Capítulo 7

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La noche era fresca, las luces apagadas daban a aquella amplia habitación un toque tenebroso, más aún por el par de infames que allí se encontraban reposando luego de haber tenido una sesión sexual muy extenuante. Cubriendo su desnudez con un fino camisón de seda en color plata, la mujer de piel blanca y de cabellos largos se aproximó lentamente al ventanal de la terraza de su lujoso departamento. Respiraba con tranquilidad, no quería alterarse, no debía hacerlo. Con sumo cuidado abrió y salió para poder respirar el aire de aquella tranquila noche, deseaba sentir la calma que su mente y cuerpo no sentían. Las hebras de cabello despeinado se movían lentamente por acción de las ligeras corrientes ventosas que soplaban. Desde su piso podía ver la ciudad, las luces encendidas como siempre daban muestra que la vida continuaba aún en las noches. Inspiró tranquilamente, comenzaba a relajarse cuando unas manos fuertes se posaron en su cintura logrando sobresaltarla.

– ¿Qué haces aquí? – Adán le besaba el cuello al momento de preguntarle.

– Nada... miraba la noche, admiraba el paisaje – respondió Sabrina muy tenuemente, como temiendo perder la calma que había conseguido.

– ¿Admirabas? Teniendo cosas mejores que hacer allá adentro, sales al frío para ver el paisaje – mencionó el atractivo hombre con un toque explícito de sarcasmo.

– Sí, los placeres de la vida a veces son los más simples – contestó sin dejar de mirar al frente, el hombre, con un poco de fuerza, volteó el cuerpo de la fémina para quedar cara a cara.

– Eso que acabas de decir sonó tan estúpido – le dijo para posteriormente besarla en los labios a la fuerza, cuando necesitó oxígeno, unos segundos después se separó de ella – Esa idea suena tan a Gustavo – soltó una sonora risotada, se burlaba, por su diversión no vio que la chica apretaba los puños fuertemente llena de rabia – Deja de decir tonterías como esa porque voy a pensar que tú y el fracasado ese son tal para cual – volvió a reír escandalosamente.

– Tienes razón... a veces sueno a las ideas que un hombre como él decía – haciendo énfasis en la palabra hombre la mujer exclamó – Por cierto, ¿Ya sabes dónde se esconde? – cuestionó fingiendo un tono de indiferencia.

– No, y me importa menos que un comino donde esté o con qué mujerzuela esté durmiendo, aunque el lugar en el que se encuentre debería aprovecharlo para refundirse en él y formar la estúpida familia que siempre ha querido – sonrió de medio lado el hombre, dejando claro que era una burla. Al oír dichas palabras Sabrina volteó rápidamente a la ciudad de nuevo, no quería que Adán viera su reacción.

'Destrozaré a la maldita que se atreva a tocarlo' pensó furiosa, era verdad, se había dado cuenta tarde, su ambición y la lujuria a la cual se dejó arrastrar por su rubio amante la cegaron, cuando lo perdió se había dado cuenta que estaba irremediable y profundamente enamorada de Gustavo – ¿Familia? ¿Tiene esa idea? – preguntó para evitar que el silencio fuera más prolongado.

–Sí...– el sujeto volvió a hundir su cara en el hueco que se formaba entre el cuello y el hombro de ella – El muy imbécil siempre ha querido tener su familia feliz, te contaré un secreto... uno muy divertido – rio burlonamente para luego susurrarle al oído – Gustavo, el día que te encontró con ese sujeto, el que metimos en tu cama, ese día te iba a entregar tu anillo de compromiso, te iba a pedir matrimonio – terminado su dialogo una risotada llena de descaro sonó. Al estar de espaldas a él, no pudo admirar cómo el rostro de la chica se desfiguró ante tal revelación.

– Ma... matrimonio – expresó con serenidad.

– Sí, matrimonio, se quería casar contigo, pero lo que él no sabía es que tal evento jamás ocurriría – nuevamente la volteó a sí para mirarla – Porque tú eres mía, y lo serás siempre – la besó, ella cerró los ojos fuertemente sintiendo el asco más grande que había experimentado, apretó los puños, quería que dejara de tocarla, pero no podía hacerlo aún, luego de arrepentirse completamente de lo que había hecho comenzaba a idear un plan, pero para llevarlo a cabo era obligatorio saber dónde se escondía el hombre al que realmente amaba.

Entre MachosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora