Prólogo

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- A ver, Yui...

- No, esto ya me tiene harta. Mañana seguimos, ¿bien?

El pelimorado soltó un pequeño suspiro y asintió mientras que yo bajaba las manos y tiraba la cabeza hacia atrás. Estaba exhausta de tanto entrenamiento, y en realidad ya no tenía ganas de intentar congelar aquella estatua de piedra sin tenerla en mis manos. Kanato se sentó en la fuente, abrazando a Teddy con fuerza.

- No es tan complicado. - me dijo, frunciendo un poco el ceño.

- Es diferente, Kanato. El fuego y el hielo son bastante distintos, ¿recuerdas? - murmuré al observar la estatua.

Era alta y con algo de vegetación cubriéndola en la base. Era una espada junto con un escudo, ambos tallados en piedra sólido bajo el sol de aquella tarde. Era comienzos de Marzo y aunque aún era invierno, el sol lograba aparecer por unos instantes entre esas horas - cuatro y cinco de la tarde.

- Supongo que tienes razón - susurró, apartando la mirada -. Mañana lo intentaremos de nuevo. Voy a... a pasear un rato.

Se levantó de la fuente, Teddy en sus brazos como siempre, mientras se estiraba un poco. Si antes dependía de Teddy para ir a cualquier lugar, ahora no podía dejarlo ni para ducharse (solía dejarlo en la repiza del baño). Me mantuve de pie, observándolo con ojos expectantes.

- Dime, ¿aún nada? - susurré, caminando a su lado.

Negó con la cabeza, algo apenado.

- Cero, pero el tiempo dirá todo. Reiji dijo que no faltaba mucho.

Sin decir nada más, giró sobre su talón y se fue dando pasos apurados, pero en vez de girar para ir al cementerio o al jardín entró en la mansión. Suspiré mientras sonreía; Kanato era el que más se preocupaba por la salud de Raito.

Dos semanas se habían ido en lo que me pareció un pestañeo. Las cosas lentamente volvían a la normalidad, al menos parcialmente. Sin Avril y Luciana la mansión se tornó vacía. Además, al no tener de quién beber, los hermanos iban debilitándose con rapidez. Yo, por mi parte, sobrevivía aún de la sangre que bebí de Bianca; Subaru decía que probablemente me quedaba poco tiempo e iría perdiendo fuerzas poco a poco.

Raito aún no había despertado de su profundo ensueño y se mantenía durmiendo día y noche. Reiji nos aseguraba, cual estudiante de medicina que era, que no tomaría mucho en tiempo en recuperar la consciencia - aún así, las dudas aún rondaban la mansión. Su habitación estaba bajo llave, y ahora una habitación de huéspedes le pertenecía.

¿Sobre Shu? El mayor de los hermosa Sakamaki siempre estaba encerrado en su habitación, normalmente en el balcón mientras sus piernas las apoyaba en la misma barandilla. La Reina dorada aún mantenía su promesa de mantenerse intacta e indestructible, siempre entre sus dedos o en la repiza más alta de todas.

Me desaté el cabello, dejando que mis bucles cayeran sobre mis hombros. Ya eran las cinco de la tarde y el sol se alejaba del cielo, niebla reemplazando su lugar con una ráfaga de viento. Mientras me colocaba mi abrigo sobre los hombros, entré a la mansión a paso calmado, esperando la cena.

Subí las escaleras de dos en dos, cruzándome con Subaru, que iba de bajada. No dijimos nada y seguimos nuestro propio camino.

Al caminar por el pasadizo hacia mi habitación, un escalofrío me recorrió al cruzar la puerta cerrada de la ex-habitación de Raito. Ahí, el mismo pelirrojo había sido atacado, Beatrix se había suicidado y Shu perdió a Luciana al mismo tiempo que Kanato recuperó a Teddy, pero no sin antes perder a Avril. Retrocedí unos pasos, quedando frente a ella.

¿Qué hubiera pasado si Shu hubiese perdido la partida? Seríamos peones, tal vez sin conciencia, en manos de Beatrix. ¿Y los dos hermanos? Muertos, en el suelo, con marcas de bala en su cuerpo. Y pensar que Reiji casi queda ciego por perder una partida, me dije.

Fue un acto involuntario, una cuestión de segundos. Presioné mis manos en la puerta, sintiendo el frío de las cadenas y el polvo en mi dedos. Todo había pasado demasiado rápido.

Abajo, el teléfono sonó.

¿Acaso no era que no teníamos línea? Separé mis manos de la puerta y avancé haciala barandilla, viendo que Reiji salía de su laboratorio y lo tomaba en sus manos.

- ¿Diga?

Y se mantuvo quieto, helado, con los ojos bien abiertos y el rostro más pálido de lo usual. Apretaba los puños y la mandíbula, aterrorizado y enojado al mismo tiempo; casi dos minutos después murmuró algo con furia y colgó el teléfono con tanta fuerza que la mesa se rompió en dos. Reiji se mantuvo frentr a todo el desastre.

No entendía nada. Ni siquiera sentí a Ayato a mi lado, que miraba con asombro la escena mientras Reiji se ajustaba las gafas y, como si nos hubiera visto desde un comienzo, habló.

- Será mejor que llamen al resto.

Por primera vez en mi vida, oí su voz temblar.

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Nos vemos de nuevo ♡ Aquí empezamos con la secuela de Soñando con un Final Feliz, Pesadillas e Ilusiones. Este es un prólogo rápido que se me vino a la mente; para los que encuentran esto y no han leído la primera parte, lo encontrarán en mi perfil ^_^ Me voy a hacer tarea, y esperaré a escribir un par de capitulos más antes de empezar a publicar. Como ya saben, voten, comenten, y hasta el siguiente cap ♥

-TheGirlNextDoor

Pesadillas e Ilusiones [Secuela de Soñando con un Final Feliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora