Capítulo 21

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Recordó aquella noche, fue inevitable no traer a la memoria aquel momento en el que por primera vez habló de sus sentimientos hacia el ranchero. Era un tema delicado, pues nunca antes sintió esa clase de emociones por ningún hombre. Le resultaba difícil hablar de aquel sentimiento, acostumbrarse a la idea de que se había enamorado de un ranchero hablador, dicharachero y muy simpático. Sin embargo, lo había hecho, confesó su amor a la persona que menos se hubiera imaginado, aquella vez que estuvo en el hospital con su ex amigo, Adán...




El hospital estaba en calma, era noche y los pasillos si bien no estaban desérticos como en las madrugadas, no tenían tanta afluencia de gente. Gustavo acompañado de Héctor, subían las escaleras que llevaban al piso en el cual se encontraba el moribundo Adán. Intercambiaban una que otra oración, pero a Prado San Millán le resultaba difícil mantenerse ecuánime cuando se había enterado que su supuesto mejor amigo le robó y posiblemente asesinó a sus padres. Luego de una caminata algo extensa, el par de hombres se hallaron frente a la puerta indicada.

– Quiero entrar solo, por favor– pidió Gustavo a su amigo

– Bien, solo te pido que no hagas una locura, esa rata merece su castigo, pero no te involucres en algo con lo que puedas salir perjudicado, por favor – recargándose en la pared, Héctor miró con preocupación a su amigo.

– Descuida, por el momento tendré piedad de ese infeliz, aunque merece que sea yo mismo quien lo mande al otro mundo – palmeándole el hombro al otro hombre, en señal de calma, se adentró al oscurecido cuarto cerrando la puerta tras de sí.



Miró atentamente al frente, su "amigo" era alumbrado por una pequeña lámpara colocada al lado de la cama, el silencio era interrumpido por la acción del respirador que llevaba puesto el convaleciente rubio. Nunca antes había sentido tanta rabia por alguien, ni siquiera la traición de Sabrina le había resultado tan amarga y dolorosa como la que experimentaba en esos instantes, su amigo, su casi hermano, una de las personas en las que más confiaba había resultado el mayor de los traidores con los que se había topado en la vida. Cerró los puños como un intento para no golpear al que se hallaba en la cama cubierto por sábanas color azul.

– Eres la más grande decepción que he tenido, eres un maldito...– con amargura soltaba aquellas palabras secas y lastimeras – Yo creía en tu amistad, confié en ti, puse mi vida en tus manos y tú solo jugaste con ella, quisiste tener el asqueroso dinero que poseo, yo te lo hubiera regalado, todo el que quisieras, pues he comprendido que el dinero no lo da todo, ni con toda mi fortuna podría devolverle la vida a mis padres, ni entregando todo Business Center podría volver a sentir un beso de mi madre o un abrazo de mi padre, tú me los arrebataste, tú me arrancaste a mi familia solo por el maldito dinero...– las uñas comenzaban a incrustársele en la palma de la mano por la fuerza con la cual apretaba, sus ojos celestes se cristalizaban por la rabia y el coraje que sentía – Muchos me lo advirtieron, mi padre siempre te detestó, y hoy mismo entiendo el por qué, él siempre supo la clase de alimaña que eras, y yo, como un estúpido nunca lo escuché, él quiso que me alejara de ti, y yo necio, como un imbécil insistía en convencerlo de que estaba equivocado...– volteando el rostro se dedicó a mirar por la ventana la ciudad, que en esos momentos era iluminada por las farolas y anuncios, soltó una risa llena de resentimiento. Le daba la espalda al enfermo, veía atentamente hacia afuera – Mi mayor error, fue haberte encontrado...– soltó un suspiro para poder sonreír honestamente, pues a su memoria llegó el rostro de un hombre del cual se había despedido horas antes – Sin embargo, todo ocurre por algo, y la verdad, dentro de toda la porquería que tú y esa mujer me hicieron, sucedió un evento que me cambió la vida... Cuando inicié el destierro al que tú me presionaste y que seguramente fue una de tus tretas para apoderarte de mi fortuna, conocí a varias personas, que si bien no son tan letrados o educados como nosotros, si tienen un corazón noble y lleno de calidez, algo que jamás en tu miserable vida conocerás, y entre esas personas está él... él...– cerró los ojos intentado mantener la imagen sonriente de Nacho – Un ranchero estúpido, atrabancado, pero con los sentimientos más puros que jamás he conocido, un hombre del cual me enamoré... ¡Increíblemente me enamoré de otro hombre! – su sonrisa de lado por la emoción y la vergüenza apareció – Y ahora mismo no resisto las ganas de regresar para verlo, no puedo ni quiero estar tanto tiempo alejado de él, quizás es algo que jamás le diga, pero es lo que siento, amo a una persona y tengo la seguridad que esa persona me ama a mí, y es algo que aun con toda tu maldad no podrás evitar y nunca podrás experimentar, pues una persona tan podrida como tú, no tiene derecho a conocer algo tan noble como el amor – regresó la mirada al sujeto de la cama, con paciencia se acercó a su rostro, lo miró por unos segundos – Y te juro Adán, que cuando pruebe que tú asesinaste a mis papás, no tendrás madriguera alguna en la que te puedas esconder de mí, así tenga que dar todo lo que tengo, te haré pagar cada lágrima, cada noche solo, cada cumpleaños en el que ellos no estuvieron, no te va a alcanzar la vida para arrepentirte del daño que me has hecho, y no es una amenaza ni una promesa, te lo repito... Es un juramento...– conteniendo las ganas de golpearlo, se incorporó y se dirigió a la entrada, tanta era su furia y sus ganas de salir de ese lugar, que no pudo percatarse que el rubio abrió los ojos mirándolo fijamente.

Entre MachosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora