Capitulo 1

3.1K 115 0
                                    

CARLOS

—¡Dale, Carlos!— La voz de Ramón cortaba el aire, una mezcla de urgencia y miedo. No era la primera vez que estábamos en una situación así, pero algo en su tono me hizo dudar.

Mi cuerpo se movía por instinto. Sentí el peso de la bolsa en mis manos, el metal frío de las armas resonaba en mi interior como un eco. Las arrojé por la ventana rota hacia Ramón, quien las atrapó sin titubear, y corrió hacia el auto. El sonido de sus pisadas resonaban en la calle vacía, y mi corazón latía al compás de su urgencia. Jorge, con el ceño fruncido, me hizo una seña desde el auto, señalando el asiento trasero.

—Espera un segundo— le dije, la adrenalina retumbando en mis oídos. —Aún quedan algunas balas que podemos aprovechar—

—¿¡Estás loco!? ¡Subite ya, los milicos pueden aparecer en cualquier momento!— La desesperación en la voz de Jorge era inusual. Siempre había sido el más frío de todos, pero ahora parecía que algo lo perturbaba.

Sentí un nudo en el estómago, pero me obligué a ignorarlo. —Tranquilo, es un minuto— respondí, con más confianza de la que realmente sentía. Volví a entrar en la armería, mi mente dividida entre la prisa y la obsesión por no dejar nada atrás.

—¡Carlos!— Ramón gritó, su voz sonando distante y vacía en el eco de la armería. Pero seguí adelante.

Abrí la bolsa de nuevo, tirando las cajas de balas dentro con movimientos rápidos y precisos. No era la primera vez que hacía algo así, pero esta vez se sentía diferente. El peso de cada bala que caía en la bolsa parecía añadir algo más que solo metal. Era como si cada una llevara consigo una carga invisible, algo que yo no quería reconocer.

Entonces la vi. En la vitrina había una pistola que destacaba entre las demás. Era hermosa, casi como una obra de arte en medio de todo ese caos. Me acerqué lentamente, sintiendo una extraña calma al envolver mis dedos alrededor de su empuñadura. "Esta va a ser mía", pensé, como si tomarla fuera una forma de retomar el control en medio de la tormenta que se avecinaba.

Salí corriendo, el peso de la pistola en mi mano derecha me daba una sensación de poder que no había sentido antes. Pero algo me detuvo en seco. Vi una sombra moverse en la esquina. Mi corazón dio un vuelco. Mi mente maquinaba a mil por hora. No había tiempo para averiguarlo. Corrí hacia el auto, sin atreverme a mirar atrás. Me lancé dentro del coche, jadeando, y en cuanto Jorge pisó el acelerador, salimos disparados.

Mientras nos alejábamos, no podía dejar de pensar en esa figura. ¿Nos habrá visto? Pero más que eso, lo que me atormentaba era la extraña mezcla de alivio y miedo que sentía. Alivio por haber conseguido lo que quería, miedo por lo que podría venir.

***

—Cuando dijeron que iban a robar, pensé que sería un par de cosas, no toda la armería— La risa suave de Ana rompió el silencio en la habitación.

Me quedé observando la mesa, cubierta de armas y balas. El reflejo de la luz sobre el metal generaba una emoción en mi pecho que no sabría explicar con palabras. Dejé mi vaso de jugo en el suelo, sin poder evitar que un pensamiento oscuro cruzara mi mente: "¿Qué carajos acaba de pasar?"

—Fue culpa del rubio. Si lo dejábamos un minuto más, se robaba hasta el cartel de la entrada— Ramón reía, pero su risa me sonó forzada. Sentí una punzada de irritación. No me gustaba que me llamaran rubio. Se lo había dicho mil veces, pero no parecía importarle.

—Si vamos a arriesgarnos, mejor hacerlo por todo, ¿no?— intenté bromear, aunque mi voz sonó más amarga de lo que pretendía. Nadie respondió, pero sentí la mirada de Jorge sobre mí. Su media sonrisa y el cigarrillo entre los labios me hicieron sentir expuesto, como si viera algo en mí que yo mismo no quería reconocer.

Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora