡No no no! ¡Esto no puede ser cierto!
Debido al grito de su compañera, Nick se despertó sobresaltado.
—¡Zanahorias! ¡Casi me matas de un susto!
—¡Nick la cámara! ¡No lograron grabarlo!
—Judy eso es imposible. Ya te dije que hay cámaras por toda la ciudad. Eso incluye los lugares importantes y entradas o salidas.
—Te estoy diciendo que no zorro. ¡Mira!
Judy tenía razón. La cámara que debió haber grabado como la furgoneta llegaba hacia Banks no aparecía. Pero esto solo hizo que Nick olvidará momentáneamente el sueño.
Intrigado por aquel extraño suceso, le quitó a Judy el ratón y con una mirada sería e intrigada revisó la grabación varias veces.
Judy solo se desesperaba, pero Nick, con algo más de pucardia y atención, descubrió un fallo en la grabación que más que calmarlo lo despertó casi por completo.
—Nick ya basta. —Replicó la coneja harta de la misma grabación. —¡Te estoy diciendo que la furgoneta no se grabó! Tendremos que buscar en otra parte.
—Estoy de acuerdo. —Concluyó el zorro pasando la grabación, por donde pasaba un vehículo rojo. —O mejor, podemos tratar de averiguar este otro... misterio.
Acto seguido, Nick reprodujo nuevamente la grabación pero la detuvo en dos segundos.
—Nick, ¿De qué misterio me hablas?
—Coneja. ¿Son ilusiones mías o ese coche rojo de repente se a movido un poco más hacia adelante?
Nick le hizo fijarse nuevamente en la grabación. Le costó dos intentos más, pero finalmente se dió cuenta de lo que su compañero le trataba de decir.
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Zootrópolis. La Amenaza.
Hayran KurguUn amor incomprendido, un misterio cada vez más intrincado y una amenaza creciente. Nick y Judy vuelven al trabajo sin saber que sus propias vidas están en juego...