20. Siete veces no, siete veces si
Cada mañana salto de la cama
Pisando arenas movedizas
Cuesta vivir cuando lo que se ama
Se llena de cenizas
Y por las calles vaga solo el corazón
Sin un mal beso que llevarse a la boca
Y sopla el viento frio de la humillación
Envileciendo cada Cuerpo que toca.
Joaquín Sabina – "Ganas de"
Había llegado el fin de estación y con ello el cambio de temperatura, habían estado lidiando con un calor infernal pero ahora el clima estaría un poco más templado. Esto mejoró considerablemente el humor de muchos, Mei y Koshiro peleaban menos, Taina casi no se irritaba... Incluso el árbol que les proporcionaba sombra sufrió una transformación, sus hojas pasaron de un verde oscuro a ser de color naranja y rojo por lo que a veces parecía que un enorme manto de fuego cubría sus cabezas.
Esa tarde de viernes la muchacha de la trenza seguía en la universidad, se dirigía a su último examen de semestre. Sin embargo, su concentración era prácticamente nula, sus pensamientos continuaban analizando la reunión que tuvo momentos antes en la oficina de asistencia a becados. Le notificaron que para aceptar su solicitud de vacaciones debería dar tutorías en algunas ciencias sociales, aunque lo dudó y estuvo a punto de rechazar la propuesta lo aceptó. Se sentía desgastada físicamente además que necesitaba de más tiempo para tener el solo preparado para el festival venidero y su cuerpo le exigía de un descanso inmediato.
Podría faltarse el próximo semestre y lo cual le daría tres meses de ocio, no completo ocio pero el suficiente para no quedar calva de estrés. Podía manejar la academia y la universidad, no obstante, agregar el peso de la responsabilidad de su contrato en la agencia de modelaje tambaleó la estabilidad que mantuvo por tres años.
No quería ser tutora, Dios, el universo, las estrellas y hasta el conserje sabía que no quería, pero no tenia de otra.
Rindió el examen, el maestro casi de lo arranca de sus manos por que tres horas no fueron suficiente para llenarlo y por unos momentos se quedó en el pupitre considerando seriamente que ser verdulera no era una mala profesión. Eso de pasar malas noches estudiando, amanecer haciendo tareas e investigando como un detective para que de todas formas cuando termines el examen sepas que has reprobado porque nada de lo que sabias apareció en el examen, debía ser una especie de castigo divino.
Verdulera... ¡Qué bonito se escuchaba el título!
Inmersa en la idea de cómo sería su futura vida como comerciante de frutas y verduras, contempló a sus amigo en el parqueo junto a la camioneta negra. Mei molestaba a Koshiro, pasatiempo que había adquirido desde que conoció al metalero.
—Buenas noches... —saludó al llegar.
—¿Cómo te fue? —preguntó Mei.
—¿Sabes lo que es el dimorfismo sexual de la fuerza de la mano izquierda y características somáticas de jóvenes entre 15 y 25 años en la ciudad de Tokio?
—Ni idea.
—Era la pregunta principal y la que tenía mayor puntaje —respondió desganada—, yo tampoco la sé.
—Será mejor que hagas tus maletas —comentó Koshiro—, de esta no te salvas.
—¡Eres un maldito! —exclamó la muchacha para liberar la frustración.
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20 años, cosidos a retazos ©
ChickLit***EDICIÓN COMPLETA CON LA VERSIÓN 2015*** ***Novela finalista en la categoría chick lit: en ascenso en los premios watty 2014*** ***Primera parte de la bilogía Katharsis*** Ella odia que la toquen... Una noche descubre que tiene un admirador secret...