Capítulo 36

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Carlos

Él no estaba muerto, solamente estaba inconsciente. Tiré la sierra a un lado y me limpié las manos con su saco. Me aseguré de que todos los cuerpos se encuentren ahí.
Cuando estaba por irme choqué contra algo pesado. Bajé mi mirada y sonreí al ver los bolsos con la guita, así que los agarré y corrí hacia mi moto.
Manejé un tiempo y traté de estar atento de no cruzarme con algún milico. Todavía estaba asimilando todo lo que había ocurrido.

Miguel murió como, según él, debía ser. "El ladrón tiene que morir de un tiro, corresponde a su destino" era lo que decía y al final tuvo razón.

Germán, aunque estaba bastante mal cuando me fui, significaba un problema para mi. Lo único que podía pensar es ¿qué le iba a decir a Julia? El plan para escaparnos todavía seguía en pie y desde ese momento ya lo había puesto en marcha, no me iba a confiar, esos tipos tenían que ser muchos más seguramente.

Y Jorge. Él fue como un padre para mi, me enseñó todo lo que no te dicen en ninguna escuela. Siempre me recibió muy bien en su casa.
Limpié unas pequeña lágrimas que se habían escapado de mis ojos.

Al llegar vi a Ramón sentando en la vereda. Estacioné detrás de su auto y me bajé. Estaba llorando con su cara escondida entre sus brazos y rodillas. Supuse que Ana tenía que ver en todo esto. Me acerqué despacio hasta quedarme de pie a un lado de él.

- ¿Ya le dijiste a tu mamá? - Por primera vez desde que llegué levantó la cabeza y negó a mi pregunta.

- Ni siquiera entré -

Suspiré. - Dale, entremos y le digo yo, no te preocupes -

Él volvió a negar.

- Me va a echar de la casa. Ya te digo que su primera reacción va a ser agarrarsela conmigo -

- Bueno, por eso mismo yo voy a estar ahí y le voy a explicar -

Ramón se quedó unos segundos en silencio. Se refregó la cara con las manos y se levantó. Me asintió con la cabeza como diciendo "estoy listo" y entramos.

Hubiera preferido que Ana no me escuche y que eche a Ramón de la casa pero nunca hubiera preferido lo que vi. La casa estaba dada vuelta. Había un par de cosas tiradas.

- ¿Mamá? - Silencio. - ¡¿Mamá?! -

- ¡Disculpe! -

Esa voz no pertenecía a ninguno de los dos, era una mujer pero no era Ana. Nos dimos la vuelta y había una señora afuera, detrás de las rejas llamándonos. Nos acercamos, estaba con un semblante serio.

- Si ¿Qué pasa señora? - Era la vecina, estuvo en la casa de Ramón un par de veces, no muchas y siempre en la cocina, con Ana.

- ¿Estás buscando a tu mamá? - Ambos asentimos.

- Yo la vi salir hace un rato ya. Andaba con bolsos - Fruncí el ceño. - Ojo que yo no soy ninguna chusma eh, pero estuvo haciendo mucho ruido y yo vivo al lado ¿me entienden? - Fue la única y primera vez que me di cuenta que las viejas chusmas realmente sirven.

- Señora, ¿le dijo algo mi mamá, a dónde iba, algo? -

- No, no. Yo salí de mi casa a ver, pero por si había que llamar a la policía. Ahí ella salía y le pregunté si estaba bien. Ella me dijo "sí, sí, sí, vaya a dormir tranquila". Pero te digo una cosa... - Habló eso último acercándose a nosotros y casi susurrando. - Estaba bien vestida y como ya te dije, se fue con dos bolsos -

Ninguno de los dos podía creer lo que escuchaba pero la situación de cierta manera coincidía.

- Bueno, muchísimas gracias, disculpe las molestias, ya se puede ir a dormir -

Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora