Yui POV
Eso eran: siete boletos, todos con el mismo destino, mismo vuelo y misma hora. Estaba confundida, hasta un poco enojada con Reiji al habermelos escondido todo el tiempo. ¿Volar? Raito aún no podía siquiera pararse y Shu no mostraría entusiasmo alguno; Kanato y Ayato jamás se habían subido a un avión por lo que tenía entendido y yo detesto volar. Era demasiado arriesgado.
Giré a ver a Reiji, que se arreglaba los guantes con aire nervioso. La curiosidad mató al gato; ahora me sentía algo culpable, pero con mil ganas más de saber más sobre todo, sobre cada detalle y cada palabra que me pudiera hacerme, de alguna manera, entender.
- ¿Vamos a viajar... a Londres? - susurré al ver el destino del vuelo. Me sudaban las manos -. Es muy arriesgado, con Raito así...
- No ha sido idea mía, Yui. Por mi parte preferiría quedarme aquí, pero él tiene otras ideas - me aseguró, tomando los boletos de mis manos con cuidado.
Y aquí vamos de nuevo. Ya me estaba hartando de tanto misterio en la mansión, y nadie parecía querer decirme quién era el responsable de tantas llamadas y gritos por el teléfono. De nuevo, me sentía excluida. De nuevo, me sentía inservible.
Reiji suspiró y se levantó, tomando mi mano en el proceso antes de sacarme del salón a su lado. Él iba apurado y yo no mostraba resistencia alguna mientras íbamos por los pasillos; vi por las ventanas que el cielo era gris y las nubes de un color aún más muerto y opaco, el viento golpeando los árboles sin hojas y sacudiendo todo lo que encontraba a su paso. Sentía la mano de Reiji sujetar la mía con fuerza, sin intenciones de soltarme en ningún momento mientras llegábamos a su estudio.
Entramos segundos después y él cerró la puerta, pasa do una mano por su cabello para apartar los mechones azabache. Se giró y caminó a paso decidido hacia mí, colocando sus manos suavemente en mis hombros antes de inclinarse y darme un beso corto y simple por unos cuandos segundos. Sus labios sabían a té, pero no pude saber cual por la brevedad del beso. Clavó sus ojos en los míos, sus orbes carmesí inspeccionando cada milímetro de los rubíes míos mientras, a tientas, tomaba mi mano.
- Sé que Raito está muy débil, y que Shu posiblemente me mandará al diablo, pero no ha sido cosa mía. Entiende eso bien, por favor - asentí -. Vas a venir con nosotros aunque me encantaría que te quedaras en casa a salvo, pero no puedes, pues no he podido contactarme con tu familia.
- Pero no lo entiendo - dije, negando con la cabeza -, si no es obra tuya, ¿entonces de quién? Y sin rodeos, Reiji, que todos ustedes ya le dieron demasiadas vueltas al asunto.
Ambos callamos por unos segundos mientras Reiji tragaba en seco, como si el aire le faltara para decir las palabras. Y no fueron largas, ni complicadas ni duras, pero suficientes como para hacerme sentir un horrible escalofrío:
- Fue nuestro padre, Karl Heinz.
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El vuelo saldría en dos días al atardecer, rozando las seis de la tarde. Sólo me había subido a un avión una vez - Reiji me había explicado que sería un vuelo privado, muy diferente al vuelo repleto de aquella terrible vez - pero estaba completamente segura de que lo odiaba. No tengo fobia a las alturas, pero el simple hecho de saber que no hay nada bajo mis pies cuando estamos en el aire me pone la carne de gallina de la mala manera.
Reiji me había explicado que Karl Heinz los había llamado a su mansión en Londres, que según él era tres veces mayor a la nuestra. Después de todo, era el legendario Rey vampiro viviendo entre mortales, disfrazado cual humano al igual que todos los de la raza. No sabíamos para qué nos había llamado, pero la llamada era definitiva y hasta obligatoria.
Porque, después de todo, no le puedes decir que no a un rey.
Estaba sentada a orillas de una laguna de aguas cristalinas que había descubierto en un claro cerca de la entrada del bosque. Flores de diferentes colores flotaban en ella, de colores blancos y rojos, sus pétalos siendo sacudidos por la ahora más calmada brisa. Aún así, llovía; llevaba un paraguas sobre mí mientras veía las gotas caer sobre el pasto y la laguna cual balas. Los pececillos iban de un lado a otro, desesperados por buscar refugio sin demasiado éxito.
Debían ser ya las tres de la tarde y el clima aún era deplorable. Me envolvía un abrigo color guinda algo manchado en las comisuras al haber estado sentada en la tierra húmeda, cosa que noté al levantarme una vez más. Tenía hambre y frío, pero me quería mantener afuera para aclarar mi mente. Todo había sido muy rápido.
A ver, recapitulemos... Todo comenzó cuando me convertí en vampiresa, ¿no es así? Después llegaron las mellizas y se desató el asunto de Christa y Beatrix. Tuve el colapso, sucedió lo que sucedió con Reiji y poco después mataron a Raito... atacaron a Shu y llegó la chica, Bianca, que maté a los dos días...
- ¿Yui? - preguntó una voz a mis espaldas, sacándome de mis pensamientos.
Giré y vi a Kanato, que iba con Teddy en brazos. Le sonreí un poco, forzando mis labios a mostrarse sinceros mientras que el cuarto Sakamaki me miraba profundamente con sus ojos lilas; llevaba la ropa algo desordenada y su abrigo colgaba de un hombro. Se estaba empapando.
- Kanato, ¿qué hacer sin paraguas? - pregunté, viendo que Teddy estaba mojado también.
- Vine a buscarte - murmuró, sin dejar de observarme -. No sabía dónde estabas y pensé que estarías aquí.
- Así que ya conocías este lugar...
Asintió.
- Lo encontré con Raito hace mucho. Veníamos siempre a jugar con los pececillos... nos gustaba sacarlos del agua y después echarlos dentro otra vez, porque así nadaban más rápido. En sufrimiento te hace más fuerte, después de todo, al igual que las cicatrices.
- Siempre creí que no se llevaban bien, ¿sabes? - comenté, llegando a su lado mientras colocaba el paraguas sobre nuestraz cabezas.
- Pues era así. Raito se aprovechaba de que yo era el más débil siempre - suspiró -. Ahora míralo.
Rió con algo de malicia mientras salíamos del bosque. Hermanos, me dije. Aunque he sido hija única desde siempre, mis primos habían sido en realidad muy cercanos a mí, así que conocía la sensación. Kanato y yo entramos a la mansión, él empapado de pies a cabeza y yo con el cabello algo húmedo.
Shu estaba durmiendo en el sofá, su brazo cubriendo su mirada mientras respiraba tranquilo. En otro sofá, Subaru leía con cara de aburrimiento; a su lado, Ayato tronaba los nudillos con pereza. Al lado de todos, habían ¿maletas?
- Kanato, Yui - Reiji llegó a la escena poco después -. Suban y preparen sus maletas. Hubo un cambio de planes, nos vamos en diez minutos al aeropuerto.
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¿ALGUIEN MÁS ADORA TANTO EL BROMANCE DE KANATO Y RAITO TANTO COMO YO? Es que se ven muy lindos juntos *^* Aquí les dejo el tercer capitulo para que lo lean ;) El que llamaba todo este tiempo fue Karl Heinz, ya se acabó el pequeño misterio de las llamadas. Pero ustedes ya me conocen, miles de cosas más van a pasar ⊙w⊙ Así que ya saben, voten, comenten, y hasta el siguiente cap ♥
-TheGirlNextDoor
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Pesadillas e Ilusiones [Secuela de Soñando con un Final Feliz]
Fanfic"Tal vez no te vea, te sienta o te recuerde, pero siempre te seguiré amando." Apenas despertó, puede ver cosas que nadie puede. ¿Es eso bueno o malo? Raito no está seguro, y con la llegada de un miembro más de la familia, ¿qué puede hacer? Yui tampo...