Capitulo XVII

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Akia POV

Me senté, agotada, sobre el sofá.

El lugar entero estaba cubierto de polvo, y el solo verlo me daba asco. Nunca había estado acostumbrada a los lugares sucios - padre me había mantenido en lugares siempre impecables, los jardines tenían senderos por los cuales me obligaban a caminar y todo brillaba de limpio siempre. Raito, con Teddy en su regazo, se sentó en otro sofá con un suspiro.

- Hace mucho que no vengo a este viejo lugar - dijo -. No ha cambiado.

- Dudo que alguien haya venido aquí en años. Es decir, ¡mira este lugar! Es bello y todo, pero está... descuidado. Sí, esa es la palab--

Mis palabras fueron interrumpidas por un largo bostezo suyo. Oh, es cierto, me dije, ninguno de nosotros ha dormido desde el vuelo. Será mejor descansar un rato.

- Oye, deberíamos dormir - le dije, indiferente -. ¿Dónde quedan las habitaciones?

- ¿Le temes a las ratas, arañas y cucarachas? - dijo, su voz recobrándose del bostezo lentamente.

- ¿Qué clase de pregunta es esa?

- Deben estar infestadas de esas plagas. Duerme ahí, no pasa nada.

Me retorcí al pensar en esos seres. Me repugnaban desde lo más profundo y no me iba a arriesgar a encontrarme con alguno de ellos. Asentí y me acurruqué en el sofá, que rechinaba con cada uno de mis movimientos - supuse que Raito se estaba echando en el suyo mientras cerraba los ojos poco a poco.

Pero sentí otro peso a mi lado. Unos brazos rodearme. Una quijada apoyada en mi hombro y una respiración en mi oído. Raito se había echado a mi lado, y sonreí mientras le devolvía el gesto y me dejaba llevar, cansada.Era el único de los hermanos – de mis hermanos – que se había tomado la molestia de cuidarme y protegerme. Soy una carga para ellos, me dije, sonriendo con nostalgia, pero aun así… no quiero alejarme nunca de ellos.

Recordé las acidas palabras de Reiji y la mirada fulminante de Shu. Me estremecí, pensando en lo que ambos, los mayores, podrían ser capaz. ¿Reiji me iba a asesinar o algo? No parecía ser algo muy fuera de este mundo, en realidad. Me pregunto… me pregunto si habrán muerto ahí abajo.

A mi lado, Raito ya estaba dormido. El sueño me dejó a mí y me obligué a levantarme, dejándolo solo, para ir a caminar por la mansión.

Subí las escaleras, encontrándome con una rata que iba de un lado a otro. Me tragué un chillido y seguí avanzando en silencio, viendo las paredes de tapiz alguna vez rojizo y pasando mis dedos por ellas, sintiendo el relieve gastado y al polvo en mis dedos. El suelo crujía con cada movimiento mío y las cortinas estaban cerradas, dejando entrar delgados hilos de luz al lugar, enredándose con las telarañas y jugando con la alfombra levantada. Era un lugar muy hermoso; desprendía elegancia y un olor a antiguo que me gustaba bastante.

Abrí las cortinas y dejé que el polvo me golpeara. El sol entró y el candelabro que colgaba del techo reflejó su luz en diferentes direcciones, tocando mi piel. Las paredes estaban infestadas de cuadros antiguos; había una mujer muy hermosa de cabello rubio y ojos azules al comienzo. Me acerqué al cuadro y vi que la mujer se veía bastante disgustada, pero su expresión era neutra y no parecía estar bastante alegre por la fotografía. A su lado, estaba la foto de otra mujer, de cabello morado y brillantes ojos verdes. Sonreía, sus ojos lascivos, su vestido azul escotado y repulsivo.

A su lado, otro cuadro, pero este estaba destrozado. Sólo podía ver la silueta de una mujer, de espaldas, de cabello blanco.

- Vaya – gruñí, alejándome -. Padre tuvo la molestia de ponerlas a ellas y no a ti, mamá.

Pesadillas e Ilusiones [Secuela de Soñando con un Final Feliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora