Capítulo 6

1.5K 105 16
                                    

JULIA

Mi mente iba a mil por hora. Sentía una mezcla de pánico y enojo recorriéndome como una descarga eléctrica. ¿Cómo podía este tipo conocer tanto sobre mí? ¿Mi nombre, mi escuela, mi rutina? No era solo el miedo a lo desconocido; era el miedo a lo que sabía sobre él, a lo que había visto.

Los días anteriores, las imágenes de Carlos en mis sueños eran claras, pero también difusas, como si una parte de mi subconsciente intentara protegerme de la verdad. Sabía que lo había visto en situaciones que no debía, y esas imágenes volvieron a mi mente ahora, como un torbellino: Carlos hablando con tipos que parecían sacados de una película de mafiosos, los gestos bruscos, las miradas furtivas, los intercambios de bolsos, que seguro contenían las armas que estaban robando.

—¿Quién te dijo mi nombre?— pregunté finalmente, con voz temblorosa pero decidida.

Carlos me observó, una sonrisa perezosa se dibujó en su rostro, como si disfrutara de mi incomodidad. Me estudiaba como un gato mira a un ratón atrapado. Esa sonrisa burlona, la forma en que sus ojos brillaban con malicia, me ponían los pelos de punta.

—Nadie me lo dijo— respondió encogiéndose de hombros, como si fuera lo más normal del mundo. Su voz tenía un tono casual, como si hablara del clima.

No podía creerle. Algo en su actitud me decía que sabía más de lo que estaba dejando entrever. Crucé los brazos, un intento de protegerme, de poner una barrera entre nosotros. Sentía un nudo en el estómago y un frío recorriéndome la espalda. ¿Cómo podía ser tan descarado?

—¿De verdad esperás que te crea?— repliqué con escepticismo, alzando una ceja.

Carlos soltó una risa, un sonido bajo y gutural que me puso la piel de gallina. Se acercó un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros, haciendo que mi respiración se acelerara. La adrenalina corría por mis venas, impulsándome a retroceder, pero me obligué a quedarme quieta. No iba a mostrarle que me intimidaba.

—No, no espero que me creas. Solo quería saber hasta dónde llegás con tu curiosidad— respondió con un tono burlón.

Empezó a caminar junto a mí, y yo, sin pensarlo mucho, comencé a andar también. Quería alejarme de ahí, alejarme de él, pero mi instinto me decía que era mejor no darle la espalda. No podía confiar en lo que haría si lo perdía de vista. Miré de reojo, notando cómo mantenía su paso sincronizado con el mío.

—¿Por qué me seguís?— pregunté, dejando que la irritación se filtrara en mi voz.

Carlos fingió estar ofendido, llevándose una mano al pecho.

—No te estoy siguiendo. Simplemente tenemos el mismo camino, parece. No te creas tan importante—

Me mordí el labio para no responder algo cortante. Claramente me estaba siguiendo, pero jugaría su juego por ahora. Respiré hondo, intentando calmar mi creciente ansiedad. Mi mente buscaba febrilmente una forma de alejarlo, una estrategia que me permitiera librarme de su presencia.

Él continuó hablando como si no hubiera notado mi incomodidad.

—Además, ¿qué tiene de malo que quiera conocerte mejor? Después de todo, hoy nos íbamos a ver—

—¿A qué te referís? No me acuerdo de haber acordado nada con vos— respondí con un tono más cortante de lo que pretendía. La confusión se mezclaba con la frustración en mi voz.

Carlos sonrió, una sonrisa ladina que me dio escalofríos.

—Bueno, ya me estás hartando— Sin más, Carlos tomó fuerte de mi brazo y me llevó y apoyó contra una pared bruscamente, logrando un grito ahogado de mi parte. —¿Qué te pensás? ¿Que no te vi yo también?—

Young and Beautiful Criminal © / Editando #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora