Capítulo 21: Ataque

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Una semana había pasado desde el ritual. A Mariam se la veía muy feliz. Cuando vi como habría los ojos, después de pasarse toda la noche gritando y maldiciendo por el dolor, fue como si me hubiesen sacado un gran peso encima, temía que no lo consiguiera. Pero lo hizo, era muy fuerte y lo había demostrado.

Era fin de semana, todos estaban fuera, se habían ido a cazar y Mariam había ido a la playa. Así que estaba sola. Hacía mucho que no lo estaba y añoraba la tranquilidad que se inspiraba. Me pasé la mañana haciendo el trabajo de Historia para clase. Luego, me preparé unos macarrones a la boloñesa y me los comí. Estaba un poco aburrida, no sabia que hacer. Entonces vi el piano. Hacía mucho que no tocaba, de hecho no recordaba la última vez que lo había hecho. Me senté y empecé a tocar una de mis canciones favoritas " When I look at you" la banda sonora de una película que me encantaba, era algo tópica pero preciosa. Empecé a cantar al son de la música.

Everybody needs inspiration

Everybosy needs a songs

beautifull melody, when the nights so long.

....

When I look at you

I see forgiveness, I see the trut

you love me for who I am like the stars

hold the moon

Right there where they belong and I know

I'm not alone (Yeah)

...

Seguí hasta acabarla toda. Había estado tan entretenida que no me había dado cuenta de que todos habían vuelto. Al acabar estallaron todos en aplausos. Yo, como si acabara de salir de un trance, miré a mi alrededor sin entender nada.

--- Ha sido precioso, Ambre - dijo Bella sonriente.

--- Gracias, hacia mucho que no tocaba y me he dicho ¿por qué no? -dije algo nerviosa.

Ellos no borraban la sonrisa. Les había gustado aunque tampoco era de extrañar. La voz de una sirena era insuperable.

--- ¿Cómo es que no estamos hipnotizados si has cantado? -me pregunto la pequeña.

--- Pues porque si yo no quiero no tengo porque hipnotizarte. Para que eso pase debo cambiar el timbre de mí voz. Si cada vez que cantamos la gente cae en trance entonces no podríamos cantar nunca.

Ella asintió comprendiendo mis palabras y sonrió.

--- ¿Puedo tocar y tú cantas? -me preguntó ilusionada.

Yo reí y asentí. ¿Cómo decirle que no a esa cara de cachorritos?

--- Claro.

Ella empezó a tocar una melodía que no conocía para nada. Empecé a cantar inventándome la letra mientras me dejaba llevar por la melodía. El resultado fue increíble, cuando acabamos Bella, Alice, Rosalie y Esme parecían que iban a llorar de la emoción. Aunque claro, eso era imposible para ellas. Sonreí satisfecha y miré a Nessie.

--- Tocas muy bien, pequeña -dije.

Ella sonrió y se sonrojó un poco.

--- Gracias -respondió un poco tímida.

--- ¿Qué instrumentos, a parte del piano tocas?

--- Solo el piano.

--- Pues algún día te enseñare a tocar la guitarra. ¿Te gustaría?

Ella me miró un poco sorprendida y luego sonrió de oreja a oreja.

--- Sí, me encantaría. Gracias, Ambre -me dijo muy ilusionada.

Me dió un fuerte abrazo y se fue corriendo hacia su padre para contárselo. Sí, esa niña era un Sol.

Me reuní con ellos en el salón, estaban viendo la televisión. Aprovechamos y hablamos de muchas cosas. Me preguntaron como me iba el instituto y las clases. Les dije que ya me habían pedido salir casi todo el equipo de fútbol, y que los había rechazado a todos. Emmet se carcajeó con malicia al escuchar que les había dado calabazas. También hizo unos cuantos comentarios, como que si supieran que tengo cola y lo letal que soy seguro que huirían de mí en vez de insistir en tener algo conmigo. Yo le respondí dándole un manotazo en el brazo que hizo que se riera más de mí.

Al cabo del rato decidí dar un paseo y me fui al bosque. Esos pasajes siempre me habían parecido de cuento de hadas y me encantaba pasear por allí.

Llegué a un claro muy bien iluminado. Me tumbé en el suelo y contemplé las nueves pasar. Allí había una gran paz. Me había alejado del territorio de los Cullen, ahora estaba en el de los metamorfos, pero me daba igual. Cerré los ojos y me quedé profundamente dormida, mientras escuchaba los sonidos de los pájaros.

No sé cuanto tiempo pasé dormida. Tal vez minutos, tal vez horas. Me desperté de golpe al notar una mano fría en mi cuello. Abrí los ojos bruscamente y me encontré con un vampiro pelirrojo. Sus ojos eran rojo carmesí, mala señal. Intentaba asfixiarme. Cogí su brazo con las manos y se lo arranqué, gritó. Él se apartó de mí jadeando de dolor. Me levanté de un salto y vi que estaba rodeada de cuatro vampiros.

--- Maldita zorra. -dijo el pelirrojo.

Tiré su brazo al suelo. ¿De verdad creía que me podía asfixiar? Que iluso, antes de que le diera tiempo ya habría hecho lo que acababa de hacer.

--- James, ¿qué te esperabas? Ya nos avisaron de que sería difícil matarla -dijo uno con el pelo castaño oscuro.

Matarme, era de esperar que aparecieran de un momento a otro. Pero yo no estaba dispuesta a dejarme asesinar fácilmente. Si querían matarme lo tendrían claro. No se lo iba a poner nada fácil. Me rodearon en un abrir, no tenía escapatoria. Pero tampoco la necesitaba. Cerré de ojos. Empecé a cargarme de electricidad. Los iba a quemar vivos. El más grande se lanzó contra mí, pegué un salto y me puse encima suyo. Apoyé mi rodilla en su hombro y cogiéndole la cabeza con las dos manos se la arranqué. Uno menos, quedaban tres.

Los otros se lanzaron a la vez a por mí. Esquivé a uno y le di una patada a otro lanzándolo hasta un árbol. Pero el tercero me agarró por atrás y me hundió los dientes en el hombro. Grité de dolor. Me soltó y me caí al suelo dándome un buen golpe. Oh oh. Esto era malo, muy malo. El veneno de vampiro era letal para nosotras, había sobrevivido una vez a él pero quién me aseguraba que esa vez tendría la misma suerte. Furiosa, me lancé hacia el que me había mordido, lo desmembré en cuestión de segundos. Luego me giré a por los otros dos. La vista se me estaba nublando a causa del veneno, no tardaría en caer inconsciente. Tenía que darme prisa. El moreno me atacó, intenté esquivarlo pero no pude, estaba demasiado mareada. Me tiró al suelo y me propinó una fuerte patada en la boca del estómago. Grité a causa del dolor. Mi vista se nubló. Era mi fin, Atlanta había conseguido lo que quería, matarme.

Fue entonces cuando, en medio de un espeso pozo oscuro, escuché un aullido terrorífico. Abril los ojos y lo vi. Un lobo marrón rojizo salió de entre la vegetación y atacó al que me había tumbado en el suelo. En pocos segundos lo desmembró. Otros dos lobos salieron por el mismo sitio y atacaron al último que quedaba acabando con él. Sonreí aliviada y cerré los ojos cansada. Sentí como unos brazos rodeaban mi espalda y mis piernas alzándose del suelo. Me acurruqué contra ese pecho tan cálido. Había venido a salvarme. Jacob me protegía. Sonreí ante ese pensamiento y caí en la inconsciencia.

Mareas Misteriosas {#Libro 1} [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora