25. Al sístoles y al diástoles de mi corazón le puse un marcapasos

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Amor se llama el juego,

En el que un par de ciegos,

Juegan a hacerse daño,

Y cada vez peor,

Y cada vez más roto,

Y cada vez más tú,

Y cada vez más yo,

Sin rastro de nosotros.

Joaquín Sabina – "Amor se llama el juego"

Se movía como autómata, sabía lo que tenía que hacer y lo hacía. Taina posaba en la sesión fotográfica, sería la imagen de una marca que ni siquiera sabía el nombre y tampoco era que le interesaba mucho. La súbita noticia del compromiso de Mei la había dejado en estado catatónico y seguía sin digerir los últimos acontecimientos ocurridos Cuando...

Dos noches atrás...

—¿No van a felicitarme? —Amelie se precipitó en ser la primera, deseándolo a la futura pareja bienestar y felicidad. Ryuu quedó atónito y Kes simuló una sonrisa. El metalero por su parte no dijo nada y mantuvo su semblante serio.

—Entiendo que hemos tomado un poco —expresó Taina carcajeándose—¸ pero tampoco es para tanto.

—Es en serio Tai.

—Ya dejó de ser gracioso.

—No estoy bromeando.

—¡Como que te vas a casar? —chilló perdiendo los estribos.

—¿Podemos hablar en privado? —Mei guio a su amiga hasta las afueras de la habitación. Se detuvieron en un pasillo donde podían escuchar la música y festejos de las demás habitaciones. La rubia suspiró, no estaba segura pero sospechaba cual sería la reacción de su amiga ante la noticia. Había planeado algo con más tacto, pero con el alcohol en su metabolismo, la primicia sencillamente saltó de su boca— Es un matrimonio arreglado por las familias.

—¡Que qué? —Taina casi se atraganta con su propia saliva—, Mei...

—Antes de que armes un berrinche —expresó Mei parándola en seco—, sé que está mal, por donde lo mire sigue estando mal. Pero estoy de acuerdo, no voy a seguir soñando que algún día Kes me quiera, nunca estaremos juntos y está bien, lo comprendo y lo acepto.

—Esto es un error, uno gravísimo. Un matrimonio no es un nuevo color de pelo o elegir un par de zapatos que combinen con el vestido, esto es la vida real.

—Lo sé y es mi vida. Está decido, me casaré con él y aunque no espero que estés de acuerdo al menos espero que lo respetes.

—¿Al menos lo conoces?

—Lo he visto en fotografías. Mis padres dicen que es el mejor partido para mí, voy a enorgullecer a mis ancestros y como todos quieres, nuestra familia seguirá pura.

—Pero no vas a ser feliz.

—De todas formas, ya no soy feliz y no lo seré sin Kes.

—Lo que sientes por él ni siquiera es amor, es una maldita obsesión —clamó Taina estupefacta.

—Piensa y di lo que quieras, no voy a retroceder ahora.

—Haz esa expresión otra vez —le dijo el fotógrafo interrumpiendo sus pensamientos—, quiero tomarla de cerca.

¿Cómo era posible que un simple desamor deshaga tantos sueños? ¿Cómo era posible que ese dolor desatara el caos? Koshiro lo tomó muy bien aquella noche, pero ella sabía que se había hundido en una tristeza, lo veía. Sin embargo, si había un responsable en todo esto era él, de no haber sido por su cobardía las cosas serían diferentes ahora.

20 años, cosidos a retazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora