El atractivo rubio caminaba de un lado al otro de aquella lujosa casa que había comprado hacía un par de años. La terraza que daba una espectacular vista al enorme jardín, que en esos momentos era iluminado por unas lámparas que simulaban ser antorchas, se trataba de su lugar favorito. Salió para contemplar la tranquilidad de su hogar, las cosas salían a pedir de boca, la fortuna de Gustavo muy pronto caería en sus manos, los socios se mostraban intranquilos por los balances que les había enseñado, se encargó de maquillarlos de tal forma que las cifras fueran mucho más escandalosas de lo que realmente eran, tenía a la mujer que desea, la de su ex mejor amigo. Solo quedaba un punto por cumplir...
– Estás acabado amigo, lo único que me falta para estar completamente tranquilo es mandarte a reunir con tus padres – una sonrisa macabra se formó en su masculino rostro. Llevaba una copa de vino en la mano derecha, cuidaba de que no se calentara pues perdería el sabor si ello ocurría. Esa era la meta pendiente, asesinar a Gustavo, pero por alguna razón no se había comunicado de ningún modo con él, era lógico de cierto modo, cambió de número, Sabrina le había dado otro teléfono luego que el suyo se perdiera de forma extraña – Le pido a Dios o al demonio que me dé una señal para encontrarte y meterte un tiro entre ceja y ceja, solo así estaré completamente feliz – caminó unos pasos y tomó asiento en la cómoda silla tejida que estaba en la terraza, la oscura ambientación contribuía a que se sintiera en calma, respiró hondo y dio un trago a su bebida, cerró los ojos un momento para poder pensar, y recordar, era un plan que tardó años en ejecutar y por fin estaba rindiendo frutos, recordó ese día, el momento que pudo formar parte de Business Center...
Salía de su casa, una vecindad en los rumbos del centro de la ciudad, un lugar barato, feo y lleno de gente pobre. Lo odiaba, lo detestaba, pero no tenía los medios para pagar algo mejor. A costa de trabajar en lo que pudiera había logrado costear las altas cuotas de la universidad privada en la que había estudiado, ahí fue donde conoció a Gustavo Prado-San Millán, un rico y futuro heredero de un imperio llamado Business Center, ese joven era conocido como el chico más afortunado de la escuela, pues tenía decenas de amigos, dinero y una familia que lo adoraba. El segundo más popular, un joven aristocrático llamado Héctor Montenegro, el mejor y más fiel amigo de Prado-San Millán. A base de mentiras y embustes, Adán había conseguido entrar en el más cercano círculo de amigos de Gustavo. Logró la confianza de muchas personas, pero no así de dos de los que consideraba vitales, Clemente Prado y Héctor, este último siempre le demostró antipatía y buscaba la forma de alejarlo como fuera posible, en varias ocasiones tuvo que lavarle el automóvil a cambio de dinero.
Iba rumbo al edificio más grande de la ciudad, en ese entonces, muchas personas muy bien preparadas deseaban formar parte de una empresa tan respetable como aquella, pero no cualquiera podía ingresar y formar parte de las filas de la misma, y mucho menos acceder a los puestos de mayor importancia. Había usado el único traje que tenía, ese día debía ir presentable, quería agradar al dueño, su amigo le había conseguido una cita con el empresario más importante de dicha corporación y la primera impresión la consideraba de suma importancia. Llegó repartiendo sonrisas a los empleados, por primera vez se le permitía el paso a aquel lugar, si por fuera era impresionante, por dentro era grandioso, a su parecer. Decenas de personas iban y venían, todas muy bien vestidas, desde el momento en el que un compañero de la carrera le había dicho quién era Gustavo Prado, supo que debía acercarse a él como fuera, se prometió algún día ser como él o incluso mejor.
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Entre Machos
RomanceDos hombres, dos mundos distintos. Cada uno con sus sueños, cada uno destilando masculinidad. Uno forjado en el bullicioso y cosmopolita clima citadino, el otro arreciando sus fuerzas y facciones en el arduo trabajo del campo. Un crimen unirá sus ca...