Capítulo treinta

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Tres meses después...
Antonia

Saqué una galleta y miré con atención la escena que tenía al frente, porque no me estaba gustando para nada:

—Amor, ¿podí dejar de comerte mis galletas?

—Lo tuyo es mío,—lo miré y él me dedicó una sonrisa tierna.—¿Eso dicen en los votos de matrimonio?, ¿o en una canción?

—¿Te querí casar conmigo, Antonia Escobar?

Me acerqué y deposité un besito en su mejilla.—Sí.

El Pablo se llevó la mano al pecho y sonrió ampliamente.—¿Qué mirai con tanta atención? Mira que me pongo celoso.

—A la Cassy.—volví la mirada hacia mi mejor amiga, que estaba sentada en una banca junto al Nicolás.—Ese hueón no se rinde nunca.

—Y el otro hueón no se avispa.—el Pablo apuntó al Bruno, que estaba jugando a la pelota. Bueno, en realidad estaba parado en la cancha mientras miraba a la Casandra hablar con el Nicolás.

—A la Cassy aún le gusta el Bruno.

—Al Bruno aún le gusta la Cassy.—dijo el Pablo al mismo tiempo que yo, lo cual nos hizo mirarnos rápido.—Estamos tan conectados, mi amor.

—¡Pablo, concentrate!—exclamé y tomé su carita entre mis manos.—¿Al Bruno aún le gusta la Cassy?

Asintió.—Se nota, míralo.

Ambos miramos en su dirección y, de donde estábamos, se cachaba cómo estaba de devastada esa pobre alma.

—Quizás...—suspiré.—Ay, perdóname Virgencita de Guadalupe, yo sé que no deberíamos hacer esto—uní las palmas de mis manos y el Pablo me miró atento, porque sabe que siempre que hago esto es porque voy a decir algo que puede terminar mal.—¿Si hacemos algo pa' que vuelvan a hablar?

—¿Algo cómo qué?—frunció el ceño.—¿Vamos a ser espías del amor?

—¿Se van a sacar carrete hoy día en la casa del Bruno?—le pregunté y él asintió rápido.—¿Creí que podamos hacer algo ahí? Con la Cassy quedamos en salir, pero podríamos pasarnos un rato para allá.

Él asintió y sonrió con malicia.—Creo que se me está ocurriendo algo, mi bella dama.

De un momento a otro, el Pablo se levantó y caminó donde el Bruno, mientras yo lo miraba extrañada. A penas llegó donde estaba su amigo, le quitó la pelota y empezó a dominar.

Ahí debí haber previsto que la idea del Pablo no era tan buena... para nada buena.

Bruno, ¿cómo hací eso?—el Pablo se tapó la boca sorprendido después de haberle tirado el medio pelotazo en el hocico al Nicolás. Seguido de eso, me miró y guiñó un ojo.

Me tapé la cara con las manos y fue inevitable no soltar una risa. Pero, cuando logré ponerme seria, fui directo donde la Cassy, que estaba mirando con preocupación al Nicolás.

—Los amiguitos que tienen.—dijo él con amargura, mientras se apretaba la nariz porque le había empezado a sangrar.—Terrible violentos.

Me reí con ironía y le extendí un pañuelo desechable para que se limpiara la nariz y dejara de llorar—¿Y los tuyos? No me vai a decir que el Luis y el Felipe son maestros de paz.

—Fue un accidente nomás.—habló la Cassy, mientras miraba en la dirección de los chiquillos; justo donde el Bruno estaba llamándole la atención al Pablo.—¿Querí ir a la enfermería?

—No, tranqui.—habló él con cierta molestia.—Si fue un accidente nomás, Casandra.

Con la Cassy nos quedamos mirando y yo ladee la cabeza con cierta desaprobación, pero no dije nada con respecto a eso:

—¿Vamos a la sala, Cassy? Que ya van a tocar el timbre.—coloqué mi brazo para que ella lo afirmara.—Y no podemos llegar tarde.

—Bueno.—susurró y se enganchó a mi brazo, para luego hablarle al Nicolás, que estaba pegado en su celular mirando cómo estaba su nariz.—Cualquier cosa... háblame.

No la pescó.

Por nuestra parte, nos fuimos caminando lento hacia la sala y nos quedamos afuera de esta, porque las cierran durante los recreos.

—No me mirí así, Antito.—ladeó la cabeza y sonrió con cierta tristeza.

—¿Así cómo?

—Como si estuviera haciendo mal las cosas.

—No quiero darte esa impresión, Cassy.—suspiré y proseguí:—Yo reacciono a lo que veo y escucho... Tú sabí que si estai feliz yo lo estaré, pero no me pidai que no reaccione ante las hueás que dice el Nicolás, porque yo sé que te hacen sentir incómoda.

—No sé qué hacer, Anto.—su voz se quebró, ganándose una mirada preocupada por parte mía.—Han pasado tres meses, y por más que lo intente no puedo dejar de pensar en el Bruno.

—Mi niña...

—Lo evito a toda costa, incluso soy capaz de decirte que lo veo más en el colegio que en la casa.—sonrió triste y las lágrimas rodaron por sus mejillas.—He intentado odiarlo para no amarlo más, pero no puedo, Anto.

La abracé y le hice cariño en el pelito.—¿Lo amai, Cassy?

Se quedó en silencio unos segundos y volvió a sollozar antes de responder:—Sí, Anto.

Me separé para mirarla y sentí mis ojos cristalizarse, porque me duele verla así.—¿Qué vai a hacer?

—Nada, Anto.—sonrió triste y pasó su manga por debajo de sus ojos.—Yo siento que lo de nosotros ya fue.

Y fue justo aquí donde se me prendió la ampolleta.

—Prométeme algo, Cassy.

Ella me miró atenta, esperando a que prosiguiera con lo que tenía por decirle:

—Prométeme que no vai a estar con alguien que no te gusta solo para olvidarte del Bruno.—coloqué mi mano en su mejilla y la presioné ligeramente.—Porque tú merecí amar, Casandra. Y yo sé que quizás el otro hueón te ayuda a distraerte, pero no erí feliz.

—Anto...

—Y prométeme que si se da la oportunidad de hablar con el Bruno, la vai a aprovechar.—la miré atenta.—No te lo digo con la intención de que vuelvan. Te lo digo porque quiero que tu corazón quede tranquilo, o nunca vai a poder avanzar, Cassy.

—Te lo prometo, Anto.


notita elita:
escribí este capítulo escuchando en bucle "hasta los huesos" de la Tini,, siento que encaja muy bn con la situación de la Cassy y el Bruno por si quieren escucharla <3
muchas gracias por leer,, y aprovecho de informar que quedan solo 6 capítulos para que termine la historia!!
les adoro<3

Culiao PesaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora