"No busco redención, o perdón, mi oportunidad ya pasó. Quiero saber que no existen más esos demonios que me perturban, quiero ser la que acabe con cada uno de ellos, solo así podré comenzar de nuevo."
[...]
La...
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Esa noche había dormido como nunca antes.
No sabía si era por lo que había pasado la noche anterior...
¡Mierda, mierda, mierda!
La noche anterior...
No solo la había cagado, la había regado y la había embarrado.
¿Cómo pudo permitir abrirse de esa forma con Rogers?
¡¿Con Rogers?!
Estúpidos sentimientos.
Solo lograban hacerla flaquear.
Recordando con algo de miedo lo que había pasado anoche, abrió los ojos con disimulo.
Se movió en la cama y notó que el rubio no se encontraba a su lado.
Escuchó pasos, por lo que cerró los ojos de nuevo, la puerta de su habitación se abrió y de inmediato volvió a cerrarse.
Era su momento para vestirse e irse.
Al bajarse de la cama y dirigirse al baño, pateó una pequeña maleta de donde se cayó un libro pequeño y de él, una foto.
La miró y era una foto de ella y Steve en Brooklyn, hace ya algún tiempo.
Rogers había impreso la fotografía, la había guardado, y sí, la había recordado.
No pudo evitar acordarse de ese momento...
Tres años atrás...
Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos
Natasha adoraba el invierno.
Aunque sus recuerdos a veces eran algo borrosos, lo único que tenía claro era que el clima de Rusia la reconfortaba.
Y ver la nieve caer a través de la ventana del pequeño hotel donde estaba, solo le daban ganas de salir y sentir la ventisca fría a través de su pálida piel.
Recordó haberle dicho a Steve que no iba a quedarse con él en Washington, ella iba a buscar una nueva identidad para vivir en paz, y convertirse en la "letal Viuda Negra" cuando sus compañeros y el mundo la necesitaran.
Solo habían pasado meses desde entonces, y no había vuelto a comunicarse con Fury o con Steve.
Y ese lugar se lo recordaba. El Cap siempre hablaba de Brooklyn con orgullo, y muchos de sus dibujos de su cuaderno de bocetos, eran paisajes que recordaba de niño.
Decidió salir del hotel, una bufanda, un gorro y unos guantes blancos resaltaban de su ropa oscura, con teléfono en mano, considerando si llamar a Steve o no, chocó con alguien en la acera.
—Lo lamento —dijo una voz masculina.
—¡Fíjate por donde...! —dijo ella alzando la vista. Se calló de inmediato cuando visualizó con quién había tropezado.
