Capítulo 5

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CARLOS

Me apoyé en la puerta del auto, observando el edificio del colegio. Mi pie golpeaba el suelo con impaciencia mientras esperaba. A lo lejos, vi a Ramón salir ajustándose el buzo. Cuando me vio, su paso se ralentizó y la expresión de su rostro cambió. Caminó hacia mí con el ceño fruncido.

—¿Por qué faltaste?— preguntó, su voz cargada de reproche.

Le lancé una mirada aburrida, jugueteando con un cigarrillo entre mis dedos.

—¿No te había dicho ya que no iba a venir más?— respondí, fingiendo desinterés.

—Dijiste que no sabías todavía, ¿me estás jodiendo?— replicó, claramente molesto.

Sonreí con ironía.

—Ay, perdóname. ¿Me extrañaste mucho?— Le tiré de un rulo, quitándole el cigarrillo de la mano.

Ramón se lo volvió a arrebatar, dándole una pitada lenta.

—Metete la mano en el culo, Ramón—

Él soltó una carcajada áspera y sacudió la cabeza.

—Cerrá el orto, rubio. Hoy podríamos haber ido a robar algo, en vez de tenerme acá perdiendo el tiempo—

Sentí una punzada de fastidio y exhalé lentamente, observando el humo que se escapaba de sus labios.

—Entonces desde ahora te aviso que mañana no vengo— dije, encogiéndome de hombros.

Ramón hizo una mueca, irritado.

—Gracias, sos muy atento— Luego, su tono se suavizó y una chispa de curiosidad apareció en sus ojos. —¿No ibas a hablar con la pibita esa?—

Aproveché la oportunidad para cambiar de tema.

—Mirá, te llama tu mamá, corre— dije en tono burlón, tratando de desviarlo de esa conversación incómoda.

Ramón se quedó mirándome, luego sonrió de lado, malicioso.

—Te gusta la nena, ¿no?—

Mi mandíbula se tensó. No podía darle esa satisfacción.

—Chasqueé la lengua— Andate, yo me las voy a arreglar. Se me ocurrió un plan y no quiero que seas parte.

Él soltó una risa burlona.

—Ay, qué malo — Me miró con una mezcla de diversión y picardía. —¿Es eso o querés estar solito con ella?—

Preferí no responder. Cuanta menos información le diera, mejor.

—Ay pobrecito, él está enamorado— continuó, disfrutando de mi incomodidad.

Mi paciencia se estaba agotando. Le lancé una mirada gélida.

—Te estás yendo a la mierda— dije rápidamente, desviando la mirada al suelo.

—Vos te estás yendo a la mierda— replicó, dándole una última pitada al cigarrillo antes de aplastarlo con el pie. —Las mujeres sirven para coger y complicarte la vida. Metete eso en la cabeza—

Rodé los ojos, preguntándome si algún día dejaría de decir esas estupideces. Seguro que no.

—Ramón, cerrá el orto, ¿querés?— Le quité el cigarrillo. —Tampoco te hagas el grandecito, que tenés 16 años todavía—

Sonrió de forma despreocupada.

—Eso era ayer—

—Sí— asentí, devolviéndole la sonrisa. —Feliz cumpleaños— Le di una palmada en el cuello.

Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora