Capítulo 3

1.6K 97 13
                                    

JULIA

—¿Estás bien?—

La pregunta me sacó de golpe de mis pensamientos. Pestañeé varias veces, tratando de enfocar la realidad. Sentí como si un frío repentino me recorriera la espalda. Aún estaba de pie, pero mi mente seguía atrapada en el recuerdo de la noche anterior. Era como si el tiempo se hubiera detenido.

—Sí, sí. Perdón— respondí, mi voz sonaba temblorosa, frágil. Intenté sacudirme la ropa una vez más, pero el movimiento fue torpe, casi inútil. Mi mente no dejaba de repetir la imagen de esos chicos robando, la adrenalina que había sentido al presenciarlo.

—Yo te choqué, perdoname— dijo él, su voz suave y calmada, como si nada de lo que había sucedido antes importara. Soltó una risa que, en cualquier otra situación, me habría parecido encantadora, pero en ese momento, solo logró que mi estómago se anudara más.

No podía concentrarme en sus palabras. Todo a mi alrededor se sentía difuso, como si estuviera atrapada en una neblina espesa. Su voz llegaba a mis oídos, pero no lograba procesar lo que decía. Era como estar en un sueño, uno en el que la amenaza era tan real que no podías escapar de ella.

—Eh... Sí— murmuré finalmente, intentando recuperar algo de compostura. Acomodé mi mochila con movimientos lentos, calculados. Quería seguir caminando, alejarme de ahí lo antes posible, pero mis pies parecían pegados al suelo, incapaces de moverse. Él, sin embargo, no parecía dispuesto a dejarme ir tan fácilmente.

—Che, ¿te conozco?— Su pregunta me hizo estremecer. Negué con la cabeza rápidamente, casi por instinto, como si eso pudiera borrar cualquier conexión entre nosotros, cualquier posibilidad de que él recordara algo de la noche anterior.

—No, yo nunca te vi a vos. Debes estar confundido— reí nerviosa, aunque el sonido que salió de mi boca fue forzado, casi artificial.

Mi corazón latía con fuerza, golpeando contra mi pecho como si quisiera salir corriendo antes que yo. Él me miraba con una sonrisa que derretía a cualquiera, aunque en una situación así solo generaba que mi piel comience a erizarse.

—¿Vivís por acá?— preguntó, su tono despreocupado, pero su mirada era intensa, escudriñando cada uno de mis movimientos.

Había algo en su presencia que me ponía al borde del pánico. Sentía que me estaba acorralando, aunque sus palabras eran gentiles. Comencé a dudar, a preguntarme si realmente me había visto la noche anterior o si simplemente estaba coqueteando conmigo.

—Me tengo que ir— mi voz salió tensa, forzada, intentando sonar amable, pero el miedo empezaba a tomar el control.

—Tranquila— volvió a reír, y esta vez su risa sonó como una caricia peligrosa, algo que podía envolverte y arrastrarte a su mundo oscuro.

"¿Por qué tiene que tener una risa tan linda?", pensé, mientras luchaba por mantener la compostura. Pero lo más perturbador de todo era su rostro. Parecía tan angelical, tan fuera de lugar en el contexto de lo que sabía que había hecho. Sus rulos rubios, sus ojos claros, sus labios rosados... Era la imagen de la inocencia, pero yo sabía la verdad que escondía detrás de esa fachada.

—Soy buen pibe— dijo, con una sonrisa que bordeaba lo cínico, y por un momento, casi me reí. La ironía de sus palabras no se me escapaba.

Recordé la escena del robo, la forma en que habían actuado sin remordimientos, y me sentí atrapada entre dos realidades que no lograba reconciliar. Quería rodar los ojos, pero me contuve. Cualquier gesto podría delatarme.

—Sí, pasa que mi mamá me debe estar esperando y...— Intenté poner fin a la conversación, y él asintió con la cabeza, aparentemente comprensivo. —Viste cómo son las madres— dije, intentando una sonrisa, pero mis labios apenas se movieron.

Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora