Con toda tranquilidad, apreciando aquel relajante y hermoso ocaso, ambos hombres iban cabalgando rumbo a la casa grande. Unas horas habían pasado desde que el ranchero y el citadino se reencontraron en la gruta. Cualquiera que los viera por el camino notaría a un par de hombres, amigos, platicando de las tierras, los animales, los arreglos que le harían a los pastizales, pero ellos, se conocían, lograban interpretar esas miradas que se dedicaban durante unos segundos cuando se volteaban a ver uno al otro.
– ¿Y pos todo lo vas a dejar quieto, güero? – preguntó Nacho, le intrigaba saber por muchos motivos qué haría el otro.
– La situación está un poco complicada ahora, existen demandas por defraudación fiscal, y todo por culpa de ese desgraciado de Adán, el que creía mi amigo – renegó con cierto desprecio.
– Namás deja que tenga enfrente a ese condenado y le voy a partir la jeta por andar metiendo en líos a mi güero – tan enojado estaba, que no prestó mucha atención a lo que acababa de decir, que sin duda alguna halagó a Gustavo.
– Y... ¿Y cómo han estado por aquí? – tratando de sentirse menos incómodo por el comentario anterior, cambió el tema.
– Ya sabes, todo tranquilo, bueno, los chismes de la Ángeles y sus amigas, el Lorenzo que ayer me lo encontré por acá, sigue terco en que quiere las tierras de la gruta, ese tá loco si cree que se las voy a dar, mi apá se las ganó a lo derecho y ahora son nuestras – contestó el ranchero mientras mirada al lado del camino desde el cual se podía ver el sol extinguirse entre las montañas.
– Ese sujeto no piensa dejar en paz con ese tema, ¿Tienen las escrituras de esa propiedad?
– Pos claro güero, fue lo primero que mi apá le pidió al jefe del Lorenzo, el señor se las dio y mi madrecita las tiene guardadas desde entonces, si no soy tan tarugo, si digo que son nuestras esas tierras es porque a lo macho son de nosotros – contestó de lo más tranquilo, así se sentía en esos momentos.
– ¡Ah! Entonces no hay de qué preocuparse, ese hombre no les puede quitar nada porque legalmente la gruta y esas tierras son de ustedes – comentó contento, también él estaba feliz por haber regresado.
– Sí, ni me preocupo, namás que intente y va a ver cómo le va, las tierras son vida y lo mejor de todo, pero a veces traen puros problemas, si la Ángeles llegó anoche diciendo que el viejo amargado del Simón, allá en el pueblo, le va a pelear sus terrenos a la 'poderosa' – dijo mientras los caballos avanzaban lentamente pisando y haciendo sonar las piedras del camino.
– ¿La poderosa? – con curiosidad preguntó.
– Sí, hace años el viejo Simón tenía unas tierras a las afueras del pueblo, pero sin darse cuenta una vieja se hizo una choza en un cacho de sus tierras, y cuando la intentó sacar ésta no quiso, a según dicen en el pueblo que esa señora es una bruja de las negras, y que por eso el Simón no quiso hacerle nada durante años, le dicen la poderosa porque dizque tiene al chamuco de su lado y ese le ayuda a quitar a los que le estorban, pero según la Ángeles, que el viejo ya se hartó y la va a sacar con todo y sus diablos, por eso te digo que las tierras a veces traen puros problemas – negó con la cabeza, si algo le cansaba a Nacho era escuchar chismes, no le agradaba en lo más mínimo.
– Ya veo, entonces no sólo tú eres el que tiene dificultades con los terrenos – lo miró durante unos segundos.
– No güero, acá se han hasta matado por las tierras, pero bueno, pa' que hablar de eso, ya lo que pase que pase, eso sí, el Lorenzo no nos quita ni un chachito de nada, de eso me encargo yo – sentenció bastante seguro de lo que decía. Ambos sonrieron y continuaron el camino rumbo a la Casa Grande, hablando de vez en cuando, mirándose más de lo que platicaban y guardando en secreto la titánica alegría que sentían por estar juntos, pues ambos estaban derrochantes de felicidad, pero por lo orgulloso de los dos, solo se permitieron expresar sus sentimientos al pie de la gruta, nada más.
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Entre Machos
RomanceDos hombres, dos mundos distintos. Cada uno con sus sueños, cada uno destilando masculinidad. Uno forjado en el bullicioso y cosmopolita clima citadino, el otro arreciando sus fuerzas y facciones en el arduo trabajo del campo. Un crimen unirá sus ca...