14. Crónicas marcianas

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14. Crónicas marcianas

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Si bajaran de la luna los artistas,

Si aprendiéramos a amar como animales,

Si reinara en el 2000 la imaginación.

Si en los escombros de la revolución,

Creciera el árbol verde del placer,

Y las catedrales se cansaran de ser,

Ruinas del fracaso de Dios.

Si volvieran los dragones,

A poblar las avenidas,

De un planeta que se suicida.

Joaquín Sabina y Fito Páez –Versos Extraídos de "Si volvieran los dragones"

—Taina... —La joven siguió buscando dentro de su casillero sin poner atención al pelirrojo, sacó los libros de las siguientes dos clases—Hablemos por favor. —Ryuu sabía que se encontraría con una Taina bastante enojada, no solo porque Mei lo había dicho, sino porque ya la conocía.

—Déjame ignorarte en paz por favor. —Y sin esperar respuesta del muchacho le dio la espalda y se dirigió directamente a su facultad. Rezó interiormente para no toparse con Ryuu durante todo el día, no estaba segura de poder contenerse y quería evitar romperle su bonita cara de un puñetazo. En la puerta del aula, un mensaje de Rey arribó en su buzón.

"Tu corazón está lleno de furia

Y tus lunas hinchadas de tristeza

¿Por qué es desdichada mi reina?"

Taina bufó, este era otro dolor de cabeza del que no sabía cómo salir. Fue fácil deducir que se trataba de alguien de la universidad, especialmente porque además de la academia era el único otro lugar al que acudía. Le enviaba mensajes constantemente y Taina resignada, empezó a relacionarse con él y de a poco, se acostumbró a mantener conversaciones.

"¿Todos los hombres son unos bastardos o solo los que me rodean a mí?"

"¿Por qué una pregunta de esa índole? ¿Acaso alguno te ha lastimado?"

No supo que responder a aquello.

Ryuu, él la lastimó, pero se negaba a admitirlo en voz alta. Prefería esconderlo tras la máscara de ira que mantenía frente a él y frente a todos.

Entró a su clase y tomó asiento en la parte del frente del salón. El maestro no llegaba, así que quedó absorta en sus pensamientos, borró por completo a Ryuu y se concentró en Rey... ¿Quién era ese anónimo?

Le decía las palabras adecuadas en el momento exacto en que las necesitaba, como si la vigilara a cada segundo, como si estuviera al tanto de cada novedad que ocurria en su vida, como si supiera de que había hablado con las personas a su alrededor... Como su fuera una de esas personas.

Levantó la cabeza rápidamente, alerta ante el bombillo que se encendió de repente en su mente.

—Claro... —pensó—, que tonta, me vio la cara de idiota otra vez.

* * * * *

—¡Kes te ves fatal! —Ryuu puso una mano en el hombro de su amigo, tenía unas ojeras horrendas y los ojos vidriosos.

—Me desvelé anoche en una fiesta —mintió el chico de pelo castaño oscuro.

—¿A mitad de semana? —El otro asintió— ¿Quién hace fiestas un miércoles?

20 años, cosidos a retazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora