Operación: Infiltración y espionaje.

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Operación: Infiltración y espionaje.

Ese fue el estúpido nombre que Takeru le dio a su plan.

Yusaku necesitaba hablar con Ryoken sobre lo que había ocurrido hace unos días, conociendo al omega era bastante probable que lo chantajearia por no revelar que él fue quien casi provocó el aborto.

Así que solicitó la ayuda de su primo y el pretendiente de este, o sea Spectre, para entrar en el hospital donde tienen a Ryoken y dejarlo a solas para hablar.

— ¿Por qué quiere hablar en privado con Ryoken-sama?

— Porque su padre nos odia a mi y a mi padre, así que dudo que me deje hablar entrar a hablar con tu primo, Spectre.

— Eso no explica porque desea hablar en privado con Ryoken-sama —El alfa de ojos azules detuvo su andar mientras observaba a Yusaku desesperarse.

— ¿¡Puedes dejar de hablar como un maldito imbécil británico extranjero!? ¡Me desesperas!

— ¡Ya! ¿Pueden dejar de discutir? —Takeru se interpuso entre ambos alfas, la verdad dudaba detenerlos, por su posición de omega, pero confiaba en el hecho de que ninguno se atacaria con él en medio— Yusaku, calmate y relajate un momento ¿Sí? Es que... dudo que... te... de… jen…

Takeru se escondió detrás de Spectre, que también retrocedió por el miedo, Yusaku les estaba gruñendo, enseñando los dientes de un modo tan amenazante que su aura espantaba a cualquiera, incluso un perro que estaba caminando moviendo felizmente su cola de un lado a otro se asustó por el alfa de ojos verdes y comenzó a ladrarle aterrado.

Spectre y Takeru vieron entre aterrados, sorprendidos y confundidos al perro irse corriendo, chillando de pánico, cuando Yusaku volteó a verlo.

— Pobre perrito… —El omega opinó, detrás de Spectre, antes de chillar de miedo cuando Yusaku volteó a verlos de nuevo.

— ¡Muy bien! ¡Muy bien! ¡Le ayudaré en su plan Fujiki-san!

Yusaku pareció haberse calmado al escuchar aquello, porque ya no gruñia o enseñaba sus colmillos en forma amenazante. Así que el trío no esperó más y retomaron su caminar hacía al hospital.

(...)

— Es definitivo, ¡estoy muriendo!

— ¿¡Que-!? ¡No!

— ¡Estoy muriendo! ¡Sólo dímelo, hermana!

— ¡Que no estas-! —Una enfermera entró en la habitación, se le veía enojada, Kyoko suspiró y pidió disculpas antes de girar a ver a su hermano menor— No estás muriendo Ryoken, sólo estás encinta… tus hormonas están tan alborotadas que por eso no soportas el olor de ciertos alimentos.

— ¡Pero es pescado! —Ryoken señaló con su mano, aún esposada a la camilla, el pescado cocido tirado en el piso junto a unos granos de arroz— Vivimos en la maldita costa, nosotros comemos malditos pescados cada maldito día, ¡Sea en el almuerzo o cena maldita sea! ¿¡Y ahora no podre comerlos por nueve malditos meses porque su maldito olor me provoca malditas náuseas!? ¡Estoy muriendome, maldita sea, Kyoko!

— En realidad, tal vez nunca vuelvas a comer pescado…

— ¿... Ah…?

— Hay algunos casos donde el asco hacia ciertos alimentos, producido en el embarazo, duran aún después de este.

Kyoko ni cuenta se dio que había desatado el enojo del demonio que era su hermanito hasta que esté se comenzó a retorcer intentando soltarse, lo más probable es que para atacarla.

¡Jodete Wisteria!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora