Capítulo 8

1.4K 95 10
                                    

Carlos

-Separémonos acá. Después voy a la pizzería- Hablé sin quitarle los ojos de encima.

-Bueno- Dijo arrastrando la palabra. Le di una rápida mirada y noté que la había encontrado. Esbozó una sonrisa burlona. -Andá a jugar- Finalmente se alejó riéndose.

Me fui acercando despacio. Me moría de ganas de meterme en esa situación solo parar reírme de la reacción que pueda llegar a tener ese noviecito suyo, pero no me convenía. Encontraba hasta cierta excitación en verla aterrada, vulnerable, aun habiendo tanta gente a nuestro alrededor.




Julia

Carlos ya me había visualizado y tenía que pensar algo rápido. Lo primero que se me ocurrió fue escapar de ahí.

-Eh, Agus. Vamos a casa, dale- Hice un esfuerzo para sacarle la mirada de encima, temía perderlo de vista, pero no podía permitir que Agustín lo vea. Volví a llamar su atención tomándolo del brazo.

-Pará, amor- Volví mi vista a Carlos y él seguía ahí observándome con un semblante serio.

-Dale, Agustín- Le sacudí el buzo, seguramente parecía una nenita. -Enserio te hablo-

-Uy te tienen cortito ¿eh?- Tomás se reía. En otro momento le hubiera metido una trompada, pero había cosas más importantes.

Agus suspiró.

-Andáte si queres, Juli. Yo me voy con él para su casa- Lo miré completamente molesta. Lo solté de golpe y me fui. No pensaba quedarme ahí a rogarle nada más.

-¡Julia! ¡Pará!- Corrió hacia donde estaba y se puso enfrente de mí. -¿Ahora qué te pasa? ¿Todo el día vas a estar enojada?-

-Te dije que me quiero ir. Quería que vengas conmigo, no con Tomás- Me crucé de brazos. A decir verdad, estaba más asustada que enojada. ¿Cómo le podía decir todo lo que me pasaba? ¿Cómo le explicaba que tenía miedo de Carlos?

-Pero, Julia. Vos no vivís lejos, además estamos todos los días juntos. Y hace mucho que no voy a la casa de Tomás-

Tenía razón, todo lo que él decía era sensato, pero en ese momento no podía continuar como si nada. Pensé que lo mejor sería que él se vaya con su amigo y no que Carlos nos siga a ambos, si es que lo hacía

-Bueno, hace lo que quieras, todo bien- Rodé los ojos rendida, sabiendo que hacía lo mejor para él.

-Uy loco. Ya está, si vas a estar todo el día así, está bien. Mejor hago lo que quiero- No imaginé que iba a tener esa reacción, pero preferí dejarlo ahí, ya íbamos a arreglarlo después.

Ambos volteamos y separamos caminos sin decir más. Una vez que ya estaba lejos, me aseguré de que Carlos me esté siguiendo a mí y no a él. Tenía su mirada fija en mí y alcancé a ver una leve sonrisa.

Seguí caminando, y sin advertirlo comencé a llorar. Lloraba porque fui testigo de un crimen y no dije nada. Lloraba porque se quiénes son los criminales, uno de ellos me amenazaba y aun así no dije nada. Aun así, no había vuelta atrás, no iba a arriesgar a los míos yendo a una comisaría. No sabía cuánto me iba a costar arreglar las cosas con Agustín, porque estaba segura de que Tomás le iba a hacer la cabeza. De todas formas, no planeaba involucrarlo en todo eso.

-Una mujer tan linda y valiente como vos, no debería estar llorando- Ya había escuchado sus pasos más cerca de mí, pero ni quería mirarlo en ese momento. -¿Te peleaste con tu? No sé, ¿ya se puede decir ex?- Dijo y soltó una pequeña risa. Rodé los ojos ignorarlo, lo última que necesitaba en ese momento eran burlas.

Fui limpiando mis lágrimas a medida que caían, no era lo mejor mostrarme débil. Entonces una mano con un pañuelo apareció a mi izquierda. Resignada lo tomé. "Ya fue. Como si salir corriendo valiera la pena".

-Gracias- No dijo nada, solo hubo silencio. -¿Qué haces acá conmigo? No te voy a denunciar, si es lo que te preocupa-

-No me preocupa- Volví a rodar los ojos. -Pero te recomiendo que no le digas a tu amiguito sobre mí, no creo que quieras agregar uno más a la lista- Me detuve en seco y lo miré confundida.

-¿Por qué? ¿Qué le vas a hacer?- Pregunté dejando mi cobardía de lado. "Un día de estos no la voy a contar".

-Y mirá. Primero podría empezar con algo leve como contarle que le estas engañando- Fruncí el ceño. -Por eso te recomiendo que no abras tu linda boca, porque yo devuelvo y devuelvo fuerte-

Primero me trata bien, hasta parece tener empatía, y después me amenaza con mi novio. Ya no entendía a qué estaba jugando, pero tampoco iba a permitir que me hable como quiera.

-Ya te dije que no voy a decir nada. Ahora, ¿Me podés dejar sola?-

-No- Pestañé cansadamente. -¿Cómo te voy a dejar sola? Puede haber cualquier loco por ahí. Te puede pasar algo- Ignoré sus palabras y volví a la caminata.

-Tengo que ir a mi casa, y no quiero que alguien me vea con vos-

-Y yo quisiera estar en Alemania en estos momentos, pero no podemos tenerlo todo- Bufé. -Ay dale, ¿por qué no aprovechamos para conocernos mejor? ¿eh?- Hablaba con un tono burlesco. -Voy a necesitar más información tuya, digo, por si necesito hablar sobre vos con tu amiguito-

"Me cansé"

-Me parece bien. Y contáme ¿robas seguido por acá?-

Rió ante mi comentario, pero no duró mucho. Rápidamente tomó mi mano y dobló en una cuadra donde pasaba poca gente. Me empujó contra la pared y se acercó. No fue violento, pero me asusté, aunque ya había hecho algo parecido antes.

-Creeme que no queres andar diciendo cosas así en voz alta. ¿No te dije recién que la calle está peligrosa? Puede haber violadores por ahí, enfermos que van a estar esperando por cualquier nena que se presente con la pollera un poco más cortita y así poder abusar de ella- Mis ojos se habrían como platos a medida que lo escuchaba. -Además, vos no sos cualquier nena- Fruncí el ceño. -Vos sos distinta y eso es peor. Van a ir corriendo a atraparte como leones a sus presas-

No solo eran sus palabras lo que me paralizaba, sino que la forma en que las decía. Hablaba suave, lento, no como un asqueroso degenerado. Se escuchaba como si tu pareja intentara seducirte o convencerte de algo, algo sexual claramente. Entonces fijó sus ojos en mi boca, después pasó al contorno de mi cara y subía a mis ojos, pero entonces volvía a mi boca.

Estaba muy cerca, bastante cerca. Sus labios estaban más rojos. Apoyó su pecho contra el mío, y caí en cuenta de lo agitada que estaba. Rozó mis labios con los de él. No cerré los ojos, quería verlo. Entonces se alejó bruscamente y volvió a un semblante serio. Me sentí como un pájaro cuando le tiran una piedra con una gomera, y lo bajan de la copa del árbol.

-¿Qué...?-

-Me tengo que ir- Sin dejarme decir algo más, dio unos pasos hacia atrás y me dedicó una pequeña sonrisa. Cruzó la calle y se fue. Me dejó ahí, sorprendida, viendo cómo se alejaba cada vez más hasta que salía de mi campo de visión.

"Que fuerte que estuvo eso, la puta madre". 

Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora