JULIA
—Guzmán...— La voz de la profesora me arrancó bruscamente de mis pensamientos, haciendo que mi corazón diera un brinco. De repente, me encontré en medio del aula, con las miradas de mis compañeros clavadas en mí. El mundo real parecía un eco distante en comparación con la turbulencia en mi mente.
—Sí, profe. Disculpe, ¿qué me decía?— balbuceé, intentando sonar presente, aunque mi cabeza seguía atrapada en las sombras de la noche anterior.
—Te hice una pregunta básica— La profesora suspiró, su tono cargado de exasperación. —¿En qué año finalizó la Segunda Guerra Mundial?—
Parpadeé, tratando de hacer coincidir la pregunta con la maraña de pensamientos en la que estaba enredada.
—En 1945— respondí finalmente, esperando que fuera la respuesta correcta. Ella asintió, aunque su expresión mostraba una mezcla de resignación y desaprobación.
—Correcto. Sigamos. No quiero más distracciones, Guzmán— me advirtió, volviendo a la pizarra con una mirada de advertencia.
Me hundí en mi asiento, apoyando mi mejilla sobre mi mano, mientras intentaba concentrarme en la clase. Pero mi mente tenía otros planes. Los recuerdos de la noche anterior se desplegaban en mi cabeza como una película que no podía detener. La tensión en mi pecho era casi asfixiante. Sentí un ligero toque en mi espalda. Me incliné un poco hacia atrás, sin desviar la vista del pizarrón.
—Hey...— susurró Analía. La conocía lo suficiente para saber que no me dejaría en paz hasta saber qué me pasaba.
—¿Qué te pasa? Te veo rara desde hoy temprano—
—Nada— mentí, mi voz apenas un murmullo. La verdad era un peso que no estaba lista para compartir.
—Claro, porque seguro que no te pasa nada— respondió con sarcasmo, sus ojos fijos en mí, buscando alguna señal que delatara la verdad.
—A la salida te cuento— cedí finalmente, sabiendo que de alguna manera tendría que sacar lo que sentía. Quizá Analía, con su curiosidad insaciable, podría ayudarme a entender lo que ni yo misma podía comprender.
***
—¿Vamos a la plaza?— le sugerí mientras salíamos de la escuela. La idea de caminar, de moverme, era una forma de aplacar la inquietud que se había instalado en mi pecho desde la noche anterior.
—Bueno, pero ya basta de dar vueltas. Contame, ¿qué te pasa?— insistió, su tono mezclando impaciencia y preocupación. Sabía que no me dejaría en paz hasta que le contara todo.
Suspiré profundamente, sintiendo el peso de las palabras que estaba a punto de decir.
—Pasó algo anoche— comencé, mi voz temblando ligeramente al recordar las imágenes que me perseguían desde entonces.
—¿Te peleaste con Agustín?— su rostro se tensó, reflejando la preocupación que yo misma había sentido anoche.
—No, no. Nosotros estamos bien, o al menos... ya sabés cómo es —dije, intentando sonar tranquila. Pero la mención de Agustín sólo trajo más confusión a mi mente. Mi relación con él siempre había sido un tira y afloja, una constante lucha por encontrar un equilibrio que parecía imposible. —Pasó otra cosa cuando salimos del cine—
—¿Qué cosa?—preguntó, sus ojos brillando con interés.
—Vimos a unos chicos robando una armería— dije finalmente, sintiendo cómo las palabras se hacían más reales al ser pronunciadas. —Metían dos bolsas en un auto y se fueron disparando. Yo... yo quería ver quiénes eran, pero Agus insistió en que nos escondiéramos hasta que se fueran. Quise ir a la policía, pero... ¿qué sentido tenía? Con todo lo que está pasando...—

ESTÁS LEYENDO
Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022
أدب الهواة1975. Vicente López, Buenos Aires. Esta novela sigue a Julia, una estudiante normal que se encuentra atrapada en una vida monótona y en una relación que no la satisface del todo. Sin embargo, todo cambia cuando presencia un robo violento y cruza mi...