Capítulo diecisiete

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Casandra

Hoy me levanté más tarde que de costumbre, porque mi ánimo está por el suelo. Apenas logré enfocarme en que tenía que pararme y hacer algo productivo, fui a hacerme el desayuno.

Me pasé la mano por los ojos, porque se sentían pesados de todo lo que había llorado anoche.

—Odio a los hombres.—Apoyé mi frente sobre la mesa.—¿Por qué chucha me tienen que gustar?

Me levanté rápido de la silla cuando escuché la puerta abrirse, caminé hasta la escalera y caché que venía la tía Juli terrible enojada, mientras le daba un leve empujón al Bruno para que entrara a la casa.

—Por hueón te pasa.—La tía Juli retó al Bruno y lo miró con desaprobación.—Estai castigado por una semana ¿Me escuchaste, Bruno?—Él no dijo nada y la tía le pegó despacio en la nuca.—¿Me escuchaste o no?

—Sí, mamá.—El Bruno empezó a subir a su pieza sin siquiera mirarme. Me di cuenta que estaba enojado, pero no conmigo. Percibí que su enojo era con él mismo.

—¡Este cabro me va a volver loca!—Exclamó la tía Juli, mientras se llevaba la mano a la frente con frustración. Ella se giró un poco y al verme abrió bien grande sus ojazos.—Cassy...—Susurró.—Perdón por eso.

—Tranquila.—Le sonreí con amabilidad y arrugué ligeramente mi nariz.—¿Está bien?

Ella suspiró y se asomó por la escalera para mirar la puerta de la pieza del Bruno.—Este cabro que me hace enojar.—Negó con la cabeza y resopló:—Tuve que dejar solita a tu mamá en el puerto, solo porque el chistosito anda con ganas de pelear.

—¿Cómo?

Ella me miró y se rió nerviosa.—Ah, nada.—Se pasó la palma de las manos por los pantalones.—Tengo que irme.—Me pellizcó ligeramente una mejilla.—Avísame cualquier cosa, Cassy.

Asentí.—Sí, tía Juli.

La tía se fue, no sin antes haberse despedido con un beso cálido en mi frente. En el momento que caché que había cerrado la puerta, caminé hasta la escalera y fui directo a la pieza del Bruno.

—Aló,—Di tres golpecitos esperando una respuesta, pero no llegó, así que insistí.—¿Bruno?

—Quiero estar solo.

—¿Estai bien?

Silencio.

—¿Qué pasó?—Volví a preguntar, porque quería que me hablara pa' siquiera poder deducir su estado de ánimo a través de su voz.

—Nada.

—¿Querí hablar conmigo?

Se quedó callado unos segundos.—No ahora.

Asentí y me senté al frente de la puerta.—Te voy a esperar entonces, Bruno.

Él suspiró.—No pierdas tu tiempo.

꩜ ꩜ ꩜

—Oye...—Sentí una voz a lo lejos y poco a poco empecé a abrir mis ojitos.—¿Me estai hueando que te quedaste aquí? No pensé que erai tan literal, Casandra.

—¿Qué hora es?—Le pregunté aún con los ojos medio cerrados de lo adormilada que estaba.

—Las cinco.

Con-che-tu-ma-re.

Abrí los ojos de golpe y mi mirada cayó sobre los labios del Bruno, porque tenía rota la comisura del superior.

Fruncí el ceño y ladee la cabeza.—¿Que...?

—Párate,—Me interrumpió en un suspiro.—que después te va a doler el cuerpo.

Culiao PesaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora